TERRALIDAD, poemas de verano 2025
Fulgencio Martínez
Digo lo que he visto…
León Felipe
Digo que lo que he visto:
obsesas figuras de cera, cantantes de sal,
esqueletos sin canto, hombres como palimpsestos
en duermevela o insomnes sobre un ring de boxeo;
anuncios martilleantes, impuras melodías,
fantasmales pulsaciones de un sinfín de solitarios
que apuestan en la mesa del becerro de oro
y siguen ante la ventanilla cerrada otro día más.
Diré lo que sufrimos: oscuros ministros
robando el corazón y las vísceras a todos,
serpientes que hipnotizan con palabras
sin entrañas, ¡y hay tanto cómplice callado!
COMPAÑERA DE LA NOCHE
Y tú, mi compañera.
A. Machado
Al que permanece en soledad
las noches roban los primeros albores
los días son el campo de la ausencia
del ser querido, añorado por tanto espejo,
que el cuerpo robado por las sombras
inesperadamente reaparece
Pero ni los espejos devuelven más de un latido.
La amada es un cadáver, un inacabado poema
que duerme ya entre el ruido de triviales coloquios.
MADRE
Madre,
ocupas el centro de mis recuerdos
cuando miro el acerico, la rosa,
tu silla donde cada tarde te sentabas a coser.
No hay miedo de que el mar los trague.
3-7-2025
LATIDO NUESTRO
Sobre el aire lento de las plazas
acuchillan a las palomas sin espacio
para batir en el corazón. Llegan tiempos
en los que no quieres vivir y buscas
ampararte en la sombra, como Sócrates,
bajo una estatua en el umbral de un gimnasio.
Miras las lisas hojas, los lirios, las sábanas
donde dormisteis tú y tus amadas
alas de antaño, y necesitas
urgentemente vomitar,
o saltar al vacío
o hacerte una solitaria desopilación
para acabar riendo de ti mismo y de todo.
El asombro no es una fruta ácida,
que no ha llegado a sazón;
es el ritmo, el latido de mi cerebro.
La poesía es una lengua muda.
No muerta, pero sí muda,
todavía y siempre, apuntando
a la verdad.
EL POEMA HIJO DE LA ALEGRÍA
1
La alegría es un labio imán
que escasamente luce enfrente.
Sean bienvenidos
por tanto
los atisbos,
las pequeñas y veloces grietas,
las firmes promesas vacuas
y las caricias de algodón sobre la herida.
Pero, sobre todo, sepan
los labios dispuestos a besar
que nunca estamos lejos de ellos
ni hartos, ni intransitivos
(aunque no les roguemos su abordaje).
Vive entre nosotros
un jardín que el otoño ha devastado,
mas se abre a la noticia de la primavera
desde un recuerdo sediento todavía…
2
La terralidad es suficiente motus
para encender los besos.
Al alba, vi el poema como un hijo
que no acaba de vivir. Pacientemente
le animé, le pedí que tomara cuerpo,
y hasta le di mi soplo, una forma.
Sin embargo, algo aún le faltaba
para que el decir fuera de verdad:
querer vivir, desangrarse y rehacerse
en la dudosa luz de la palabra.
Martes 8 de Julio 2025
FULGENCIO MARTÍNEZ
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