Así se construyó otro aeropuerto fantasma. Corvera, Murcia |
La migración de las aves de África a
Europa es, por su complejidad, un problema aún sin resolver para los
ornitólogos. Las golondrinas, por ejemplo, se desplazan desde el
Sahara a Europa para reproducirse, cuando llega la estación seca del
verano; y retornan al sur a comienzos del otoño, para permanecer
durante el invierno en el clima cálido y húmedo de algún lugar de
África que les provee de una rica despensa de larvas e insectos con
los que alimentan a sus crías.
Los científicos conocen bien ese
ciclo anual de las golondrinas, y las amadas de los poetas saben que
siempre volverán a pasar frente a su balcón en otoño, porque lo
han leído en Gustavo Adolfo Bécquer. Sospechan los
naturalistas que las golondrinas utilizan secretos y complicados
mecanismos para sus desplazamientos intercontinentales; como son: el
campo magnético terrestre, la navegación aérea guiada por la
posición del sol, la luna y las estrellas, la luz polarizada y la
ultravioleta, la oculta posesión de un GPS para el reconocimiento de
los lugares terrestres, y quizá, el control teledirigido de algún
satélite de potencia aviar prehistórica capaz de dejar en ridículo
la precisión de Google Earth.
Pero lo que desafía aún, por
inexplicable, a la comunidad científica internacional es la pregunta
de cuándo y dónde descansan esas infatigables viajeras, las oscuras
golondrinas del poeta. Sin embargo, una fuente científica no estatal
ha anunciado, hoy, que pronto esa pregunta estará resuelta. La
conexión aeroportuaria Castellón-Murcia ha entrado en la guía de
las aves migratorias, y pronto (si no este próximo verano cuando
vuelen desde África, será el otoño próximo cuando vuelvan huyendo del
invierno europeo) tendremos la prueba gráfica que lo demuestre - ha
declarado el portavoz de una asociación ornitológica.
¿Cómo las golondrinas encontraron la
conexión Fabra-Varcárcel? A la pregunta de un periodista - quien
previamente expresó la falta de crédito de la información-, ha
respondido esa misma fuente: Es insondable el instinto natural, y
parece que los científicos nunca llegaremos a descifrarlo. La
ciencia positiva ya tiene bastante con constatar los hechos,
verificar con método y paciencia los nuevos hábitos de esas aves
misteriosas que, un buen día, cambiaron -sin saber nosotros por qué
ni cómo- los hilos del tendido eléctrico, donde solían reposar
desde antiguamente, por la anchura y la soledad de dos colosos y
vacíos aeropuertos.
El de Carlos Fabra a 40
kilómetros de Castellón, y que, según la wikipedia de las
golondrinas, "desde su construcción carece de operaciones o
permisos para operar, y se ha convertido internacionalmente en un
símbolo del derroche que caracterizó el desarrollo de la crisis
financiera en España". Mandado construir por el Presidente de
la Diputación de Castellón Carlos Fabra y ejecutado por una empresa pública
-Aerocas- que el propio Fabra presidía, y, naturalmente, de cuya
quiebra no se responsabilizó; para eso estaba la Comunidad
Valenciana, que asumió la millonaria pérdida. El 23 de febrero de
2013, Carlos Fabra, presionado por su vergüenza o por su
Partido, dimitó como presidente de la sociedad Aerocas al habérsele
abierto juicio oral por cohecho, tráfico de influencias y cuatro
delitos fiscales. Los habitantes de Castellón y el turismo próximo
a esa ciudad siguen estando a 50 minutos del aeropuerto de Valencia,
que sí funciona, y a 40 minutos -solo diez menos- del aeropuerto de
Fabra, que no funciona y que les ha costado el rídículo
internacional además de mucho dinero regado. Fabrá sabrá qué
favores paga a las golondrinas; quizá porque le recuerdan a su
tierna infancia, les hizo un aeropuerto.
El aeropuerto internacional de
Valcárcel, en Corvera, a pocos minutos del aeropuerto civil y
militar de San Javier y no muy lejos del aeropuerto El Altet, de
Alicante, va en línea de mar con el de Fabra y será un monumento a
la ternura poética como aquel. Pero, en este caso, hay más tela
superpuesta, y más líricos de los que aparecen, por ahora... Es un
poesía -digámoslo- con más ingeniería y oficio profesional, que
la naif del personal Fabra. Los aeropuertos de Alicante y de
San Javier, ya funcionando, podían asumir la oferta de usuarios
turísticos, principalmente a la costa levantina; bastaba mejorar las
condiciones de sus pistas -lo que se hizo, al menos, en el aeropuerto
de San Javier, por lo que AENA ahora exige unos cuantos millones- y
bastaba modernizar por fin las comunicaciones férreas -el AVE- y
terrestres con núcleos turísticos de playa; eso hubiera sido una
política sostenible.
A nadie sensato le cabe imaginar que el
interior murciano se llene de chinos y rusos en procesión turística,
de modo que hiciera falta proyectar el aeropuerto corverino de
Valcárcel, que tampoco funciona como el de las golondrinas de Fabra.
Un día del pasado marzo dijo el Consejero de Turismo de Murcia que
el nuevo aeropuerto se abriría sí o sí; al siguiente mes, que
dejemos pasar el verano, que llegará el otoño, y, ¿saben después
que suele llegar?, el invierno... y así, con ese pensamiento
giratorio de la golondrina, entre los giros de cabeza del consejero
Pedro Alberto Cruz, tratando de despertarse en la rueda de
prensa, ¡he visto pasar... una golondrina! Ni Luis del Rivero
la podría comprar, porque ella estaba ya antes que Luis del Rivero
naciera en esta tierra, y antes de que creciera a la sombra de ella,
y mucho antes de que se hiciera mozo, ingeniero, presidente de Sacyr
Vallermoso, y también antes de que vendiera la bicicleta estropeada
del aeropuerto, antes de que dejara Sacyr en 2011 y más de 200 de
los millones que debemos pagar los murcianos por el aereoflú; y,
haciendo memoria, también estaba la golondrina antes de que Luis del
Rivero declarara (el 30 de diciembre de 2007, en entrevista
publicada en El País, cuando
ya el Banco de España había alertado
del fiasco del sector): "en la obra pública no se
advierte ningún síntoma (de
vacas flacas), sino todo lo contrario, con un plan de
infraestructuras que asegura un nivel muy alto de obra civil hasta
2020 y con unas cuentas públicas muy saneadas que hacen que se pueda
incluso pensar en mayores incrementos de los previstos". (sic).
¡Ja!
Fulgencio Martínez
Profesor de Filosofía y escritor (23-4-2013)
Artículo publicado en La Opinión de Murcia, jueves 2 de Mayo 2013
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