Sabemos que la patria es algo que se hace constantemente y se conserva sólo por la cultura y el trabajo.
Antonio Machado
«Nuestro patriotismo y la marcha de Cádiz»
Los últimos años de vida española han cambiado profundamente nuestra psicología. Acabamos de cosechar muy amargos frutos; y el recuerdo del reciente desastre nacional, surge en nuestro espíritu como una nube negra que nos vela el épico sol de otros días.
Tras un largo período de profunda inconsciencia, en que
no faltaron lauros para los viejos héroes, ni patrióticas charangas, ni
cantos de cuartel, perdimos —como todos sabéis— los preciosos restos de
nuestro imperio colonial. Fue éste un golpe previsto por una minoría
inteligente y que sorprendió a los más. Imaginaos al pueblo español como
a un hombre que, inesperadamente, recibiera un fuerte garrotazo en la
cabeza, cayera a tierra sin sentido y, al recobrarlo, le levantara
preguntando: ¿Dónde estoy?
Comenzamos a despertar y a mirar en torno nuestro. Acaso, el golpe recibido nos pondrá en contacto con nuestra conciencia.
Por lo pronto, nuestro patriotismo ha cambiado de rumbo y
de cauce. Sabemos ya que no se puede vivir ni del esfuerzo, ni de la
virtud, ni de la fortuna de nuestros abuelos; que la misma vida
parasitaria no puede nutrirse de cosa tan inconsciente como el recuerdo;
que las más remotas posibilidades del porvenir distan menos de nosotros
que las realidades muertas en nuestras manos.
Luchamos por libertarnos
del culto supersticioso del pasado.
¿Nos sirvió, acaso, el heroísmo de Castro y Palafox,
defensores de Gerona y Zaragoza, para salvar nuestro prestigio en
jornadas recientes que no quiero recordar? ¿Vendría en nuestra ayuda la
tizona de Rodrigo, si tuviéramos que luchar otra vez con la morisma? No
creemos ya en los milagros de la leyenda heroica.
Somos los hijos de una tierra pobre e ignorante, de una tierra donde todo está por hacer. He aquí lo que sabemos.
Y preferimos esta triste verdad a las estrofas
fanfarronas de aquel poeta, que encarándose con España, le decía, entre
otras cosas:
… porque indómitos y fieros,
saben hacer sus vasallos
frenos para sus caballos
de los cetros extranjeros.
saben hacer sus vasallos
frenos para sus caballos
de los cetros extranjeros.
Sabemos que esto no es verdad. Y cuando en versos del mismo poeta leemos:
… que no puede esclavo ser
pueblo que sabe morir…
pueblo que sabe morir…
Sonreímos amargamente pensando que, si nuestro pueblo no
sabe otra cosa, será siempre esclavo; porque la libertad se basa en la
virtud contraria; en saber vivir, precisamente en lo que pretenden
ignorar esos vasallos indómitos y fieros.
Sabemos que la patria no es una finca heredada de
nuestros abuelos; buena no más para ser defendida a la hora de la
invasión extranjera. Sabemos que la patria es algo que se hace
constantemente y se conserva sólo por la cultura y el trabajo. El pueblo
que la descuida o la abandona, la pierde, aunque sepa morir.
Sabemos
que no es patria el suelo que se pisa, sino el suelo que se labra: que
no basta vivir sobre él, sino para él; que allí donde no existe huella
del esfuerzo humano, no hay patria, ni siquiera región, sino una tierra
estéril, que tanto puede ser nuestra como de los buitres o de las
águilas que sobre ella se ciernen. ¿Llamaréis patria a los calcáreos
montes, hoy desnudos, y antaño cubiertos de espesos bosques, que rodean
esta vieja y noble ciudad? Eso es un pedazo de planeta por donde los
hombres han pasado, no para hacer patria, sino para deshacerla. No sois
patriotas pensando que algunos sabréis morir por defender estos pelados
cascotes; lo seréis acudiendo con el árbol o con la semilla, con la reja
del arado o con el pico del minero a esos parajes sombríos y desolados,
donde la patria está por hacer.
Hoy que removemos las nobles cenizas de los héroes de
1808, rindámosles el homenaje serio y respetuoso que merecen. Ellos
conservaron, a costa de su sangre, la tierra que hoy debemos labrar. No
insultemos su memoria con vanidosas fanfarronadas, ni hagamos resurgir
aquella profunda inconsciencia que, al son de la marcha de Cádiz nos
llevó a perder nuestras colonias. Convencidos de que sabemos morir —que
ya es saber— procuremos ahora aprender a vivir, si hemos de conservar lo
poco que aún tenemos”
ANTONIO MACHADO
2-5-1908
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