ÁGORA CON EL 1º DE MAYO, CON LOS
TRABAJADORES DE ESPAÑA Y DEL MUNDO
¡UNIDOS CONTRA LA TIRANÍA DE LOS
GOBIERNOS SERVILES Y CONTRA LOS INTERESES DEL CAPITALISMO FINANCIERO
QUE HAN ASALTADO EL PLANETA HUMANO Y LA RAZÓN, DICTANDO SUS LEYES Y SU MIEDO!
El silencio del hombre de cultura es cómplice de los injustos. ¡Hagamos la
democracia! No solo la veamos representada en un papel, en una muda
Constitución. Como escribió Miguel Hernández, somos viento del
pueblo. Nunca al viento podrán asentar ni doblegar mientras viva la
poesía.
MIGUEL HERNÁNDEZ Y LA POESÍA SOCIAL
¿Por qué nos interesa tanto el caso Miguel Hernández? Porque nos exige, con su poesía, con el conjunto de su obra literaria, y con su vida, pensar la literatura, la teoría y la poética literarias más allá de la imagen del mundo de la burguesía: una figura histórica muy concreta que dominó y domina el mundo y que todavía impone su doctrina sobre la función de la literatura y del arte en general.
Por Fulgencio Martínez
(estracto de una conferencia pronunciada en el casino del pueblo)
(estracto de una conferencia pronunciada en el casino del pueblo)
Miguel Hernández es el creador de la
poesía social, antes, incluso, que Pablo Neruda. Miguel Hernández,
en sus libros Viento del pueblo
y El hombre acecha, escritos
en los años 1937 y 1938, durante la Guerra civil en España,
revoluciona la poesía de la Generación del 27 y pone su voz al
servicio del pueblo. En la dedicatoria a Vicente Aleixandre dice
Miguel “Los poetas somos viento del pueblo”.
La poesía social de Miguel Hernández es una poesía humanista, comprometida con los Derechos Humanos; reivindica la cultura, el valor de la mujer, la dignidad humana, la libertad, la justicia; y denuncia la pobreza, la esclavitud y el sometimiento a la ignorancia y al oscurantismo que ejercen sobre el pueblo los poderes reaccionarios.
A fuerza de ser humanista, esta poesía social es política y revolucionaria. Todos los poetas y cantautores, españoles y americanos, de décadas posteriores tendrán en el autor de “El niño yuntero" su referente.
Pero la poesía de Miguel Hernández no se limita a la defensa de las reivindicaciones de una clase social, como son los trabajadores y, en concreto, los trabajadores de la tierra que él conoció, con sus penalidades y en la situación de servidumbre en que vivían en su época. La poesía de Miguel defiende al ser humano de cualquier época y clase social al que se le priva de su dignidad y derechos. Poemas como “Las manos”, “El sudor” son claros ejemplos de esta poesía social, en la que Miguel Hernández grita, en nombre de los trabajadores: “Ayudadme a ser hombre”.
Su denuncia se podría dirigir no sólo contra la explotación económica y cultural del trabajador, sino contra cualquier régimen social que cosifique y deshumanice al ser humano. El trabajador no es una cosa, no es un instrumento, como un tractor o una fábrica; el hombre, dice Miguel, es “instrumentalista”, no instrumento. De este modo la poesía de Miguel anticipa, en los años 30 del siglo XX, el humanismo marxista, crítico con toda forma social de explotación y alienación del hombre.
La poesía social de Miguel Hernández es una poesía humanista, comprometida con los Derechos Humanos; reivindica la cultura, el valor de la mujer, la dignidad humana, la libertad, la justicia; y denuncia la pobreza, la esclavitud y el sometimiento a la ignorancia y al oscurantismo que ejercen sobre el pueblo los poderes reaccionarios.
A fuerza de ser humanista, esta poesía social es política y revolucionaria. Todos los poetas y cantautores, españoles y americanos, de décadas posteriores tendrán en el autor de “El niño yuntero" su referente.
Pero la poesía de Miguel Hernández no se limita a la defensa de las reivindicaciones de una clase social, como son los trabajadores y, en concreto, los trabajadores de la tierra que él conoció, con sus penalidades y en la situación de servidumbre en que vivían en su época. La poesía de Miguel defiende al ser humano de cualquier época y clase social al que se le priva de su dignidad y derechos. Poemas como “Las manos”, “El sudor” son claros ejemplos de esta poesía social, en la que Miguel Hernández grita, en nombre de los trabajadores: “Ayudadme a ser hombre”.
Su denuncia se podría dirigir no sólo contra la explotación económica y cultural del trabajador, sino contra cualquier régimen social que cosifique y deshumanice al ser humano. El trabajador no es una cosa, no es un instrumento, como un tractor o una fábrica; el hombre, dice Miguel, es “instrumentalista”, no instrumento. De este modo la poesía de Miguel anticipa, en los años 30 del siglo XX, el humanismo marxista, crítico con toda forma social de explotación y alienación del hombre.
Por supuesto, la poesía social de Miguel tiene también un fuerte componente de denuncia del momento, como en los poemas “Alba de hachas” y “Sonreídme -anteriores a los libros citados, y escritos bajo el fervor republicano y dirigidos contra el oscurecimiento de la Iglesia católica y la oligarquía rancia que mantenían a este país en situación deprimente.
Un aspecto inseparable de la poesía social de Miguel es su teatro social, escrito en la guerra, y que solo recientemente se empieza a valorar.
¿Por qué nos interesa tanto el caso Miguel Hernández? Porque nos exige, con su poesía, con el conjunto de su obra literaria, y con su vida, pensar la literatura, la teoría y la poética literarias más allá de la imagen del mundo de la burguesía: una figura histórica muy concreta que dominó y domina el mundo y que todavía impone su doctrina sobre la función de la literatura y del arte en general. Piénsenlo.
Este ejercicio de análisis les mando para el Primero de Mayo.