AFORISMOS DE REENTRADA
(Este texto se publicó a primeros de Septiembre en el diario LA OPINIÓN DE MURCIA. Los aforismos pertenecen a la sección Bordes de arena del libro Cancionero y rimas burlescas (Renacimiento, Sevilla, 2014).
Quisiera compartir con el lector de La Opinión estos pensamientos, escritos
a modo de aforismos. El humor lúcido quizá sirva a alguien para mantenerse en
buena forma ante el curso político que se avecina:
El orden del mundo actual,
sinceramente, no existe. Es una fábula que ya ha sucedido.
Ninguna de las personas que
se llaman hoy políticos resistiría la prueba del autoexilio que se impuso Arístides, a exigencias de la
honestidad, al escribir su nombre en la ostraca por petición de un ciudadano
iletrado, quien, por otra parte, ignoraba que aquel justo era Arístides.
Los vaticinios se parecen
cada vez más a los resultados. Dominan hoy los augures, no la libertad de voto.
Cada día mi trabajo se
acerca con una careta más feroz, me comerá, tal vez. Enseña a niños y llegarás
a tener miedo.
El futuro de una generación
que comienza a vivir lo deciden en sus banquetes. Esa política les da buenas
digestiones.
Hay, sobre todo, un coro
sumiso, y un ladrón que hace el pino en la calle. ¿De qué país hablas? Oigo al
coro interrogarme.
La hora pasada se deja coger
de nuevo, la oportunidad perdida vuelve a presentarse, lo que superó su fecha de caducidad se puede
comer. A la argucia del ministro acudamos solo a última hora, o extra límite.
Mientras tanto, seamos sensatos y moderadamente optimistas.
Buscaros un refugio contra
los lobos. Están ahí fuera.
Ya no hay casas con paredes
maestras. Ven televisión también los muros.
Quien quiera guardar su
intimidad debe saber abstenerse trescientos sesenta y cinco días.
Los inventores de nuestra
compañía, a veces nos deberían dejar solos, por probar si así sabemos volver
sin sus receptores.
Meten hipotecas difusas al
pensar, propagan el refinamiento y lo achatan todo.
Permanece de pie, aunque el
cuello no dé para mucho más.
Nueve de cada diez de las
verdades en las que creemos, no tienen suerte. La única, descreída, sale
verdadera.
Mentirijillas que eran unas
pocas monedas en la hucha. Valían más, cuando éramos niños, las cosas.
Más que a un loco anónimo,
teme a un pirado que esté al timón.
Desconfía de los que quieren
mandar a todos. Suelen ser autocandidatos a enriquecerse ellos.
Mienten porque, de lo
contrario, despertarían. También la naturaleza los ha creado, como fantasmas.
A bandadas ocupan los
ascensores.
Son comensales y príncipes
de las mareas.
Senadores, comprados;
comerciantes, que cambian por moneda falsa la buena.
Mientras los escuchaba, me
curé de un sabañón con la risa.
Este Sócrates hortelano.
Cambio la escritura por la
agricultura.
Fulgencio Martínez
Profesor de filosofía y (al parecer) escritor.
ÁGORA DIGITAL SEPTIEMBRE 2014
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