ASCENSIÓN. LIBRO DE JAVIER LOSTALÉ
De tanto ver ya ciego
me inclino ante lo que no entiendo
Javier Lostalé
Mentar el nombre de Javier Lostalé es referirse a la lectura de poesía. Recordamos aquel programa de radio, La estación azul (también es el título de un libro suyo) que nos acercó semanalmente a los libros. Y, antes, su colaboración en El ojo crítico.
Javier Lostalé ha recibido premios en su doble dedicación a la poesía; el "Francisco de Quevedo", por el libro que he mencionado, y el "Premio Nacional al Fomento de la Lectura", por su labor crítica cultural. Lostalé no sólo "anima" a leer los libros, sino, sobre todo, a gozar de ellos, a vivirlos, o, mejor, "habitarlos". Entre sus más recientes publicaciones (en los últimos años, su jubilación de Radio Nacional le ha permitido concentrarse en su propia obra), destacan La tormenta transparente (ed. Calambur), Cielo (ed. Vandalia) y Ascensión (Ed. Pretextos). En La rosa inclinada (Calambur) recogió su obra publicada anteriormente, incluido el poemario en prosa La estación azul. Quien lee vive más, título de evocación quijotesca, reúne textos en prosa escritos o pensados para la comunicación de tú a tú con el oyente o, más tarde, con el lector. (Lo editó Polibea).
Javier Lostalé publicó también la Antología del mar y la noche, con poemas de Vicente Aleixandre, antología consultada con el poeta sevillano y Premio Nobel de Literatura.
Rosa y Tormenta es una selección de la obra poética de Javier Lostalé (publicada por Ediciones Cálamo).
He tenido ocasión de escribir sobre algunos de los poemarios nombrados. Tanto como en los libros de Javier Lostalé, tengo la suerte de aprender de su conversación, de su ejemplo. Lo que yo pueda aportar al conocimiento y disfrute de este poeta, y orfebre de una obra personal, recatada y perfilada en décadas de escritura y lectura de poemas ajenos, ha de ser, por fuerza, escaso, corto. Aún así, me atrevo a pedir que me acompañen por las páginas de Ascensión, el libro de Lostalé que, a día de hoy, me parece la suma de su mundo poético. El poemario fue publicado el 21 de octubre de 2022, se van a cumplir casi tres años.
A diferencia de los poemas en prosa de su autor, en Ascensión -al igual que en otros poemarios, como es el caso de un extraordinario libro publicado con anterioridad, Cielo-, el poeta nos somete como lectores a una disciplina. Nos impone con suavidad su propia disciplina ascética y amorosa; su mirada pausada, no exenta de pasión, de entusiasmo en algunos pasajes.
Ascensión trata, esencialmente, del recuerdo del amor, pero en su última parte -a partir del poema "Calígene" (p. 38. op. cit)-, el discurso se gira hacia la desaparición del propio amante-autor, y el libro contiene, entonces, varios de sus mejores poemas, que están dedicados a una meditación (apenas susurrada) sobre la muerte y el olvido.
CALÍGENE
¿Por qué, de pronto,
me envuelve la calígene?
¿Quién la envía?
porque no viene sola
está acompañada
de un latido fantasma
que reconozco,
pero que ya no tiene nombre.
(fragmento)
Los poemas de recuerdo del amor (que ocupan las dos primeras partes del poemario) son, en su conjunto, maravillosa secuencia de una conversación (a veces, intercalada con monólogo) del autor con el alma y el cuerpo amados. Poemas en ausencia, que nos traen cierta melodía de Pedro Salinas y otras veces del primer Luis Cernuda. Pero el vocabulario, el tono, la sustancia misma de las palabras y de los versos en que se hilan son tan reconocibles de la poesía de Javier Lostalé, que estamos, muchas veces, como lectores, a punto de anticiparnos a su paso por la lectura del poema. Como ocurre con aquellas buenas canciones cuyos versos se grabaron en la memoria y asoman en nuestros labios antes de volverlas a recitar su cantor. Evidentemente (y he ahí el misterio) este libro de poemas es nuevo, no lo conocíamos hasta su lectura. Términos como calígene, cencellada, quizá no se encuentren -o sí- en la poesía amorosa, ni en la poesía mística castellanas. Otros muchos términos nos transmiten inmediatamente el color y signo de la escritura poética del autor de Cielo y La tormenta transparente: claustro, revelación, soledad insomne, frente a solitud, mirada, serenidad, etc. Hay versos que nos entregan, por sí solos, todo el aroma de una alta música:
"Tan veloz surca la memoria el pensamiento"
(del poema "Pensamiento", p. 28, op. cit.)
"consumarse en hermoso latido solitario"
(verso final de "Adviento", p. 12)
Hay algo, muy sutil, con firma propia, en el gradual cambio de tono, como ocurre con la secuencia final del poema "Último reinado", donde, tras una primera serie versal de evocación de "tu voz", que culmina en los dos versos donde el mismo término vuelve a mencionarse: "El canto completo de mi ser / está unido a tu voz", que la resumen en un tono más íntimo y grave; el poema concluye con esos tres versos finales de honda confesión y tono desgarrado y liberador, al mismo tiempo. Cito todo el poema (p. 33):
ÚNICO REINADO
Es tu voz el único reinado
en el que nunca anochezco.
Cada día en ella me engendro
para ser contigo de mí desposeído.
Por eso aunque no la escuche
se me aparece
y me entrega su sonido
sin tiempo ni lugar,
pues es sólo advenimiento,
bautismo sin presencia.
El canto completo de mi ser
está unido a tu voz.
Si algún día ella se apagara,
dejaría que el deseo navegase virgen
hasta abrazarme a su cielo desprendido.
Quizá el poema más significativo, de donde toma título (citamos de manera completa, p.13):
MIRADA SOLAR
En el claustro de tu mirada
voy escribiendo mi vida.
En la intersección de sombra y luz
donde una fuente secreta se abre en silencio
te escucha mi deseo
dentro de la llama quieta de tu sueño.
En el claustro de tu mirada
el cielo de tu paisaje
con su brisa suave me quema.
De tanto ver ya ciego
me inclino ante lo que no entiendo
para concebirme a solas en su misterio.
En el claustro de tu mirada
no hay alba ni atardecer
pues sin tiempo transparecen
dos almas en ascensión.
La pasión serena propicia, en este poemario, el discurso de un pensamiento poético tan arrimado a las cosas humanas, signo de una sabiduría sencilla, nada ostentosa en palabras cromáticas y rebuscadas. Basta una imagen extraída de un fenómeno natural, la cencellada, para indicarnos todo el mundo del recuerdo y nuestra condición de seres que pasan con su carga de memorias hacia la niebla final (la "calígene" del origen mítico y el fin, del olvido o la consumación máxima del amor).
CENCELLADA
En todo lo vivido
hay cencellada,
su calambre blanco.
Nada muere sin antes dejar su rocío.
Tocar un objeto es en otra mano atardecer.
Mientras alguien nos mira desde una fotografía
respondemos empañados de cuanto no está.
No hay memoria sin olvido
ni lugar que nos reciba
sin la compañía de lo que fue.
(fragmento, p. 23)
La simbología es distinta en Aleixandre, Cernuda y Lostalé, pero hay cierto recurso común a estos tres poetas: la tendencia a unir lo humano con la naturaleza y el amor pleno con el olvido.
Los poemas del libro se presentan sin separación estrófica, acorde con la melodía interna de un sentir reflejado en la corriente de los versos, que de manera discreta, en clave a veces, aspiran a seducir al lector y abrirle camino a la "ascensión" (de su espíritu o de su sentimiento de la vida). La obra de Lostalé, como toda o gran parte de la poesía excelente, lanza una llamada al alma y la estimula a más alta aventura. Aunque el libro contenga un sentir profundo en sus dos grandes momentos (ausencia-recuerdo del amor- previsión de la muerte-olvido y/o consumación del amor), culmina con un poema final, casi a modo de "cabo" del libro. "Solitud". En dicho poema, como en el reverso, están escritos todos los poemas anteriores en una clave positiva, casi diríamos, por contraste, optimista. Solitud, advertimos, tiene aquí el sentido de soledad benéfica, acepción que, quizá proveniente de otro idioma, se ha introducido recientemente en el nuestro. El autor lo ha captado con buen olfato. El poema es, también, una poética, a la que pone broche una alusión al músico más callado: Juan Ramón Jiménez. (Gracias, Javier Lostalé, por tu palabra clara).
SOLITUD
Tu lugar es no tener lugar,
estar siempre en el tránsito.
Arder en la pureza
de tu propia compañía.
Transformar el desierto
en la belleza de una lágrima.
Entre ti y la niebla
en silencio aún sucede
la estación total.
Fulgencio Martínez
En Huesca, miércoles 1 de octubre 2025


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