NI ESTÁ EL MAÑANA –NI EL AYER- ESCRITO.
En
recuerdo de Adolfo Suárez
Por José Luis Zerón Huguet
Yo siempre admiré y respeté a Adolfo Suárez y mi defensa de
su persona nunca fue bien entendida por mis amigos de izquierda que lo
llamaban, fieles a los tópicos, "el tahúr de Ávila" o el "tahúr
del Misisipi" (Alfonso Guerra dixit), o simplemente fascista, que es un
calificativo muy de moda que se utiliza con absoluta ligereza para
desprestigiar a quien no piensa como nosotros. Cierto que yo nunca le voté ni
compartí muchas de sus convicciones personales, pero ello no significa que no
pueda reconocer su valía. Vivimos en la España cainita del "si no estás
conmigo están contra mí" "y si no es blanco es negro”, y los grandes
hombres solo obtienen el reconocimiento después de muertos o cuando son muy
viejos para gozar de la gloria. Lástima que Adolfo Suárez no recibiera antes
estos gestos multitudinarios de cariño, en vida y cuando no sufría alzheimer,
en vez de los imponentes golpes que encajó con sorprendente dignidad. Además de
admiración y respeto, reconociendo las luces y las sombras del hombre y del
político, yo siempre sentí simpatía por Suárez.
Mi padre era funcionario del franquismo (trabajaba en las antigua Hermandad de Labradores y Ganaderos, llamadas Cámaras Agrarias en la transición), era conservador, pero no era franquista. Me acuerdo que cuando el Rey encomendó a un joven desconocido la tarea de formar gobierno mi Padre Exclamó con voz profética: "Este hombre nos conducirá a la Democracia". Era 1976 y tenía yo once años. Recuerdo que no entendí muy bien lo que quería decir mi padre. Ni qué decir tiene que mi progenitor votó a la UCD en las primeras elecciones democráticas. Pero la sorpresa nos la dio mi abuelo materno. Él fue represaliado al acabar la guerra civil. Por su afiliación a la CNT perdió su puesto en Correos y tuvo que buscarse la vida en paro, casado y con tres hijos. A pesar de las dificultades con las que tuvo que enfrentarse, logró crear una fábrica de bolsos y cinturones en Orihuela que fue muy próspera y todavía funciona bien, aunque ahora en manos de una cooperativa que le compró a mi abuelo "el negocio" (así lo llamaba él) cuando este estaba a punto de jubilarse. Mi abuelo era de izquierdas y no simpatizaba con los comunistas (aunque a mí me llamaban en el colegio "el nieto del comunista"), pero también era un acérrimo antifranquista que no tenía pelos en la lengua; quizá porque era respetado como empresario se libró en varias ocasiones de los siniestros calabozos, aunque sé que tuvo que sufrir amonestaciones, multas injustas y algún que otro mal trago. La sorpresa, decía, es que mi abuelo también se rindió a Suárez y le fue fiel como votante hasta que se disolvió el CDS. Contaba que Suarez empezó a cautivarlo (mi abuelo era muy machadiano) cuando el abulense, en un discurso sobre la Ley de Asociaciones Políticas que discutían los procuradores mostró su total adhesión al cambio apoyándose en cuatro versos de Machado muy bien elegidos:
Mi padre era funcionario del franquismo (trabajaba en las antigua Hermandad de Labradores y Ganaderos, llamadas Cámaras Agrarias en la transición), era conservador, pero no era franquista. Me acuerdo que cuando el Rey encomendó a un joven desconocido la tarea de formar gobierno mi Padre Exclamó con voz profética: "Este hombre nos conducirá a la Democracia". Era 1976 y tenía yo once años. Recuerdo que no entendí muy bien lo que quería decir mi padre. Ni qué decir tiene que mi progenitor votó a la UCD en las primeras elecciones democráticas. Pero la sorpresa nos la dio mi abuelo materno. Él fue represaliado al acabar la guerra civil. Por su afiliación a la CNT perdió su puesto en Correos y tuvo que buscarse la vida en paro, casado y con tres hijos. A pesar de las dificultades con las que tuvo que enfrentarse, logró crear una fábrica de bolsos y cinturones en Orihuela que fue muy próspera y todavía funciona bien, aunque ahora en manos de una cooperativa que le compró a mi abuelo "el negocio" (así lo llamaba él) cuando este estaba a punto de jubilarse. Mi abuelo era de izquierdas y no simpatizaba con los comunistas (aunque a mí me llamaban en el colegio "el nieto del comunista"), pero también era un acérrimo antifranquista que no tenía pelos en la lengua; quizá porque era respetado como empresario se libró en varias ocasiones de los siniestros calabozos, aunque sé que tuvo que sufrir amonestaciones, multas injustas y algún que otro mal trago. La sorpresa, decía, es que mi abuelo también se rindió a Suárez y le fue fiel como votante hasta que se disolvió el CDS. Contaba que Suarez empezó a cautivarlo (mi abuelo era muy machadiano) cuando el abulense, en un discurso sobre la Ley de Asociaciones Políticas que discutían los procuradores mostró su total adhesión al cambio apoyándose en cuatro versos de Machado muy bien elegidos:
¡Qué importa un día! Está el ayer alerto
al mañana,
mañana al infinito:
hombres de
España, ni el pasado ha muerto,
ni está el
mañana – ni el ayer – escrito.
(“El dios ibero”. A. Machado)
Por cierto,
la elevada estatura moral y ética de Adolfo Suárez se ha revelado en una
entrevista inédita que en 1980 el expresidente del gobierno concedió a la
periodista Josefina Martín del Álamo. La conversación iba a ser publicada en el
ABC pero tanto se salía de lo habitual que los consejeros del presidente
decidieron vetarla. ABC ha rescatado la entrevista con motivo del fallecimiento
del primer presidente de la democracia.
En ella vemos
a Suárez con su sola soledad, cansado, desencantado y diría que acorralado por
el terrorismo, el paro, la inflación, la presión de los militares, de la
oposición y de los varones de su propio partido, sin embargo mantiene la
firmeza y la seguridad en sí mismo. Lo que me resulta sorprendente es que la entrevista
no ha envejecido nada y la mayor parte de las respuestas Suárez siguen teniendo
vigencia. Por ejemplo cuando denuncia la frivolidad de la prensa que no
contrasta la información y de deja
llevar de manera insensata por consignas y habladurías: “En España –dice- está
ocurriendo un fenómeno muy grave: las cosas entran por el oído, se expulsan por
la boca y no pasan por el cerebro… casi nunca pasan por la reflexión”. Asimismo
rechaza el compadreo: “No quiero convertirme en un hombre que busca sectores,
que lo mimen, que lo cuiden”.
También
ataca a la clase política con una
acritud y una lucidez sorprendentes. Más de un político de hoy debería tomar
buena nota: “Al final he llegado a la conclusión de que los políticos son
hombres como los demás. En el fondo, las cualidades que verdaderamente cuentan
son las humanas”.
“Un político no puede ser frío. Su primera obligación es no convertirse en un autómata, tiene que recordar que cada una de sus decisiones afecta a seres humanos. A unos beneficia y a otros perjudica, pero debe recordar siempre a los perjudicados”.
“Tenemos que aprender que los problemas reales de un país exigen que todos arrimemos el hombro; exigen un altísimo sentido de corresponsabilidad. Y sin embargo, los políticos no transmitimos esa imagen de esfuerzo común…La clase política estamos dando una impresión terrible al pueblo español”.
“Y no digo que el poder no satisfaga, lo que quiero explicar es que por sí mismo no puede justificarse.
Por último, concluyo el extracto de la enjundiosa entrevista con estas palabras de un Suárez desencantado que quizá pensaba en él mismo cuando las dijo: “Creo que la historia de esta época solo será objetiva cuando pase mucho tiempo".
“Un político no puede ser frío. Su primera obligación es no convertirse en un autómata, tiene que recordar que cada una de sus decisiones afecta a seres humanos. A unos beneficia y a otros perjudica, pero debe recordar siempre a los perjudicados”.
“Tenemos que aprender que los problemas reales de un país exigen que todos arrimemos el hombro; exigen un altísimo sentido de corresponsabilidad. Y sin embargo, los políticos no transmitimos esa imagen de esfuerzo común…La clase política estamos dando una impresión terrible al pueblo español”.
“Y no digo que el poder no satisfaga, lo que quiero explicar es que por sí mismo no puede justificarse.
Por último, concluyo el extracto de la enjundiosa entrevista con estas palabras de un Suárez desencantado que quizá pensaba en él mismo cuando las dijo: “Creo que la historia de esta época solo será objetiva cuando pase mucho tiempo".
José Luis Zerón Huguet (Orihuela, Alicante, 1965) es poeta y
escritor. Fundó y codirigió la revista Empireuma.
ÁGORA DIGITAL ABRIL 2014/ ARTÍCULOS
magnifico! me ha encantado.
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