CAPERUCITA ROTA. POEMAS DE TRINIDAD LUCEA
Trinidad Lucea Ferrer (Tudela, 1976) es licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad de Valladolid. Ha vivido en Londres, Viena y Roma, aunque actualmente reside en Pamplona. Ha publicado tres poemarios Lágrimas Escritas (Fundación Caja Rural Soria, 1998), Mapas (Ed. Círculo Rojo, 2019 – Premio mejor libro del año en la categoría de Artes en los premios de la editorial) y en 2023 Caperucita rota (Olifante Ediciones). Ha colaborado en varias revistas como Constantes Vitales, Adano, TK, Río Arga y Poetry News. También se pueden leer algunos de sus poemas en las antologías poéticas Ultravioleta. Poesía ilustrada, Sotto Voce, Poesía femenina actual de Navarra en castellano (Ed. Torremozas), Búsqueda de identidad (Ed. Gobierno de Navarra, 2019), Antología de la poesía actual cubano-navarra (Ed. Eunate, 2015-2020), Sin Tapabocas, memorias de una pandemia (Ed. El Sur es América, 2020), Antología hacia la luz (2021) y Mi nombre es el recuerdo, poemas contra el feminicidio (Ed. Pamiela 2023).
Ha sido premiada en dos ocasiones en el Certamen de poesía convocado por la Asociación Cultural de Mujeres El Tazón-Santana de Tudela, con mención honorífica el poema Mi Pena Capital (2014) y con el segundo premio el poema La Luchadora (2017).
También ha participado en otros proyectos donde combina imagen y poesía, en la exposición Rifflessioni junto a la fotógrafa italiana Federica di Benedetto (Roma 2015), en la feria de arte contemporáneo ARTERIA (Monzón, 2018 y 2019), Biblioteca Pública de Tudela (2022) y Ámbito Cultural del Corte Inglés (Pamplona 2023).
Caperucita rota, de Trinidad Lucea, fue presentado en Zaragoza a finales de septiembre de 2023
Poemas del libro Caperucita roja, de Trinidad Lucea (Olifante ediciones, 2023)
DECLARACIÓN DE INTENCIONES
Cuando di el primer paso,
nunca imaginé el trazado del camino.
Begoña Abad
Voy a ir por el camino.
Voy a ir por el camino tenaz y rotundo,
profundo en paso, mordido en tiempo.
Alguien tiene que ser el primero,
adentrarse impetuoso,
dejarse la piel en los bordes,
llorarse los ojos en el viento.
No serán las consecuencias sutiles:
quebrarse en ramas,
tragar piedras,
coser heridas.
Todavía habrá
quien se astille en la senda,
quien mire atrás,
quien se rinda.
El camino exige paso firme,
a grito de poeta,
a golpe de verso,
caminante de Machado.
Voy a seguir por el camino,
mis pasos, enteros latidos,
me llevarán hasta la cima del mar.
LUZ
Entras por mi ventana
en pura desnudez,
flotas dejando rastro
de día abierto y limpio.
Amanezco sedienta,
como una estatua griega
que en ansia espera el brillo
que solo el sol concede.
Ojalá te pudiera
atrapar como lo hizo
Sorolla en su pincel,
con trazo deslumbrante.
Eres caricia clara,
lienzo de playa suave,
reflejo de orilla y
halo de traje blanco.
Ven, silenciosa, nítida,
te volverás pretérita
al anochecer
luz redondísima,
lux aeterna.
PEDES IN TERR A AD SIDERA VISUS
Con los pies en la tierra, la mirada al cielo.
Sueña, querida, sueña,
sé protagonista de cuentos y fábulas,
danza, toca planetas,
descubre vidas.
Sueña y sueña,
porque vendrá la realidad
terca cruda carne hueso,
se enredará a tus pies
con hechuras de aquí, ahora
y susurrante
permanecerá a tu lado
sin que nadie la interrumpa.
NOCTURNO PARA BOSQUE ENCANTADO
(Preludio)
Anochece y la bruma se desliza,
canto de piedra lenta, delicadas
gotas de piano con solo de lluvia.
(Instrumental)
Romance de verano, suenan grillos,
corcheas, búhos, danzan las luciérnagas;
un relámpago tiembla, el bosque alumbra.
(Coda)
Silencio, ya titilan las estrellas,
brillan las notas en el pentagrama;
clave de sol, despunta ya la aurora.
VARIACIÓN DE UNA NANA POPULAR
Duérmete niña,
duérmete ya,
que viene el coco
y te comerá.
Princesa de oro sol,
abrazos que brotan de la yerba,
juguemos a saltar en los charcos cuando llueve,
a vestirnos con sonrisas de verano.
Pero no despiertes niña,
no despiertes ya,
que va a venir el cáncer
y te comerá.
TORMENTA
Después de la tempestad,
siempre viene el poema.
POEMA INÉDITO
El ocaso se esboza en la piel marmórea,
la luz se precipita de los ojos,
los símbolos y los gestos caen del pedestal
como una mano inerte ya vencida.
Esparcidos por el suelo
las volutas y las vetas grises,
volúmenes, minerales, carne,
también el alma con sus ruinas y huesos.
Las sombras trepan donde el cincel
dejó su rastro mutilado,
las grietas se retuercen en duelo,
se derrumba el último latido pétreo.
Muda y acabada,
la estatua se queda de piedra.
Trinidad Lucea
REVISTA ÁGORA DIGITAL / DIARIO DE LA CREACIÓN / Octubre 2023
No hay comentarios:
Publicar un comentario