Beethoven
HIMNO DE EUROPA
Beethoveniana
A una ciudad de provincias
La oscuridad nieva las manos
que tocan los surcos del aire.
Solamente las torres erguidas
sostienen la mirada al cielo.
Y las chimeneas huérfanas
de la actividad fabril humana,
donde hoy anidan las cigüeñas
como reyes vueltos del exilio.
Bajo los mirtos la luna se esconde.
Rumor de agua cruza las venas
de la ciudad, que se ausenta
y se envuelve, ninfa miedosa,
en sí misma. Pero el río siempre,
aunque parece que pasa,
el río la habita inmóvil,
extendido entre ella y la luna.
Sus sillares de roca inmemorian
un ayer de glorias episcopales.
Pero el espíritu de la ciudad
es ese gigante dormido,
inmóvil, extendido en ella,
búdica rueda de molinos
por el día y la noche, y por siempre.
El mismo río que nos lleva...
2
Donde la tierra se trabaja con las manos todavía
ahí llega la esperanza a apuntarnos cada día
su tarea. Berceo, padre mío. Escala de notas
y sudor salado en el huerto, en tardes remotas.
Sílabas cuntadas de la cuaderna vía,
hermosas palabras, libros, penas y alegría
abonan la tierra, como mantillo; y sin embargo,
sin esos guardianes nos vendría el letargo,
sin ellos y sus obras que aún tocan cada día
a maitines del trabajo y de la melodía;
sin sus hechuras vivas, sin los nobles colores
de las frentes morenas de sol y de sudores.
9 de mayo día de Europa (en Tarazona, Moncayo)
Gonzalo de Berceo
NUMANCIA EN INVIERNO
En términos nos tiene nuestra suerte,
dulces amigos, que sería ventura
de acabar nuestros daños con la muerte; (…)
Miguel de Cervantes
(“El cerco de Numancia”. Jornada tercera)
Meros instantes deciden la vida.
Agotan la clepsidra sin apenas ser
diferentes unos de los otros.
Pero, a veces, los poros del tiempo
dejan que veamos un campo lleno de tragedias
donde los relámpagos muerden la muralla sepultada
y una rosa crepuscular crece sobre el frío
paisaje, que emociona,
hasta el delirio, a un hijo de España.
Paisaje de Numacia. Fuente: Numanciasoria.es
ASCÉTICA
Comprendo la novedad de la ascética
en un mundo donde tanto se exhibe
el eco del placer y la vanidad de un eco
rompe las vértebras de la juventud.
Marginar el deseo, o incordio luciente,
tanta imagen de pura felicidad,
contratar una lúgubre compañía
es volver a ser sensible y a ser apto
para un día, tal vez, saber gozar.
¿Tarde?
Enrique Granados
LOS CAMINOS DEL DÍA
Los caminos del día siguen, insisten,
dan grandes pasos hacia el olvido.
Ligero, voy ligero de miembros,
de compañías y soledad
-hasta mi soledad es ligera-
Cruzo la edad de la sombra, voy
descendiendo como un río raudo
y lento, según registre mi alma
un horizonte claro o de niebla;
envejecer es la sombra
de nuestros esfuerzos fracasados,
la pena por tantas y tan extrañas
pasiones que en el camino fueron.
A la gracia del mar solo llegan
los pájaros arriba y los árboles
por el fondo de la muerte líquida.
LOS PULSOS
Se paran en mitad de la noche
como durante un corte de luz
breve y angustioso, dimiten
con total evidencia y sin ceremonia.
Los timbres, las campanas,
las fuentes vigorosas,
los impares defensores
de la sitiada ciudadela ceden
y dejan que entren el silencio,
la sed, la sal, el frío, los coros
de los cuervos y la certeza
de que pronto tu máscara estará lista
para cubrir el hueco
que abandona tu rostro.
Se hielan y se queman, se tornan
cartón y nieve, pura esencia flotante
y vacía. Puro escenario
sin más drama que tu insignificante
protesta que envía su último peón
a latir contra la torre perdida;
sin otra sombra ni otro espejo…
sino tú, huerto de pulsos, inquieto
de tus propios cuidados,
temeroso
de otoño.
Andrés Acedo
Es autor de La baraja de Andrés Acedo, Libro del esplendor y Cancionero y rimas burlescas (editado por Renacimiento, Sevilla, al cuidado de Fulgencio Martínez, notas de José Ángel Cilleruelo y poemas gráficos de Agustín Calvo Galán). Fue incluido en la antología poética La escritura plural. 33 poetas entre la dispersión y la continuidad de una cultura (Ars poetica, Oviedo, 2019, edición de Fulgencio Martínez, prólogo de Luis Alberto de Cuenca).
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