EL SEÑOR LÓPEZ, EL TERCER HOMBRE Y LA LECTURA FRÁGIL
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Hoy en día, cuanto más se habla y se escribe menos se lee, se escucha, se razona y se piensa. Esto, que es una evidente paradoja, me parece que es también una verdad sociológica, si se me permite la exageración.
Los viejos medios de comunicación han tomado hace tiempo buena nota de este hecho y en consecuencia dedican más atención informativa al anecdotario que al fondo, y más a la glosa de las imágenes que a los argumentos. Lo comprobamos hace unos pocos días, cuando tomó posesión de la presidencia del Congreso el señor Patxi López. No hubo apenas cobertura mediática del discurso de intenciones y responsabilidades de la tercera autoridad de la Nación. Parece que se cree que las palabras son siempre fútiles, superficiales, incluso cuando se dicen en tan solemne ocasión y ante la apertura de unas Cortes españolas y de un ciclo político que se adivina de extraordinaria trascendencia para el futuro de nuestro país.
Sabemos que este país está endeudado hasta las cejas, para varias generaciones, que su deuda externa llega a lo incierto, y que no sabemos quién va a pagarla: si el conjunto solidario de los españoles o solo la parte que quede del mismo.
Y sabemos que las pensiones de nuestros mayores, la caja de la seguridad social, y, en fin, las posibles reservas para afrontar las desigualdades sociales, todo eso depende del trabajo de todos, de la solidaridad de los españoles, antes que de los gobiernos de turno. Si lo primero falla, da igual el propósito con que venga un eventual Gobierno.
Y convencidos de que hasta aquí se han cometido errores graves, comprobamos cada día más el hecho de que la corrupción no ha sido solo económica (no solo se han llevado dinero los políticos y empresarios corrompidos). La maldita corrupcíón ha campado en las instituciones, en la falta de independencia de los poderes del Estado, y en la perversión de los principios constitucionales. Aún nadie se escandaliza de que los políticos se hicieran cómplices necesarios de los privilegios de unos territorios sobre otros.
Hoy, ante el silencio acomplejado o táctico de un "gobierno en funciones", estamos atentos a la primera autoridad del Estado, el Rey, y a la tercera autoridad, el señor López.
Pues bien, el Rey ha dado al menos una muestra de su enojo institucional, al no recibir a los que pretenden erigirse en salvapatrias de una parte del Estado español, robándole el protagonismo al pueblo soberano.
De la tercera autoridad, que es, por cierto, un socialista (no sabemos mediante qué apaños o juego de partidos), aún esperamos la palabra que proceda.
Y como este artículo comenzó diciendo que hoy se escribe y se habla mucho pero se lee y se escucha casi nada, terminaré refiriéndome a las redes sociales. ¿A lo mejor diréis que ahí sí se lee, se escucha y razona?
Risa habemus.
Fulgencio Martínez
Esto es hablar claro, y en estos tiempos de terror lo que hace falta es hablar claro. Un abrazo Fulgencio.
ResponderEliminarGracias, Jesús, por tu comentario. Se echa de menos en efecto el hablar claro, quizá porque no se piensa claro. Menos mal que quedan personas como tú y algunos que aunque a veces estamos cansados ya de hablar, seguimos.
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