CAMINO HACIA LA MADUREZ
por Francisco Javier Díez de Revenga
Luis Escavy (Murcia, 1994) obtuvo el premio Adonáis por su libro Victoria menor, que ahora publica Rialp en Madrid. Merecido galardón sin duda, porque el jurado ha sabido valorar la indudable calidad poética de una voz joven, que ha irrumpido súbitamente en su primera madurez intelectual y desde luego psicológica. El libro contiene dos largas estancias o secciones que, mostrando una realidad argumental distinta, tal como se revela en la solapa del volumen, responden a un mismo proceso de indagación de la propia identidad del poeta. Se ha descubierto, acaso innecesariamente, que la primera parte del libro surge de la ruptura con su pareja, una vez que el amor se ha extinguido; mientras que la segunda sección reúne y celebra las experiencias de un comienzo cuando un nuevo amor ha surgido y con él la pasión, el deseo y la felicidad. Pero las heridas de la primera historia no parecen haber cicatrizado y las cautelas, en la segunda, mediatizan la nueva pasión.
Es imposible dejar de lado esta realidad vital doble y tan expresivamente representada en todos y cada uno de los poemas. Y no lo hacemos. Pero es preciso valorar la inmensa calidad del idioma poético de Luis Escavy y su originalidad. Graduado en filología clásica y profesor y lector de griegos y latinos, no prodiga alardes eruditos ni citas extemporáneas, pero a cada paso se advierte que Escavy forja su mundo poético sobre unos cimientos de clasicidad que convencen porque forman parte del imaginario del autor. De ahí que sean, más que oportunos, necesarios.
Muy originales surgen los numerosos momentos en que Escavy se descubre a sí mismo en los poemas, tanto en las elegías como en los himnos, tanto a la hora de las sombras como en los días de los gozos. Ese hombre que deja de ser niño y que contempla en el espejo las huellas de la batalla, ese reflexivo pensador sobre los secretos del amor, que una y otra vez quiere comprender, entenderlo y saber explicarlo. Aunque sea imposible y no lo logre. Aunque se sirva de una expresión muchas veces cotidiana, y converse con su lector para convencerlo de que algo decisivo ha ocurrido y está ocurriendo en uno y en el otro lado de la vida y de la experiencia. Porque su lenguaje está construido con una imaginística sabia y bien administrada y con una contenida pasión por los símbolos hasta convertirlos en hitos de su propia historia personal.
Hay que detenerse en la trascendencia espiritual del poeta creyente sin ahondar mucho en profundidades creenciales y de fe que no son sino maneras de entender la vida, el destino, la convivencia, la soledad y la introspección. Porque este poeta continúa, poema a poema, investigándose e indagando qué es lo que está ocurriendo con su vida en este camino imparable hacia la madurez que está ennobleciendo y apaciguando su voz joven, como se advirtió al principio. Aunque permanezcan los gestos cotidianos y las memorias familiares, los recuerdos de infancia y adolescencia, los encuentros con seres muy cercanos, la fuerza de los proyectos y la decepción por lo no conseguido. Aunque el mundo siga con sus encantos y las impresiones, sin embargo, las que se reciben, no sean siempre las mejores. Pero el futuro cobra en este libro también el optimismo de lo proyectado, ya debidamente mediatizado por la no poca experiencia de aquellos años más jóvenes. Escavy consagra así las claves de su riqueza expresiva y argumental.
Porque, en efecto, no se trata de una «victoria menor», como se escribe en el poema final y conclusivo, que comparte título con todo el libro. Un poema en el que se habla de victoria y de euforia, pero también de miedo y de dolor, aunque este sea sereno y victorioso. Todo para clausurar la escritura de un poeta que asegura no tener poética, cuando en un momento dado recurre a lo que tantos poetas han incluido en sus libros al preguntarse qué es la poesía y para qué sirve. Nada quiere inventar, nada nuevo que no sean los paseos, los mares, las llanuras de siempre, las inscripciones antiguas o algunos árboles…. esa es su poética, la de su propia existencia, la de su vida, captada intensamente en esta victoria menor.
Luis Escavy ha logrado una obra que sobresale por su coherencia, por su cohesión y por su solidez como conjunto bien armonizado y mejor logrado con un lenguaje personal que ha establecido un estilo, el suyo, que ya le es propio e inconfundible. Victoria menor merece el galardón obtenido y su autor se consagra con este libro como un poeta con el que habrá que contar.
Francisco Javier Díez de Revenga
ÁGORA PAPELES DE ARTE GRAMÁTICO N. 18
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El artículo se publicó en La Opinión el 21 de Abril de 2023. Lo reproducimos por cortesía de su autor.
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