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jueves, 17 de abril de 2014

De melones y pepinos. Diario político y literario de FM... T2/36




DE MELONES Y PEPINOS

Los mejores melones serán de Torre Pacheco, pero los más caros y más frescos se crían al día de hoy en Molina de Segura y en Murcia. Estos ayuntamientos tienen el honor de gastar en sueldo de alcalde unas millonadas, y será por eso por lo que las semillas del melón y la sandía que se producen ahí tienen una nieve tan dulce, que cotiza a precio de rubí o diamante al paladar más exigente. La Salud Murciana es otra cosa. El otro día, un allegado mío fue operado por la Seguridad Social en una clínica privada concertada de Murcia, adonde deriva el Hospital Virgen de la Arrixaca gran parte de las intervenciones quirúrgicas. De este modo, la Seguridad Social se ahorra camas y el tiempo de hospitalización necesario tras una intervención de cierta importancia se lo ahorra también; el paciente sale despedido a su casa desde el hospital privado donde ha sido intervenido. 

Ocurre, sin embargo, que en casos de alguna gravedad, donde el operado precisa cuidado, vigilancia y reposo post-quirúrgicos en el hospital, la medida ahorrativa se vuelve criminosa; es, en algunos casos, un contrasentido que echa a pique la labor de la ciencia. Mi allegado fue operado por las manos sabias de una buena doctora, pero a la media hora de salir de la anestesia, se hallaba ya en la calle, bajo un sol de justicia, o mejor dicho, de inmisericordia. 

Ese allegado es mi padre, que había sido intervenido de un desprendimiento de retina. Un hombre que en su vida solo ha sabido trabajar y vaya que si ha cotizado a la Seguridad Social y al sursum corda, ¡para que ahora, nada más ser operado, le echen de la sala de operaciones sin ni siquiera darle un vaso de agua! “¡Si usted viniera por lo privado-privado y pagara, hasta le llevaría un secretario los papeles!”, nos decía la familiar de otro paciente jubilado. Así están las cosas, tan cristianamente, en esta Región, mientras quien se empuó en lo del Aeropuerto se va de rositas a Europa. Mal, tío. 


Lo mejor del caso es que los listos piensan que actúan bien. El consejero saliente de Economía, que es un hombre muy inteligente, seguro que piensa que ha hecho un gran favor a la comunidad con sus medidas de ahorro. Igual piensa el equipo de economía de Moncloa, con Montoro al asta. Estos romanos no deben tener familiares que vayan a la cola de los ambulatorios, ni a las urgencias de la Arrixaca, ni se operan si no es en clínicas de papel couché. Razón de más, no tienen parados en casa, ni les da pavor la palabra desahucio; solo que se muestran más sensibles que el poeta Rilke cuando les molesta la conciencia el griterío de la calle. 

No digamos que toda la culpa es suya, porque gran parte de ella reside en nosotros, quienes hacemos caso de su retórica de vendedores ambulantes cuando nos dan a probar el melón. Uno ha de fiarse de sí mismo y de las pintas que tiene el pepino (pues ni siquiera es melón amarillo ni verde, ni melón de año ni melón de agua, solo un pepino de los que nos devuelve Europa) y, sobre todo, uno ha de recordar quién le trata como a un ser humano con dignidad. Claro que si hubiera listas abiertas donde uno pudiera votar a ese o aquel que le trata con dignidad…, ¡otro gallo cantaría! Algún político no pasaría del Rollo.



FULGENCIO MARTÍNEZ

                                                                     PROFESOR DE FILOSOFÍA Y ESCRITOR

ÁGORA DIGITAL ABRIL 2014

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