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martes, 8 de octubre de 2024

Carta a María Antonia Ortega por "El pariente lejano" (Huerga y Fierro, Madrid, 2024). Por ADA SORIANO. Avance de Ágora-Papeles de Arte Gramático N. 29. Nueva Col. Otoño 2024 / Dossier "El pariente lejano", de María Antonia Ortega

 


CARTA A MARÍA ANTONIA ORTEGA POR EL PARIENTE LEJANO

 

Querida María Antonia:

Te escribo para decirte que he leído varias veces tu reciente poemario publicado en Huerga y Fierro, es decir, El pariente lejano, y he sentido de nuevo la propiedad de tu voz, de tu lírica enérgica y elegante, harta ya de la abundancia de “poetas”, algunos de ellos bastante jóvenes, que se creen rebeldes por el hecho de dar a conocer una serie de “poemas” plagados de groserías e insensateces y que muchos lectores ven ahí Rebeldía, equivocadamente desde mi punto de vista.

Mi primera lectura la hice de la siguiente manera: primero leí todos los versos, yendo de izquierda a derecha, desviando continuamente la mirada. Pasados unos días, leí de seguido los versos situados a la izquierda como un solo poema para pasar a los situados a la derecha como un bloque aparte. Y el resultado fue lo que me esperaba y ya intuía: que todo el libro es un poema único y fascinante, una celebración de la poesía en sí misma que, como bien sabes, no solo es asombro y emoción, sino reflexión y lucidez. Este Pariente cobra grandes dimensiones. Es como ese cuadro de Malevich que tan acertadamente nombras, ya que representa demasiado. Todo está ahí, aunque resulte extraño. ¿Pero no es extraña la poesía? ¿No es una extranjera, una intrusa que nos asalta cuando menos lo esperamos, y oscurece nuestra mente con una luz cegadora cuando se acerca demasiado, y nos provoca, y nos esclaviza, aunque nos sintamos libres dentro de esa esclavitud?

Por cierto, este cuadro y tu fotografía -la de autora, ya sabes- tienen mucho en común. Ahí está ese fondo negro y una pintora ciega de espaldas, percibiendo lo que los demás no pueden ver: “Y había siempre / en el portal luminoso / detrás de la vista / un pintor ciego / como El Cuadrado Negro de Malevich.”

 


 

Ahora me detengo en unos versos aparentemente cotidianos, y digo aparentemente porque trascienden lo puramente cotidiano: “Como una mujer de mundo / se acodaba en la barra del bar. / ¡Qué! Como una dueña del mundo.” Advierto la personificación de la Poesía. Claro, es que justo antes decías: “Aquí por fin hay un poeta / escribiendo un Libro del Gozo, / que sabe cuándo empieza la vida.” Y estos versos me llevan al principio del libro, al origen, a los versos que dan comienzo a este intenso e inmenso poemario: “La vida, / esa extraña / que muchas veces pasa / junto a mí.”. Volvemos a hablar de extrañeza, amiga.

Pero es que, cuando dices: “¡Qué! Como una dueña del mundo.”, me conduce irremediablemente a La Rebeldía porque sentí inevitablemente el pálpito de ese libro tuyo anterior. De hecho, voluntariamente haces un guiño a La Rebeldía al hacer hincapié con estos versos que leí precisamente ahí, y que muy acertadamente los has puesto entre paréntesis: “(pues los poetas y la muerte se parecen / en que restituyen la igualdad / en La Rebeldía).

Hay tanto aquí… Denuncia social, por ejemplo, tan necesaria, cuando tratas a fondo, con apenas unas pinceladas, el tema del Holocausto y la Gran Muralla China. Hablas de la renuncia al poder y de seguir apostando, comprensiblemente, por la justicia. Muy de acuerdo contigo, la literatura es una renuncia al poder. Por cierto, quiero decirte que no soporto el verbo “empoderar” ni sus correspondientes derivados. Aunque es una palabra acuñada con fines reivindicativos que comparto, no me gusta su fea sonoridad, su uso abusivo (ya lo utilizan hasta los bancos) y su significado como variante de otra palabra, “apoderar”, que me parece terrible.

Leyéndote, hasta he pensado en John Muir y en Teresa Wilms Montt. “Hombres sabios / y grandes poetas / se unían a la naturaleza… y de ella creían / seguir formando parte, …”, dices tú. Y dice John Muir en su diario “Mi primer verano en la sierra”, en traducción del poeta y amigo Alberto Chessa: “Fundidos con la naturaleza, ya no somos jóvenes ni viejos, sanos o enfermos: simplemente inmortales.” Sé que puedo andar equivocada, pero es una apreciación mía, algo que me vino, como ese pájaro que tantas veces se posa en mi hombro, y me canta, y me cuenta…

En la página 33 -sé que te encanta este número- leo la segunda parte de tu poema “El columpio a sotavento”. Es impresionante. “¿Pero y el todo a la parte?... ¿También es el todo individuo y memoria?¡Es que si no, no me sirve! / El todo también tiene que ponerse / de mi parte”. Y esto me lleva a lo que te he comentado, a unos versos de Teresa W. M. en los que dice: “Amo la Nada, porque la Nada es Todo, y el Todo soy yo cuando pienso y amo.”

Me he encontrado con imágenes potentes y mucha belleza a lo largo de estas páginas. Pongo como ejemplo el poema titulado “La finca de posidonia” y el “Epílogo a la finca de posidonia”, con el que cierras el libro. Cuánta poesía vive aquí, teniendo en cuenta que la floración de la posidonia es mucho más intensa en el mes de noviembre -un mes por el que sientes preferencia-, y la manera en que concluyes: la duda. Me fío más de los poetas que dudan: “Y asumir el riesgo, / y sentir la incertidumbre, de no saber nunca / si será aceptado, renunciando / a toda seguridad, / y comprendiendo así / el verdadero destino / de la poesía.”

Deseo finalizar esta carta un tanto extensa que hoy te dirijo diciéndote que esta obra me ha llenado tanto que he sentido la necesidad de hacer alusión a unos versos de tu “Epílogo al columpio a sotavento”. Implicas a tu madre de una manera muy sutil: “Le pregunté a mi madre: / ¿Podrías competir / con el manzano? / Y me miró / con estupefacción.” Es impresionante cómo tu madre responde sin necesidad de vocalizar, porque le preguntas por este árbol, y no otro. Le preguntas por el Árbol de la Vida, el Árbol de la Ciencia.

Recibe un abrazo con mi más sincera enhorabuena y mi gratitud por tan valioso regalo.

 

   Ada Soriano

 Orihuela, 6 de agosto de 2024







Ada Soriano nació en Orihuela, el 30 de diciembre de 1963. Ha publicado en 2023 el libro de poemas Línea continua (Ars Poetica, Oviedo). Fue codirectora de la revista de creación literaria Empireuma y miembro fundador de la revista socio-cultural La Lucerna. Ha publicado los volúmenes de entrevistas No dejemos de hablar. Entrevistas a 19 poetas y No dejemos de hablar 2, entrevistas a 24 poetas (Polibea, Madrid, 2019 y 2022 respectivamente). Ha sido incluida en varias antologías y traducida al inglés y al rumano. 

Además del ya citado Línea continua, es autora de los libros Dondequiera que vague el día (Ars poetica, 2018), Cruzar el cielo (2016, Celesta, Madrid), Principio y fin de la soledad (2011, Universidad de Alicante), Como abrir una puerta que da al mar (2000, Orihuela, Biblioteca Pública Loazes) y Luna esplendente o sol que no se oculta, su primer poemario, que publicó en 1996 (Empireuma, Col. Almenara, Orihuela); anterior a este libro había publicado el cuaderno de poemas titulado Anúteba, conjuntamente con el poeta José Luis Zerón Huguet.

 

Para leer la primera parte del dossier dedicado a El pariente lejano, de María Antonia Ortega, donde se incluye el poema "La finca de posidonia" (ver este blog 7-10-2024):

  https://diariopoliticoyliterario.blogspot.com/2024/10/la-finca-de-posidonia-un-poema-de-maria.html

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