Adiós al maestro Alfonso Ussía
LA LIBERTAD DE OPINAR SE DEFIENDE ESCRIBIENDO (ALFONSO USSÍA, JUAN SOTO IVARS)
A Alfonso Ussía, in memoriam. Seguimos, maestro.
Ha muerto el escritor Alfonso Ussía el pasado viernes cinco de diciembre. Un gran conocido mío, Andrés Acedo, admiraba mucho sus textos, llenos de humor satírico, mordaces unos, otros festivos y aun apólogos morales que pudieran leer las jovencitas y los niños. Pues la realidad esa sí que era procaz, gamberra, altanera y de mala nota, la realidad política, económica y social y hasta eclesiástica y militar de la España de su tiempo.
Me refiero a la España de los años 80 y 90, y hasta entrada la primera década de este siglo, dos décadas y pico, que vistas desde hoy (he de decirle a mi amigo Acedo), parecen ya otro cuarto de siglo de plata (el primero sería desde los años 14 -Meditaciones del Quijote, de Ortega-, al 39 -fin de la guerra y exilio-, del siglo XX, en que floreció la cultura española tanto en dictadura, en monarquía como en república).
Yo me he criado oyendo en los 70 la radio: aquellos reportajes de Fauna ibérica, del doctor Félix Rodríguez de la Fuente, los programas de música rock y de cantautores, de Carlos Tena (Para vosotros, jóvenes), las emisiones de radio educativa de la UNED, y Protagonistas, que ocupaba casi toda la mañana (y que solo podía oírlo en sábado o en vacaciones), el programa donde Luis del Olmo entrevistaba a los novelistas que me gustaban, y a otros muchos cuyo nombre oía por primera vez: recuerdo la entrevista a Álvaro Cunqueiro...
Aquella radio continuó mejorando en los ochenta y noventa, con espacios de todo tipo, de información, debate político, deportes, música clásica y moderna (brillaban Radio 1, Radio 3 y Radio 2, las de antes, no las de hoy: sesgadas / segadas por los mandados de los comisarios de Sánchez); la radio de Eduardo Sotillos, Manuel Ferreras, José María García, y de los dos grandes que yo más seguía a la sazón: Iñaki Gabilondo y Luis del Olmo.
El maestro de Ponferrada había llegado a la madurez de su radio con un programa que dejó de emitirse en Radio Nacional pero que incorporó una hora diaria de humor, de tertulia, entre genios: Forges, Tip, José Luis Coll, los Ozores, Chummy Chúmez, y el gran Alfonso Ussía.
Para mí, Alfonso Ussía es, sobre todo, el gran humorista que junto a los citados me hizo pasar horas de felicidad escuchando la radio. Había veces en que, si uno estaba atento a otra cosa, dejaba el asunto que llevara entre manos y se ponía a escuchar a esa pajarera de genios, como no los ha habido desde Mihura y Gila.
Las ocurrencias de Luis Sánchez Pollack "Tip" eran tan hilarantes que me desternillaba; lo mismo les ocurría, en directo, a sus propios colegas de tertulia y hasta a Luis de Olmo se le caían lágrimas de risa sobre el micrófono. Irrepetible aquel congreso de humoristas en el "Debate de la nación", que así era el nombre del espacio en radio Protagonistas.
Así que Alfonso Ussía queda en mi memoria como el creador del personaje radiofónico (luego llevado a libro y película) del marqués de Sotoancho, en aquellos debates que pueden recuperarse hoy gracias a internet:
https://www.youtube.com/playlist?list=PLIjNnb4-HmhR0gAyCS-CJFdgWsbrk2ZeM
Pero no todo era risa y candidez en aquel cuarto de siglo de plata de nuestra democracia. También hubo censura (sobre todo en Radiotelevisión española, véase la eliminación de La clave) y, viniendo a nuestros corderos, sobre nuestro autor, Alfonso Ussía. Que hoy se censure el humor no debería extrañarnos, pues el humor es un arma cargada de presente y de mala conciencia para el poderoso, sea político, estrella mediática o ganadero de toros bravos. Si nosotros escribimos en la senda de nuestros clásicos del humor satírico (el Guevara de El diablo cojuelo, el anónimo de El Lazarillo, el Quevedo de El buscón y Los sueños, el Góngora, el Lope y el Quevedo de sus versos mordaces, lista a la que modernamente habría que añadir Alfonso Ussía) no merecemos en realidad el buen nombre de escritores incómodos, de satíricos, porque no hemos recibido una demanda. Vaya, tampoco es deseable esto.
Tomen nota de la lista negra (no agotada) de demandantes contra la escritura de Alfonso Ussía. En 1979, lo demandó el entonces alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván. A principios de los 80, Leguina, entonces presidente de la Comunidad Autónoma madrileña; en 1991, un concejal de Herri Batasuna, cuya querella fue desestimada; y ya entrado el siglo XXI, el periodista Fernando Delgado y el futbolista Messi. Que Quevedo los confunda.
Cuando el poderoso no logra aparentemente su objetivo con la denuncia, no creamos que lo da por malo. Como el que tira una piedra al estanque, puede que no acierte con la pieza deseada (el escritor) pero logra ahuyentar a los pececillos. Cuando los tribunales no atienden las demandas del poderoso de turno, o cuando las querellas quedan en nada, y aún cuando el escritor objeto de demanda es sancionado pero continúa escribiendo como si tal cosa, el poderoso logra amedrentar e imponer silencio a los que podrían atreverse a hacer lo mismo. Solo algunos raros especímenes de peces, con ese espíritu de escritor de vocación y de talento que tenía Alfonso Ussía, consiguen escapar y no hacer caso a las amenazas. "Por más que con el dedo, / ya tocando la boca o ya la frente, / silencio avises o amenaces miedo", dijo nuestro santo patrono del humor, que este sí pisó dura cárcel.
En la actualidad, en otro orden de cosas, Juan Soto Ivars (vaya nuestra solidaridad, maestro), un escritor aún muy joven, está sufriendo la inquisición barata de unos pobres disfrazados de Torquemadas que han dado en hacer escraches y reventar la difusión de su libro Esto no existe, sobre las denuncias falsas e instrumentales de supuesta violencia de género. Esos restos humanos de pensamiento mágico prehistórico deben pensar que si logran que nadie lea el libro "Esto no existe", volverán inexistente lo que denuncia Juan Soto Ivars.
Fulgencio Martínez
7 de diciembre 2025




El humor y la sátira no pueden perderse en la Literatura.
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