FELIPE SÉRVULO
AHORA QUE AMANECES
Lo sé, no te gusta que escudriñe tu rostro
mientras duermes. Puedo explicarlo:
no es sensato perder la ocasión
de amarte un poco más, mirar calladamente, sí,
y ver la pequeña cicatriz que ocultas con maquillaje.
Andar el camino que proponen tus párpados
-¿dónde estarán tus sueños?-
y asombrarme porque tu respiración
marca el ritmo de mi pulso.
En tu boca entreabierta navegan los besos,
ahora que amaneces y pronto habrá que despertar
y volver a la absurda rutina.
Poner la cafetera y correr y correr
para atrapar tantos trenes sin destino.
Y sumergirnos en las calles indiferentes,
donde hay tantos tristes otoños,
tantos inviernos suicidas, julios ingratos
y tan pocas primaveras.
De Ahora que amaneces
(Playa de Ákaba. Getafe, abril 2013)
RIAD
MEHDI
Qué
hacer después
del abandono,
sino robar hogueras,
buscar al poeta,
mendigar la humedad de otra orilla.
Y encontrar un amor de aire,
el miedo a no ser nada,
y, a veces, el silencio que se impone
y deja sin sentido los suspiros
embriagados por la última lluvia.
Entonces la luz se proyecta sin vida
y destruye la escena:
dos cuerpos en puro vaho,
Riad Mehdi, habitación 404.
Marrakech
Había allí un mirador,
-lo recuerdo-
por donde pasaba el mundo.
El murmullo de una ciudad
hermosa e ideal
que marchó y ya no vuelve.
Nunca sabremos por qué,
a nuestro pesar,
persiste la memoria.
Por qué la soledad
es una fiebre en nuestra piel
que nos envuelve
y nos deja el paladar
pegado a lo salobre.
del abandono,
sino robar hogueras,
buscar al poeta,
mendigar la humedad de otra orilla.
Y encontrar un amor de aire,
el miedo a no ser nada,
y, a veces, el silencio que se impone
y deja sin sentido los suspiros
embriagados por la última lluvia.
Entonces la luz se proyecta sin vida
y destruye la escena:
dos cuerpos en puro vaho,
Riad Mehdi, habitación 404.
Marrakech
Había allí un mirador,
-lo recuerdo-
por donde pasaba el mundo.
El murmullo de una ciudad
hermosa e ideal
que marchó y ya no vuelve.
Nunca sabremos por qué,
a nuestro pesar,
persiste la memoria.
Por qué la soledad
es una fiebre en nuestra piel
que nos envuelve
y nos deja el paladar
pegado a lo salobre.
De
La niña de la colina
(In-VERSO,
ediciones de poesía. Febrero de 2012)
La
puerta está entreabierta
ahora que la ciudad
se esconde;
vienen rumores de adiós
y tú quedas dentro
-madre-
con mis palabras.
De pronto tu alcoba,
el baúl, la mesilla,
la geografía de tu rostro,
la luna llena
desde el balcón.
Ya es tarde,
buenas noches;
cuántos desastres
trae el telediario.
Después tus rezos
imprescindibles,
cabalísticos casi.
Sí, es tarde,
pero no hay sueños,
vienen parábolas,
susurros de la noche
que se hermana
con Radio María
y el viejo rosario
que se pierde
– madre -
en el laberinto de tus dedos.
Una luz sacude
la oscuridad,
toses, paracetamol,
la casa que se desvela
y mi corazón
que se vuelve niño;
la puerta y poniente
se cierran.
¿Quedan palabras?
Quién sabe
cuándo regresaremos.
ahora que la ciudad
se esconde;
vienen rumores de adiós
y tú quedas dentro
-madre-
con mis palabras.
De pronto tu alcoba,
el baúl, la mesilla,
la geografía de tu rostro,
la luna llena
desde el balcón.
Ya es tarde,
buenas noches;
cuántos desastres
trae el telediario.
Después tus rezos
imprescindibles,
cabalísticos casi.
Sí, es tarde,
pero no hay sueños,
vienen parábolas,
susurros de la noche
que se hermana
con Radio María
y el viejo rosario
que se pierde
– madre -
en el laberinto de tus dedos.
Una luz sacude
la oscuridad,
toses, paracetamol,
la casa que se desvela
y mi corazón
que se vuelve niño;
la puerta y poniente
se cierran.
¿Quedan palabras?
Quién sabe
cuándo regresaremos.
(Inédito)
Felipe
Sérvulo (1947), poeta
de Jaén, que escribe en Cataluña, es licenciado en Historia por la Universidad de Barcelona. Vive en Castelldefels (Barcelona) y es Miembro
de la Asociación
Colegial de Escritores de Cataluña. Presidente
del colectivo de escritores El Laberinto de Ariadna y
editor del pliego de poesía del mismo nombre. Ha sido cofundador de
los grupos y revistas de literatura Alcudia,
Gavina y Alga.
Ha obtenido, entre otros, los premios de poesía Blas Infante (de Cornellá de Llobregat), Sant Jordi (de Castelldefels), Salvador Espriu (otorgado en Barcelona, en 1992), y Ciudad de Ponferrada (1997). En 2011 la Consejería de Cultura en Jaén de la Junta de Andalucía lo distinguió por su labor como escritor jienense.
También la ciudad donde vive le otorgó el Premi Ciutat de Castelldefels, en 2009, por haber contribuido a los valores democráticos con su labor literaria.
Su más reciente libro de poemas, Ahora que amaneces, ha sido publicado por la editorial Playa de Ákaba en abril de 2013.
BIBLIOGRAFÍA
Hasta el límite de las violetas. La Mano en el Cajón. Barcelona, 1995.
Las noches del sur. Col. Poetas. Jaén, 1996.
Casi la misma luz. Tágilis Ediciones. Almería, 1999.
Cartografía de la materia. Diputación Prov. de Jaén, 2005.
La niña de la colina. In-VERSO, Ediciones de poesía. Barcelona, 2012.
Ahora que amaneces. Playa de Ákaba. Getafe, 2013.
Hasta el límite de las violetas. La Mano en el Cajón. Barcelona, 1995.
Las noches del sur. Col. Poetas. Jaén, 1996.
Casi la misma luz. Tágilis Ediciones. Almería, 1999.
Cartografía de la materia. Diputación Prov. de Jaén, 2005.
La niña de la colina. In-VERSO, Ediciones de poesía. Barcelona, 2012.
Ahora que amaneces. Playa de Ákaba. Getafe, 2013.
ÁGORA DIGITAL ABRIL 2013
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