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martes, 9 de mayo de 2023

En conmemoración del Día de Europa (9 de Mayo). 5 poemas inéditos de Andrés Acedo (de "La noche a mi puerta"). Ágora-Papeles de Arte Gramático /El hurón y la galería / Diario de la creación

 

                                                                Beethoven

 

 

HIMNO DE EUROPA

 

                              Beethoveniana

 

                                   A una ciudad de provincias

 

 

La oscuridad nieva las manos

que tocan los surcos del aire.

Solamente las torres erguidas

sostienen la mirada al cielo.

 

Y las chimeneas huérfanas

de la actividad fabril humana,

donde hoy anidan las cigüeñas

como reyes vueltos del exilio.

 

Bajo los mirtos la luna se esconde.

Rumor de agua cruza las venas

de la ciudad, que se ausenta

y se envuelve, ninfa miedosa,

 

en sí misma. Pero el río siempre,

aunque parece que pasa,

el río la habita inmóvil,

extendido entre ella y la luna.

 

Sus sillares de roca inmemorian

un ayer de glorias episcopales.  

Pero el espíritu de la ciudad

es ese gigante dormido,

 

inmóvil, extendido en ella,

búdica rueda de molinos

por el día y la noche, y por siempre.

El mismo río que nos lleva...

 


 


 

                        2

 

Donde la tierra se trabaja con las manos todavía

ahí llega la esperanza a apuntarnos cada día

su tarea. Berceo, padre mío. Escala de notas

y sudor salado en el huerto, en tardes remotas.

 

Sílabas cuntadas de la cuaderna vía,

hermosas palabras, libros, penas y alegría

abonan la tierra, como mantillo; y sin embargo,

sin esos guardianes nos vendría el letargo,

 

sin ellos y sus obras que aún tocan cada día

a maitines del trabajo y de la melodía;

sin sus hechuras vivas, sin los nobles colores

de las frentes morenas de sol y de sudores.

 

9 de mayo día de Europa (en Tarazona, Moncayo)

 

 

 

 

 

                                                                            Gonzalo de Berceo

 

 

 

 

 

NUMANCIA EN INVIERNO

 

                              En términos nos tiene nuestra suerte,

                              dulces amigos, que sería ventura

                              de acabar nuestros daños con la muerte; (…)

                                                 Miguel de Cervantes

(“El cerco de Numancia”. Jornada tercera)

 

 

Meros instantes deciden la vida.

Agotan la clepsidra sin apenas ser

diferentes unos de los otros.

Pero, a veces, los poros del tiempo

dejan que veamos un campo lleno de tragedias

donde los relámpagos muerden la muralla sepultada

y una rosa crepuscular crece sobre el frío

paisaje, que emociona,

hasta el delirio, a un hijo de España.

 

 

 

                                                    Paisaje de Numacia. Fuente: Numanciasoria.es

 

 


ASCÉTICA

 

Comprendo la novedad de la ascética

en un mundo donde tanto se exhibe

el eco del placer y la vanidad de un eco

rompe las vértebras de la juventud.

 

Marginar el deseo, o incordio luciente,

tanta imagen de pura felicidad,

contratar una lúgubre compañía

es volver a ser sensible y a ser apto

 

para un día, tal vez, saber gozar.

 

¿Tarde?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                            Enrique Granados

 

 

LOS CAMINOS DEL DÍA

 

 

Los caminos del día siguen, insisten,

dan grandes pasos hacia el olvido.

Ligero, voy ligero de miembros,

de compañías y soledad

-hasta mi soledad es ligera-

Cruzo la edad de la sombra, voy

descendiendo como un río raudo

y lento, según registre mi alma

un horizonte claro o de niebla;

envejecer es la sombra

de nuestros esfuerzos fracasados,

la pena por tantas y tan extrañas

pasiones que en el camino fueron.

A la gracia del mar solo llegan

los pájaros arriba y los árboles

por el fondo de la muerte líquida.

 

 

 

 

LOS PULSOS

 

Se paran en mitad de la noche

como durante un corte de luz

breve y angustioso, dimiten

con total evidencia y sin ceremonia.

Los timbres, las campanas,

las fuentes vigorosas,

los impares defensores

de la sitiada ciudadela ceden

y dejan que entren el silencio,

la sed, la sal, el frío, los coros

de los cuervos y la certeza

de que pronto tu máscara estará lista

para cubrir el hueco

que abandona tu rostro.

 

Se hielan y se queman, se tornan

cartón y nieve, pura esencia flotante

y vacía. Puro escenario

sin más drama que tu insignificante

protesta que envía su último peón

a latir contra la torre perdida;

sin otra sombra ni otro espejo…

 

sino tú, huerto de pulsos, inquieto

de tus propios cuidados,

temeroso

                   de otoño.

 

 

Andrés Acedo 


Es autor de La baraja de Andrés Acedo, Libro del esplendor y Cancionero y rimas burlescas (editado por Renacimiento, Sevilla, al cuidado de Fulgencio Martínez, notas de José Ángel Cilleruelo y poemas gráficos de Agustín Calvo Galán). Fue incluido en la antología poética La escritura plural. 33 poetas entre la dispersión y la continuidad de una cultura (Ars poetica, Oviedo, 2019, edición de Fulgencio Martínez, prólogo de Luis Alberto de Cuenca).

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