Publicado en La crónica del pajarito, 19-6-2016
www.lacronicadelpajarito.es/domingo/hacia-todo-mas-claro-una-introduccion-a-poesia-pedro-salinas
www.lacronicadelpajarito.es/domingo/hacia-todo-mas-claro-una-introduccion-a-poesia-pedro-salinas
Hacia TODO MÁS
CLARO . Una introducción a la poesía de Pedro Salinas
Por Fulgencio Martínez
Homenaje al profesor D. Francisco Javier Díez de Revenga
Propusimos hacer una
lectura de la poesía de Salinas desde hoy. De forma algo personal en la
elección, enfocaré la investigación en su libro Todo más claro y otros
poemas (1949). Esta obra está elegida no solo por ser la que, creo, dialoga
hoy con muchas de las preocupaciones de los hombres del siglo XXI, sino también
porque encierra, en su riqueza temática, un campo de estudio para el análisis
del contrapunto en Salinas. De algún modo contiene la suma de todos los
elementos de su poesía: los del amor y el seguro azar, de sus primeros libros,
más el componente de la preocupación social, cívica, humanística, expresamente
vinculado a una poesía que reflexiona sobre el destino de la
cultura.
En esta obra, en sus
quince poemas (claramente individualizados cada uno de ellos, de estructura y
desarrollo amplio, a veces dramatizaciones de una meditación sobre motivos e
inquietudes propios del poeta y a la vez colectivos), el contrapunto hace
convivir diferentes actitudes: evasión, confianza, frente a inquietud, terror
incluso. Sobresale la lucha interna por aclararse el poeta sus vivencias:
fluctuando entre la evasión, la sublimación y justificación, la confesión, el
arrepentimiento, el perdón, la inocencia, la culpabilidad (nos referimos no solo
a sus viviencias amorosas sino a su vivencia más profunda: la poesía, la
dedicación y justificación de su vida, al margen de la realidad y el compromiso
cívico y social); y por otro lado, la nueva actitud de compromiso, de
preocupación colectiva y de arraigo de la poesía en la verdad que transforma el
mundo o, al menos, mantiene un signo de
esperanza.
Es cierto que en los
libros anteriores a Todo más claro…podemos encontrar elementos de
sensibilidad social, crítica de la cultura contemporánea, y preocupación por el
destino humano.
En algunos poemas de
Largo lamento (1936-1938) aparecen ya claras huellas de
existencialismo. El libro, continuación del ciclo amoroso La voz a ti
debida y Razón de amor, no fue publicado en vida de Salinas. Suponía
el broche del aquel “cancionero sentimental”, en realidad supuso un “puente”
(Montserrat Escartin[1]) a otra etapa de su obra.
Largo lamento es una elegía de despedida, contenida entre un tono de
reflexión existencial y los tonos típicos de Salinas de la sublimación
trascendente, que justifica la experiencia del amor, cuando falta su realidad
efectiva, igual que la trascendencia de la poesía; y la espiritualización e
incluso el entusiasmo vitalista, a ráfagas, de sus anteriores libros. Un poema
como “Volverse sombra”, de honda desolación, contrasta con otro como “Los
puentes”, de cierta esperanza vital cifrada en la continuidad de lo que ha dado
sentido al poeta, en los puentes y su contemplación, cifras de la
espiritualización del mirar sobre el sentimiento amoroso: un mirar interior, por
el que pervive el recuerdo, aceptado ya como la vida verdadera del amor.
Se desprende, en todo caso, una reflexión existencial sobre el fracaso humano
(el hombre es una “pasión inútil”, dirá Sartre), la imposibilidad de la realización
plena.
El
contemplado es un libro escrito por
Salinas frente al mar de San Juan de Puerto Rico. En él se recoge el Salinas
contemplativo. Sin embargo, en una de sus últimas “Variaciones" (la Variación
XII, Civitas Dei, partes II y III) encontramos la nota discordante de la
civilización moderna. “ La nada tiene prisa”. Aparecen las alusiones críticas
–incluso satíricas- a la ciudad moderna, Nueva York[2] , a la prisa, la oficina;
motivos que claramente aparecerán luego en el libro Todo más
claro…
Pero, además es de
señalar en esta Variación XII la presencia de ángulos e imágenes típicas de
Pedro Salinas en su última etapa: la Variación tiene algo así como una vocación
de égloga, imposible; se alude a las orillas (imposibles orillas de una ciudad
donde todo sucumbe a la prisa; esas orillas, las aceras, en analogía con las
riberas de un río: no hay tiempo para caminar ni para contemplar desde los
márgenes; en definitiva, el poema es, en realidad, una anti-égloga, que recuerda
a varios poemas de TMC (en adelante, por “Todo más claro y otros poemas”):
“Hombre en la orilla” y “Nocturno de los avisos”. En la poesía del anterior
ciclo saliniano, las imágenes de la torre, de las ventanas, expresaban
simplemente la afición de Salinas a la contemplación. Salinas, en su
correspondencia con Guillén, confiesa su vieja querencia por las ventanas. La
torre o las ventanas son símbolos de la poesía simbolista. (“Chanson de la plus
haute tour”, de Rimbaud; o las ventanas en
la poesía de Mallarmé). Expresan una
necesidad de distancia para tener perspectiva tanto del exterior como hacia el
interior. En la poesía de Salinas, de esta época, cada vez más de calado
humanista, expresan -siempre bajo el signo del hombre en la orilla, bajo cierto
apartamiento- una demanda y una queja profunda hacia la civilización moderna,
que ha consagrado la velocidad y odia la meditación. Solo se puede tener calma,
perspectiva, espacio para la conciencia humana cuando se dan previamente las
condiciones: ventanas, orillas. La orilla hace al contemplador. Son,
precisamente, esos orillas –torres, ventanas, puentes, etc- lo que la
civilización mecánica ha absorbido, negándole su posibilidad de ser medios de
realización auténtica y de contemplación. La defensa de la contemplación –frente
a la acción, sobre todo, la estúpida y mecanizada- va implícita en esta crítica
–satírico-moral, como acierta a ver el profesor F.
J. Díez de Revenga[3]
.
No hay que esperar, pues,
a TMC para encontrarnos estos elementos discordantes –y al fin,
contrapuntísticos, pues se subordinarán finalmente a la armonía saliniana, nunca
mejor expresada que con los términos “seguro azar”, dada su condición casi
“impalpable”, o a veces inaudible, en el desconcierto del mundo. Y tampoco hay
que esperar a la visión satírico-moral que se halla plenamente expresa en el
poema “Nocturno de los avisos”, analizado en el libro del profesor Díez de
Revenga.
Antes de abandonar El
contemplado, queremos anotar en Salinas una vivencia fuerte de la
contemplación. Estaríamos tentados a hablar, en analogía con Unamuno, de un
Salinas contemplativo. (Y a establecer, por tanto, esa especie de escisión entre
hombre de acción y hombre de contemplación, que vio en Unamuno Blanco Aguinaga). Creemos que las cosas son más
complejas, desde la perspectiva del contrapunto. En Salinas, la acción no
siempre es mecánica y estúpida, y por tanto no se opone siempre a contemplación.
Más aun: la acción es, en él, vital y la presenta, sobre todo en sus primeros
libros, con un muy atractivo tono vitalista (Presagios, Seguro
azar, La voz a ti debida), tono siempre presente aun en todo Salinas.
Incluso, aquellas imágenes simbolistas reconvertidas en signos críticos
humanistas, de la ventana, la torre, la isla, pasan a segundo plano frente a los
“pronombres”, en un poema muy característico del primer Salinas: “Para
vivir no quiero / islas, palacios, nombres./ ¡Qué alegría más alta/ vivir en
los pronombres”. Rechaza el poeta vitalista
todo aquello (incluso el lenguaje, los nombres) que le mediatice la experiencia
directa, la emoción viva, en suma, todo lo que previene o codifica el azar. Se
puede decir que la contemplación solo aparece como sustituto de la viva
experiencia, de esa praxis o acción vital, que intensamente se le ofrece en el
amor.
Solo cuando la acción pasa a ser vista (en el ciclo último) como mecánica y desvitalizada, se acentúa su contraste con la contemplación, después de haber transformado la espiritualización y la crítica humanista al mundo moderno las imágenes salinianas.El contemplado fue escrito en un corto espacio de tiempo (entre 1943 y 1944), años en los que también estaba Salinas escribiendo TMC. Coinciden ambos libros en el autor cuyas citas hacen de lema a ambas obras: Jorge Guillén. En El contemplado la cita guilleniana alude a palabras claves en este ciclo de Salinas: la armonía, la luz que “guía bien”: encontraremos esa misma “luz” en la cita de TMC. Se advertirá, ahora, que desde aquí las imágenes vitalistas salinianas se harán más espirituales: el “seguro azar” será ahora la “luz” que “guía bien”, hasta hacerle al poeta, finalmente, reencontrar su “confianza” en la armonía del mundo, como expresará en su última obra.
NOTAS
[1] Introducción a la poesía completa de Pedro Salinas. En Obras completas de Pedro Salinas I. Poesía (Cátedra).
[2] Cf. Julio Neira: Historia poética de Nueva York en la España contemporánea. (Cátedra).
[3] F. J. Díez de Revenga: Los poetas del 27, clásicos y modernos. (Ediciones Tres Fronteras. Col. Estudios críticos).
No hay comentarios:
Publicar un comentario