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lunes, 14 de octubre de 2024

“La cuchillada lúcida en el espejo”. Invitación a la antología de Miguel Sánchez-Ortiz “Geografía de la ventura” (Bartleby, edición y prólogo de Alfredo Rodríguez, 2024). Por Fulgencio Martínez. Ágora-Papeles de Arte Gramático. N. 29. Nueva Col / Bibliotheca grammatica

 

 


 

“La cuchillada lúcida en el espejo”. Invitación a la antología de Miguel Sánchez-Ortiz “Geografía de la ventura” (Bartleby, edición y prólogo de Alfredo Rodríguez, 2024)

 

 

Hemos de agradecer a Bartleby y a Alfredo Rodríguez (quien ha cuidado la edición y ha escrito un lúcido prólogo crítico) esta antología poética de Miguel Sánchez-Ostiz, el poeta y novelista navarro. Geografía de la ventura se llama esta antología que ha aparecido en septiembre de 2024. El título es siempre más que una simple etiqueta, en un libro de poesía encierra una perspectiva esencial al contenido de la obra. No es casual -creo- que “Geografía de la ventura” haya sido antes el título de uno de los mejores poemas de este libro de Miguel Sánchez-Ostiz, y que se encuentre el poema que introduce el título en Aquí se detienen, poemario de 1999, “uno de sus mejores libros -leemos en el prólogo de Rodríguez, p. 16, op. cit-, con que el autor “cerraba el corpus que supuso La marca del cuadrante, un libro descomunal que contenía toda su poesía (diez libros) hasta la fecha (…)”. De algún modo rotular con ese título la antología de 2024 representa una llamada de atención a los lectores para que nos fijemos en el nexo con la primera etapa de la voz del autor, y en la continuidad y variación de la evolución poética de este. Después de La marca del cuadrante. Poesía 1979-1999, aparecido en 2000, Sánchez-Ostiz ha publicado tres nuevas entregas de su poesía: Fingimientos y desarraigos (2017), El piano de Hölderlin (2019) y Espuelas para qué os quiero (2022). (Todos esos libros publicados en la editorial Pamiela, de Pamplona. Significativo que Aquí se detienen fuese reeditado, esta vez en Ars Poetica, Oviedo, en 2018).

Así pues, el inteligente y necesario prólogo de Alfredo Rodríguez y el mismo título de la antología están llenos de intención (y también, creo, de riesgo asumido). El propio prologuista, en su estudio crítico, señala algún rasgo que define la diferencia entre la voz de los tres últimos libros publicados por Sánchez-Ostiz y su obra recogida en La marca del cuadrante. Es inevitable que el lector, siempre que tiene delante una antología, donde se muestra una evolución (no en el sentido cualitativo necesariamente, sino solo cronológico), compare, establezca preferencias, detecte modelos y desarrollos repetidos. Incluso los más grandes poetas han sufrido el desdén o incluso menoscabo de alguna parte de su obra tardía, como es el caso de Antonio Machado (Nuevas canciones, fue un libro no bien valorado por el maestro y gran poeta, de un gran libro, Dámaso Alonso, autor de Hijos de la ira; incluso el anterior libro del poeta sevillano, Campos de Castilla, sufrió cierto desdén, por su temática y forma, proveniente de la Generación del 27, en los años 20, antes de orientarse algunos de esos exquisitos poetas hacia la “rehumanización” de la poesía).

Viniendo al caso de la poesía de este libro, Geografía de la ventura, es un gran mérito del volumen editado por Bartleby la apuesta clara por la “evolución” de los libros de Sánchez-Ostiz. La antología es honesta y clara y permite al lector seguir la secuencia cronológica de los libros y poemas correspondientes (a diferencia de otras “confusas” antologías donde el lector tiene que recurrir a la biblioteca o a su memoria). Honesta, clara, es decir, bella, y también poéticamente acertada en cuanto sugiere una voz continua, un poeta-río, como es Miguel Sánchez-Ostiz, desde su primer libro hasta el último por ahora publicado.

Pero, como dijimos unas líneas arriba, hay el riesgo de que el lector compare, apruebe o rechace, tenga más en valor lo nuevo o lo de atrás, aquello que estimaba la cumbre de la poesía de Sánchez-Ostiz, en cuanto a tono, intención, emoción, personalidad y acierto artístico, o, por el contrario, aquello que ahora aquí le ha sorprendido, conociéndolo por primera vez o, incluso, en segunda o tercera lectura. Porque también el lector, como el autor, crea y sanciona, según su estado de ánimo.

He de decir varias cosas sobre este libro (ya saben que lo mío sólo es un comentario personal, valga la redundancia; un comentario de un lector):

Me han parecido excelentes muchos de los poemas de Sánchez-Ostiz, pero si tuviera que hacer mi propia selección, me quedaría con unos veinte o veinticinco, que son, en mi opinión, de lo mejor de la poesía escrita en los últimos cuarenta años. Sin duda, este poeta representa una de las voces imprescindibles de esa generación perdida que yo llamo la “generación de la democracia”, que surgió a finales de los 70 y principios de los 80, y que tiene un estudio pendiente, incluso su desencanto político, su rebeldía moral, no tiene parangón con el desencanto de algunos malditos de los “novísimos”, y tampoco se ha estudiado su recorrido, los variados registros de la voz de cada uno de estos poetas casi silenciados en la España cultural oficial. Algunos de ellos y ellas (pienso en Dionisia García, que empezó también a publicar en los 70), siguieron escribiendo, al margen de los olvidos interesados.

Esos poemas que me gustan tanto son “Y qué dirás”, “Valor para ese día”, y, sobre todo, “Memoria de peregrino”, el mejor de esta serie, por su originalidad y su aire “barojiano” (Camino de perfección, aquí Fernando Ossorio y el alemán suben una montaña, en el poema, es el peregrino; al final, solo queda el camino). Los tres poemas pertenecen al primer libro de Miguel Sánchez-Ostiz: Pórtico de la fuga (1979):

  Así como el obcecado peregrino

  llega al término de su viaje

  y se muestra inquieto, desconcertado

  ante la tumba o la imagen o la reliquia que buscó,

  porque ha olvidado su ruego o su conjuro

  o el hechizo y los dones que buscaba (…)

  Ahora demora el regreso,

  pues, ¿qué hará luego?

 Así te hallarás tú,

  cuando alcances la desconocida presa

 que tanto codicias”.

 

No quiero cansar al lector trayéndole todos los poemas que subrayaría. Le anticipo que pertenecen a libros de todas las etapas “evolutivas” de la poesía de Sánchez-Ostiz.

Ya, tras este magistral texto, de su primer libro, donde está una voz original, el poeta publica dos libros destacables escritos en los 80: El viaje de los comediantes, de 1982, y De un paseante solitario, de 1985. (Libros recogidos, como sabemos, en La marca del cuadrante, de 2000). Si cito el primero de ellos y sobre todo el poema antologado perteneciente a ese libro, “Llévame al fin del mundo”, es por mencionar el recurso a las “máscaras” del yo poético que bien destaca Rodríguez en el prólogo: el aventurero, el marino en especial, el comediante, etc, y sobre todo, para indicar el contraste entre la temática y el tono de poemas de ese libro (y de otros) que abrazan optimísticamente la “ventura” (que no es, sin más, la “aventura”), y otros, como los de un gran libro, De un paseante solitario, donde la voz se recoge en sí misma. Ambos movimientos son artísticamente complementarios, pero, creo, que el poeta logra sus mejores poemas en este otro registro, donde la melancolía, la autoconciencia y la percepción del paso del tiempo, le conducen a unos poemas de honda palpitación secreta, y de una redondez, casi estaríamos tentados a decir, clásica. Poemas como “Del regreso”, “Otoñal”, “Como polvo suspendido en el aire”. Creo que ahí está el hilo que lleva, más adelante, en los siguientes libros, a anudar las dos caras, los dos movimientos (expansivo e introspectivo) de esta poesía; cuyo resultado son extraordinarios poemas de Reinos imaginarios (libro de 1986), todos los antologados; para muestra destaco “Última partida”, del que reproduzco el cierre:

 

          Solo hay un hombre que teme a la muerte

            y a veces también a esa vida

            que afirma amar intensamente

            y entre tanto espera y vela

            y vive como mejor sabe.

 

La tendencia casi en casi todos los poemas es a la meditación, al monólogo, a veces desdoblado en diálogo con un tú profundo; la meditación, cauce principal de comunicación, se presenta formalmente en una versificación continua, monoestrófica.

 

Destacaría otros poemas, bastantes más, como el citado al principio, “Geografía de la ventura”:

    (…no tienes otra tierra incógnita

          ni otra geografía ni otra patria

          que la noche y estas palabras  (…)

 

Pero, si tuviera que quedarme con un solo poema, y con un único verso, de esta antología, iría a uno de los poemas finales, de Espuelas para qué os quiero, de 2022 (último libro de los publicados y recogidos en esta selección).

 

Se llama “Muriático de tinta”, y creo que el verso final del poema es insuperable. Lo reproduzco íntegro (por su brevedad):

 

          Mejor inventar que hacer recuento

            e inventariar la nada, la poca cosa,

            lo vivido a medias en horas bajas.

            Mejor el narcótico de los castillos en el aire,

            el trago duro de muriático de tinta

            que la torva realidad del poeta herido.

            Mejor que simular heroicidades de matasiete

            o el coraje de vivir a contrapelo,

            la cuchillada lúcida en el espejo.

 

 

¡Bueno! Creo que sobran mis palabras, lector.

 

 

Fulgencio Martínez

 








Fulgencio Martínez, editor de la revista Ágora-Papeles de Arte Gramático, digital. Autor de libros de poemas como La segunda persona (Ars poetica, 2021), León busca gacela (Renacimiento, 2009), la antología La escritura plural, 33 poetas entre la dispersión y la continuidad de una cultura (Ars poetica, 2019) y de un ensayo sobre la filosofía y la poesía de Antonio Machado, publicado por la Universidad Católica de Pernambuco (Recife, Brasil).

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