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miércoles, 27 de abril de 2022

CAMINANTE, SON TUS HUELLAS... (ESTUDIO DE UN PROVERBIO DE ANTONIO MACHADO). Por Fulgencio Martínez. Estudios de poesía española. Ágora digital/ Abril 2022/ DESDE QUE SOMOS UNA CONVERSACIÓN

Biografia de Antonio Machado

                    CAMINANTE, SON TUS HUELLAS…                              (ESTUDIO DE UN PROVERBIO DE ANTONIO MACHADO)

 

                              

 

 

                1

 

Es muy conocido el poema de Machado “Caminante son tus huellas”. Gracias, entre otros cantantes, al genio de Joan Manuel Serrat, mis alumnos de instituto lo conocían; incluso les era vagamente familiar a algunos de los más pequeños, a los que daba clases de Ética en el primer ciclo de la ESO. Los que no, y lo leían por primera vez en el libro de texto de Ética, donde venía citado en referencia a la persona, la libertad y el proyecto personal, supieron enseguida apreciarlo. Tanto les gustaba, que les pedí que lo aprendiesen de memoria y que se atrevieran a salir a recitarlo de memoria en clase y a escenificarlo en el sentido de darle expresión verdadera (por cierto, las dos condiciones, la memorización y la expresión, son exigibles a quien dice la palabra de un poeta, y deberían volver a formar parte de la pedagogía). Los estudiantes, sin distinción de sexo ni de origen (algunos recién llegados a Murcia y sin haber pasado por la escuela española) disfrutaban con los versos del poeta, y querían tanto hacerlo bien en clase, que llegaban a veces a emocionarme con su inocente modo, tan directo y verdadero, de decir ese poemilla que contiene más filosofía y poesía que toda una biblioteca de tesis.

Me gustaría analizar ahora con vosotros este y otros proverbios de Machado que me servirán de comparativa, y e intentaré haceros ver dos planos que, en mi modesto entender, pueden ayudaros a disfrutar más el poemilla. Uno (en lo literario), su condición de diálogo-debate; y dos (en el contenido, experiencial o filosófico) su apertura a la transmisión. Os diré casi al final del artículo (no quiero hacer “spoiler”) lo que entiendo por “transmisión” y quizá merezca, a su luz, repensar el sentido del poema, que hablaría de una confianza que va desde lo individual (la persona sin duda valiosa en sí misma) a lo compartido como pueblo y más allá, como especie humana. El poema, pues, no agotaría su sentido en la mirada final que se mantiene lúcida frente a la disolución; sino que (como todo gran arte, toda gran poesía) es padre de otros muchos signos y significados, donde se insertan los de nuestra lectura ética.

 

                2

 

Los proverbios del poeta Antonio Machado presentan, en la mayoría de los casos, la estructura del diálogo filosófico-existencial, el cual tiene como base una substancia ética, un debate moral en juicio abierto. Esa estructura de debate puede darse entre varios proverbios (ejemplos 1 y 2) o dentro mismo de uno, como en el ejemplo 2.

 

 

Nunca perseguí la gloria,

ni dejar en la memoria

de los hombres mi canción;

yo amo los mundos sutiles,

ingrávidos y gentiles

como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse

de sol y grana, volar

bajo el cielo azul, temblar

súbitamente y quebrarse.

 

                                     (Proverbios y cantares, I.  Campos de Castilla)

 

 

Todo pasa y todo queda,

 pero lo nuestro es pasar,  

 

 

 

y en el mismo proverbio XLV, un acento distinto:

 

pasar haciendo caminos,

caminos sobre la mar.

 

También:

 

                        ¿Para qué llamar caminos

                         a los surcos del azar?...

 

                                                     (Proverbio II, Campos de Castilla)

 

Y de nuevo, pregunta y asomo de respuesta en los siguientes versos del mismo proverbio:

 

               Todo el que camina anda,
               como Jesús, sobre el mar.

 

Otro ejemplo, más complejo, el proverbio XXIX, en el que se suceden dudas y respuestas, en una estructura cruzada de los versos. Los dos últimos resumen un posible acuerdo entre las dos voces, acuerdo que mantiene al mismo tiempo el desacuerdo y la diferencia entre ellas. En su aparente sencillez el poema usa una técnica análoga a la de la diseminación y recolección en algunos sonetos de Góngora, estudiada por el maestro Dámaso Alonso. Asistimos a un debate polifónico, oímos una orquesta donde todo suena dentro de un conjunto a la vez que unos instrumentos (versos y voces) contestan a otros y se giran a perspectivas melódicas (temporales) diferentes.  Reproducimos, primero, el texto del poema; y a continuación, el orden del debate, a nuestro parecer. (Se podrían hacer otras combinaciones de esta auténtica “opera aperta”, resaltando otros contrastes)

 

1ª (versión textual:)

 

Caminante, son tus huellas

el camino, y nada más;

caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.

Al andar se hace camino,

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Caminante, no hay camino,

sino estelas en la mar.

 

 

La primera voz, filosófica, constata; la segunda, ética, extrae una sabiduría práctica. La primera voz tiene una perspectiva temporal psicológica: señala la ausencia de un “camino”, la falta de una línea temporal de puntos fijos: presente, pasado y futuro.  No hay ni siquiera un futuro al que se tenga que llegar. La segunda, reformula lo anterior en una perspectiva moral: si no hay camino, “se hace camino al andar”, el futuro es lo que se va construyendo desde nuestra acción, con la conciencia vigilante y despierta; es esa fuente moral de valor que aún hace seguir hacia adelante al contradictorio caminante “sin camino”, como, en la rima LXXVII de Soledades, el “perro olvidado que no tiene / huella ni olfato y yerra / por los caminos, sin camino (…)”

 

 Parte primera:

 

Voz 1

 

Caminante, son tus huellas

el camino, y nada más;

 

Voz 2

 

caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.

 

En la segunda parte, la primera voz recoge la anterior, gira el verso precedente y constata la difuminación del pasado; incluso, de la senda que hicimos con nuestro “andar”.

 

Al andar se hace camino,

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

 

La segunda voz concluye, en la tercera parte, recolectando el sentido y las diferencias de las voces. Asume la verdad general de la primera (“no hay camino”) pero ahora contesta a la objeción sobre “la senda”, con una verdad más profunda: “estelas en el mar”. (Conviene recordar un anterior proverbio: “Todo el que camina anda, /como Jesús, sobre el mar”).

 

Caminante, no hay camino,

sino estelas en la mar.

 

Ese “caminar”, aun con el paso más torpe y lento, es grandioso, porque es el acto de un ser moral, la fuente no seca ni dormida del corazón y del valor de la conciencia que nos otorga la dignidad y el sentido, aunque no hay un camino fijo, ni futuro, ni pasado indeleble. La comparación con el milagro de Jesús, del que caminó sobre las aguas, resalta la grandeza. (En la “Saeta” –CXXX– Machado también presenta esta imagen  –“sino al que anduvo en la mar”–, que debió obsesionarle. Representa, en su interpretación, al pobre vivir humano con sentido de conciencia. Nada más, y nada menos). Por último, en el proverbio, las “estelas en la mar” salvan esa confianza en la vida contemplada como obra y tarea que se hizo con dignidad y valor para otros que verán ese pequeño signo, una estela, no eterna, ni inmortal, pronto a extinguirse también como una brasa. El poeta “nunca persiguió la gloria”, sí dejar esa estela de transmisión, como todos los humanos. Sin ese sentimiento de transmisión, en su justa medida, está vencida la conciencia.

 

Nos acercamos más a la filosofía de Juan de Mairena en este otro proverbio (XXXVII), en el que cifra Juan David García Bacca [1] su magistral y creativa lectura del pensamiento de Machado, orientado hacia la fundamentación del valor ético y poético de la “praxis”, de nuestro hacer, convivir y ser en comunidad de cultura, lo que nosotros llamamos de transmisión:

¿Dices que nada se crea?  
No te importe, con el barro
de la tierra, haz una copa 
para que beba tu hermano.

 

 

Machado se libera de la desazón por la muerte aniquiladora, al asumir la preocupación por la muerte del sentido y verter esta en una dimensión interpersonal, dialogante, intersubjetiva, en los nuevos temas de su reflexión: la cultura, el pueblo, la humanidad como horizonte y tarea. Ahí tiene sentido el proyecto. ¿Para qué me juzgo (me juzgas) si no es para ser mejor, si mato mi alma (si me matas)? El juicio no puede suponer el precipitado de un alma abierta. [2]

 

  La muerte, la conciencia, la poesía, tendrían el sentido de la “transmisión”.

 

   

                3

 

                   La transmisión

 

Esta otra figura (del juicio), la transmisión, la encontramos ya en Soledades, al aparecer ya allí bajo la figura del debate de lo nuevo y lo viejo (que, finalmente, asume la continuidad, una cierta forma de lo eterno: transmisión). En los proverbios de Nuevas canciones, aparece en la expresión paradigmática: “Hoy es siempre todavía” (VIII). Un raro proverbio que tiene un solo verso-sentencia.

 

Detengámonos en esto: la transmisión. En términos existenciales: es una fuente básica de sentido (en Machado, a diferencia de muchos de nosotros, no ligada al sentimiento fuerte de paternidad-filialidad, sino al de fraternidad-hermandad); no a herencia biológica, sino espiritual.

 

Una pequeña “pega” parece justo hacerle a Machado: quizá él, como muchos filósofos, no incidieron bastante u obviaron el sentido espiritual de la paternidad–no solo biológica; con Jacques Derrida (en “La farmacia de Platón” [3]), hablamos de paternidad de una obra, escrito, legado, por el cual cada creador se cuida y cuida el futuro. Con ese sentimiento, en su acepción más generosa, pues los hijos (o, para el creador, la obra) siempre queremos que nos sobrevivan y viva por ellos el futuro, damos ya con el resorte de la cultura, en sentido social. La vida mira siempre al futuro, en parte, por los hijos y por la vocación creadora. (Siendo más justos, hemos de decir que la poesía de Machado refleja en ocasiones el valor de la paternidad y la transmisión familiar: como en el poema “Campos de Soria”, de Campos de Castilla, partes IV y V; pero hay casi siempre un tratamiento negativo, como en el romance de “La tierra de Alvargonzález”).

 

Preferimos, pues, usar un término más originario y fenomenológico, para nuestro interés ético-antropológico: el de “transmisión”. Más que el término “cultura”. Transmisión de valores, de creación y experiencia humana, pero, sobre todo, del sentido del juicio, en cuya radicalidad caben la apertura al otro y la exigencia de ser mejor puede coincidir con llegar a ser el que se es (auténtico pero mejor, en el sentido del verso pindárico: “llega a ser que eres”).



[1] García Bacca, Juan David. Invitación a filosofar según espíritu y letra de Antonio Machado. pp. 32 y ss. Cap. 2. “Surgimiento y establecimiento de sociedad. Nos los hombres”. Ed. Anthropos. Col. Pensamiento crítico/pensamiento utópico. 1984, Barcelona.

[2] Hacer consciente el estado de abierto de la conciencia es lo propio del juicio, el juzgar no otorga un finis opus, la condición conclusa y acabada, al alma. Abierta, aún, no solo por su esencial heterogeneidad sino también por su dimensión histórica: al ayer, al mañana, al infinito; como les recuerda el Machado más crítico a los “hombres de España” para superar el fatalismo noventaiochista, en el poema CI (“El dios ibero”). “Mas hoy… ¡Qué importa un día! (…) // Aún larga patria espera (…) // ¡Qué importa un día! Está el ayer alerto / al mañana, mañana al infinito, / hombres de España, ni el pasado ha muerto, / ni está el mañana –ni el ayer– escrito. // Mi corazón aguarda (…)”

[3] Ensayo de J. Derrida incluido en La diseminación. Ed. Fundamentos, Col. Espiral-Ensayo. Madrid, 2015.

 

 FULGENCIO MARTÍNEZ

 Dirige la revista Ágora. Máster en Filosofía teórica y práctica y en Formación e Investigación literaria y teatral en el contexto europeo (UNED). Ha publicado doce libros de poemas, los dos últimos "La segunda persona" (Sapere aude, Oviedo, diciembre 2021), y "Línea de cumbres" (Ed. Adarve, Madrid, 2020). Es autor de una antología de la poesía española de principios del siglo XXI: "La escritura plural" (Oviedo, Ars poetica edit, 2019). La revista Simposium de la Universidad católica de Pernambuco (Recife, Brasil) publicó su ensayo sobre la filosofía de Antonio Machado, autor al que F. Martínez ha vuelto a estudiar en varios trabajos posteriores.

 * Las partes 2 y 3 del texto recogen lo expuesto en el trabajo fin de Máster de Fulgencio Martínez, presentado en la UNED, sobre la ética y la poesía en Antonio Machado.





 

REVISTA ÁGORA DIGITAL/ ABRIL 2022/ Estudios de poesía española

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