EL ÚLTIMO VERANO
collage*
(julio de 2009, La Manga)
1
VISIÓN
El viento viene
a despertar la luz
con un verso escrito en la mano de la aurora.
Al amor de un ritmo fugaz surge
y crece, como un incendio
que se devora a sí mismo, el día.
¿Quién eras tú, qué eres,
poeta o lastimosa visión de hombre?
No tienes obligación de sorprender
solo de agarrarte, fielmente,
a un ritmo inexperto…
2
EL MAR DEL ÚLTIMO VERANO
El mar como un ángel ebrio
(visible en los claros de las cortinas)
tropieza en la penumbra
de las alcobas
en la casa alquilada por el verano
Al fondo, mi mujer se lava los cabellos.
Necesario es hablar por los otros
que te esperan con sus manos abiertas,
y aunque nada saben de tu escalofrío
confían en tu palabra.
Necesario es hablar por los otros
que cayeron y te acogen con sus manos
Deja que el aire te instruya…
*El poema (en una primera versión que no pasó a libro) lo escribí unos años antes del verano de 2019, recordando otra fecha de la década anterior (Julio de 2009). Incluye, a modo de collage, versos (en cursiva) de los poemas “Aprendiendo las reglas de la casa” y “Alzado del verano”, de Línea de cumbres (2020). Huesca, Octubre 2024
PANDEMIA Y THANATOS
I
Fue un tiempo en que estuvieron
sueltas, desencajadas
las letras de la vida.
Todo faltaba, aun estando allí.
Todo quedaba junto y desvivido,
todo infinitamente,
confusamente, nada
y a la vez todo
de nuevo, y siempre repetido.
Cada amanecer se alzaba un pájaro
viniendo de lo mismo
con la misma ala oscura
batiendo en nuestras sienes.
El reflejo de un sol en vilo
sonaba caído dentro
del pecho, a poco
de haberlo perseguido
frente a nuestra ventana.
Éramos una invasión
hacia el interior de otro
y de otro pasillo
sin salida. Supervivientes.
Áridas madrugadas.
Túneles. Olas de lujuria
en piscinas vacías
cerradas desde el invierno.
Sobre la curva
del horror indistintamente
rosas, bocas, alientos idos.
A golpes de degradación
debilitándose la mano
que perdió ya la cuenta de la muerte.
Mejor mirar hacia otro lado
avisaban almuecines locos.
Míralos volar
viniendo de lo mismo
con la misma ala oscura
batiendo en nuestras sienes.
Son, de pronto, miles,
miles, un coro
desembridado de gritos
que vagan por ahí en el sol.
¡Los pájaros!
(¡Los muertos!)
II
Los tanatorios cerrados a las familias
y los muertos volviendo a sus casas
para despedirse de los vivos, enterrados.
La despedida es uno
de los temas poéticos esenciales.
Pero la poesía entonces
estaba maldita
y vivaqueaba en los graves silencios
de los hijos y los nietos
sentados cada noche ante el televisor.
El orden moral arruinado por el orden político
que condenó de nuevo a morir a Antígona
durante días de pánico y tensas mentiras.
La soledad del agua, del viento, de la tarde,
y otro día el alma sola, viviendo en otras voces.
Sola como un alto túnel en la mañana,
y bajo los ríos y bajo los gritos de los insectos,
el alma viuda del cuerpo, sin senda ni dirección,
al fin volviendo, encontrando al fin a sus deudos.
III
Y bien que eran de agua los ojos, y de viento
y de luz dorada a la atardecida.
Se ataron los muertos a una mirada remanso
-los ojos familiares llenos de ausencias-,
y algún rosal la noche perfumó.
Qué despacio viene el poema, y qué rápido
el relente frío que atraviesa muros
y anuncia los cerros horizontales
de mis penas, como dijo un poeta.
Nada acaba si no comprende su fin,
la poesía sigue estando maldita,
y reprimido el tiempo del duelo.
Fulgencio Martínez
Poemas inéditos de Exposición temporal
Fulgencio Martínez López ha publicado, entre otros libros, La segunda persona (Ars poetica), Línea de cumbres (Adarve) y Cancionero y rimas burlescas (Renacimiento).
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