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domingo, 26 de junio de 2016

REIVINDICACIÓN DE LA ILUSTRACIÓN CRÍTICA ESPAÑOLA. CARTA A MANUEL GARCÍA VIÑÓ




CARTA A MANUEL GARCÍA VIÑÓ.
REIVINDICACIÓN DE LA ILUSTRACIÓN CRÍTICA ESPAÑOLA. MI POSICIÓN ANTE LA POESÍA Y LA LITERATURA, SOBRE LA CUESTIÓN PALESTINA Y EL INGLÉS, Y OTRAS COSAS QUE VERÁ EL CURIOSO LECTOR


Primero, decirte que busqué un libro tuyo en la biblioteca regional de Murcia: Novela española actual, de 1986, creo.  Libro que mantiene su vigencia en la actualidad. Me considero un aprendiz en la novela, en el relato, en general, tanto en la práctica (tengo un librito inédito de relatos, al que algún día le daré una mano final, aunque cada cierto tiempo lo rehago); como en la crítica y el estudio. Me he ido siempre más hacia la poesía. Estudié filosofía, aunque he sido y soy un lector ferviente de literatura. Hace un par de años terminé Filología Hispánica por la Uned, que era un ansia mía de antes: disfruté con el estudio de mis poetas y mis novelistas, y me voy poniendo al día en crítica y en filología, poco a poco. Mi formación filosófica parte más de Derrida y de los franceses, y en el fondo, de Heidegger (La esencia del arte y otros ensayos suyos sobre Rilke, Hölderlin es lo que más aprecio).

Me resulta curioso pero quizá el énfasis que pongo en reivindicar el compromiso en poesía con lo histórico, y con el presente-futuro (poner el foco en el futuro) quizá haga que se piense que tengo una visión unilateral -¿tal vez marxiana o marxista de la literatura o de la poesía en concreto?-  Ya están muchos compadres con la etiqueta al canto. No. A mí me gusta toda la buena poesía, aunque disfruto de la grande (Hölderlin, San Juan de la Cruz, Pessoa, Quevedo... a quien adoro en todo, y mucho por su poesía satírica, en mi blog hay una sección quevediana: billete contra el gobierno), y amo a Góngora, pero sobre todo la poesía oral, el habla, el Arcipreste de Hita, Villon, y toda esa mala hierba encantadora.

Pero la poesía hoy, y más la española, pienso yo, ha de dejar un rato al menos su egocentrismo lírico, esos "mundos interiores" que tanto nos entretienen o nos gustan. Decía yo, como sin querer, en un libro (Prueba de sabor, que está en Renacimiento):
 
                             "De la esclavitud silenciosa /que sufren los trabajadores/ bajo la nueva tiranía/ del poderoso Don Dinero/ poco se escribe.
                         ¿No se escribe porque no se lee / o quizá, porque como tema/ de una poesía/ hoy no interesa....

                          Ten por seguro /que nos quieren/ mano de obra sumisa/ mal pagada y contenta.
                          Que el poeta hable/ de sus mundos interiores./ La poesía no debe ser política...
          
                           Otro cantar quisiéramos....”

 
Vivo una cierta contradicción, pues, aunque me parecen buenos poetas aquellos que hablan desde su torre de marfil, considero que en la poesía es imprescindible la tensión erótica, es decir, la lucha con lo real por parte del sujeto poético:  con cualquier forma de entender una realidad- obstáculo que supera al poeta individual.
Ese eros-lucha se da en grado máximo en la gran mistíca, donde hay celos, quejas, hasta ese toque humano de reproches y de chantaje emocional: “¿adónde te escondiste/ amado y me dejaste/ con gemido... “  Hay erotismo a raudales en ese forcejeo y rendirse reprochándose y chantajeándose, y ocultarse. Ya sabemos, desde Denis de Rougemont, lo que da el obstáculo en la novela y en el eros de occidente; sin eso no hay pasión erótica, solo poemas de amor sentimentales, válidos, sí, pero no de aquella estirpe.

Decía que vivo en una cierta contradicción (aparente) porque me parecen buenos poetas pero no me interesan nada.
No llego al punto de decir aquello que decía Quintana: que si leemos la poesía española no nos enteramos nada de la historia de España. Precisamente, algunos poemas de Góngora (tan puntuales y periodísticos, “A la mamora…”, por ejemplo) o de Quevedo, lo desmienten. Me interesa, sobre todo, la poesía del siglo XVIII (algunos poemas de Jovellanos y Meléndez, y el genio de Leandro F. Moratín... coincido en esto con mi maestro y amigo Guillermo Carnero, aunque él toma la parte de la forma y no -en apariencia- entra a su calado filosófico y político).
Como ves, reivindico la ilustración crítica y lo hago de forma crítica con la herencia ilustrada, pero mucho más con la burguesía literaria (ay esa generación del 27 cuánto ha dañado la literatura española, y más porque los tipos eran grandes, grandísimos poetas. Por cierto, con Cernuda tengo muchísimo amor, sobre todo con el Cernuda del exilio, y con un libro Desolación de la quimera. Pero Las nubes es magistral. Menos, con Alberti, y sobre todo, con Machado, Antonio (su hermano era un genio particular, pero Antonio es el maestro y la genialidad tanto filosófica como poética del siglo XX español). Y admiro y me guía Miguel Hernández.
Miguel Hernández es un caso único. No burgués -como García Lorca, al que aprecio muchísimo, pero Miguel va más allá: solo el verso de Miguel más humillado que bello, pone lo bello burgués a cien metros bajo tierra. La dignidad humana, la justicia son los nuevos valores estéticos y los de siempre, desde Platón. Lo bello es y era lo bueno y justo. Ante todo esto, lo burgués queda en su sitio, nos tiene contaminados por el gusto, vale, pero nuestro pensamiento va más allá.
En novela no te puedo decir con igual o algo parecida opinión meditada. Hay una cuestión teórica a la que siempre he dado vuelta: ¿por qué Sartre, en su ¿Qué es la literatura?, excluye a la poesía de la llamada al compromiso?
Es la novela, el teatro y el ensayo los que asumen la función histórica del compromiso. Eso es un resto burgués: la poesía siempre nos queda como reino aparte estético, es más: incluso el dogma -seguido por poetas "comprometidos", aun hoy, como es, según él, García Montero, el prejuicio -digo- de separar obra y hombre. Lo ético, el compromiso está bien -dicen- para la vida personal, civil, para el hombre; la obra ha de ser aséptica, lo ideológico, lo político, lo ético la desvirtúa estéticamente; es más: según dogma del 27 y siguientes hasta hoy una obra con ideas, ideales, ética con opiniones y todo lo que quieras poner según instinto del escritor es, a priori, apoética. Es mentira: es el esteticismo burgués que deja al arte una función desvitalizada, deshumanizada y descontextualizada.

Más política e ideología que hay en Dante o en Homero...imposible. Son obras grandes porque no se les puede quitar su ideología. No como decía Eliot: que nos daría igual que fuera esa u otra ideología, pues el efecto estético las envuelve. No. Es al revés.

¿Cómo deshacernos de la crítica burguesa y de sus mundos y pensamientos únicos? Hay que leer ciencia (Einstein), hay que leer otras visiones críticas. Como me dijo Guillerno Carnero, a propósito de los románticos alemanes (Friedrich Schlegel) e ingleses: tuvieron la suerte de estar acompañados por los mejores críticos. La crítica es lo que da y hacer el valor literario y crea las perspectivas. Él se quejaba de que su generación, la del 70, no tuvo crítica en España. Hoy comienzan a verse, con perspectiva, algunos logros de esa generación desde la óptica histórica europea, del mayo del 68 y los aires de cambio en todo que trajo...

Me gustaría recibir algunos de tus libros sobre la novela. Yo te enviaré también algunos libros míos de poesía.

Como adelanto, te envío esto que está inédito y quizá, si no hay censura, se publique este año. Le llamo Cancionero y rimas burlescas, es un cancionero de mi ortónimo Andrés Acedo, un libro diferente que ha sido ilustrado con poemas visuales, y es de poesía amarga y satírica sobre el tiempo que vivimos.

Le escribiré a Juan Zapato enviándole tu poema. Gracias por la confianza. Yo creo que tanto él, como los poetas que me gustan en Israel, son pacíficos y detestan la violencia antirrevolucionaria. Yo aquí en España veo también mucha hipocresía respecto a Israel, sobre todo en la progre... Es como los que dicen Euskalerría, Catalunya, Palestina como estados, pero nunca han sido tales; vale como utopías, y ahí todo derecho a luchar por ello, pero no tienen ningún derecho histórico sobre tierra o estado, pues, aparte de que jamás ha valido el derecho histórico (salvo para la muda constitución española aún actual, manipulada ab origine por las oligarquías nacionalistas que obtuvieran sus prebendas basándose en dicho supuesto, y que no les basta), si valiera el derecho histórico los romanos reivindicarían Palestina, Marruecos, Libia, etc, que eran provincias de su imperio, y los incas el Perú, y antes otros más atrás reivindicarían lo de éstos, etc). Pero es que, además, no hubo nunca un Estado palestino al que haya invadido o reprimido Israel. Eso por un lado. Luego, evidentemente, el dolor, el mal que se hace a inocentes, a niños es injustificable: no hay ninguna filosofía, ética ni menos religión ni política que lo justifique. Los judíos de Israel no son todos iguales, ni fanáticos ultrarreligiosos, que los hay, sí, y también entre ellos hay bandidos, usureros malos, inhumanos, y, por supuesto, mucha buena gente. El criptoantisemitismo español está también. En fin, que en estas cuestiones es difícil -además de lo ideológico pasional- de darle toda la razón a unos sobre otros. Yo, emotivamente, me considero judío español y árabe español, y donde español digo romano, no de la iglesia, sino romano de Catulo y de Horacio. ¿Sólo con que se dé cuenta el mundo que escribe en latín y suma y resta en números árabes? ¿Qué sería de Bill Gates sin la escritura alfa (bética) numérica? 

Los ingleses, por ejemplo, semianalfabetos aún hoy... que aún escriben mal el latín, y pronuncia i cuando escriben e... etc. A mis alumnos les diverte mucho que les diga eso y también que sé que los jodidos ingleses, alemanes, etc, que escriben en latín, hostias, nunca van a dar su brazo a torcer y a reconocer que lo leen mal y lo hablan peor. Si el monje que les enseñó a escribir en latín les hubiera dado dos leches...por leer mal lo escrito...no tendrían tantos problemas como tienen los chicos al aprender el inglés. "Peter", y dicen Piter, serán bizcos... Coño, que escriban Piter y dejen de marear.


Un abrazo, amigo Manuel


Fulgencio Martínez

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