ÁGORA. ULTIMOS NUMEROS DISPONIBLES EN DIGITAL

miércoles, 25 de octubre de 2023

PLANETA PIEL. SEIS POEMAS DE INMA BENÍTEZ /Diario de la creación. Panorama de la poesía actual/ Revista Ágora-Papeles de Arte Gramático N. 22 (Nueva Colección, II parte Número doble otoño 2023)

 

Portada del libro de Inma Benítez Planeta Piel. Foto de José Miguel Jiménez Arcos

 

DIARIO DE LA CREACIÓN

PANORAMA DE LA POESÍA ACTUAL EN ESPAÑOL

 

 

                                                 

 

PLANETA PIEL. SEIS POEMAS DE INMA BENÍTEZ

 

 

Inma Benítez nació en Tudela (Navarra); ha publicado recientemente el poemario Planeta piel, en la editorial Olifante, que dirige Trinidad Ruiz.  Con anterioridad publicó A todos mis amores (2016), en la misma editorial. Es también narradora: en esta faceta, ha publicado Los cuentos de mi niña (autoedición de 2017) y Tudela en cuento” (Ed. Cierzo, 2020). También ha colaborado en algunas publicaciones colectivas (Sopa de letras, Antología de poetas tudelanos, “Wiwassappa”, y en la revista literaria Traslapuente) y ha recibido premios en varios concursos locales, y participado asimismo en recitales individuales o colectivos y en eventos de importancia como, por ejemplo, Voix Vives.

Publica cinco poemas de Planeta piel, lanzado en agosto de 2023, y un sexto, inédito, “Primera vez”, de la misma temática.

 

 

 

Inma Benítez. Foto de José Miguel Jiménez Arcos

 

 

 

Poemas de Inma Benítez

de Planeta Piel (Olifante Ediciones, Zaragoza, agosto 2023). Prólogo de José Javier Alfaro Calvo

 



AQUÉL

 

 

Aquél que me desnude tendrá los dedos finos

y llegará en la noche, lo mismo que un bandido:

 

no se abrirán ventanas, no sonarán postigos,

 

no agitará la brisa nocturna los visillos,

 

no se oirán pisadas, no escucharé el sonido

del somier acogiendo su cuerpo junto al mío.

 

Me tomará en silencio, sin siquiera un suspiro,

sin apenas tocarme, sin moverme del sitio:

 

será como sentirlo sin haberlo sentido,

como haber sido amada y como no haberlo sido,

 

un peso inapreciable,

un gozar sin gemidos,

un hombre entre las sombras…

 

                                       Un amante furtivo.

 

 

 

 

 

VALLE INCLÁN

 

 

Antes de que las articulaciones

sean goznes chirriantes

y la piel se oscurezca y se acartone

 

y tan solo nos queden

el sol y el calendario de emociones

que guarda la memoria

 

se habrá secado ya la lencería

que colgaba en la cuerda

aquella mañana en la que amaneciste

probando mi café

y aún seguirá, quizás, en el armario

el indeleble rastro que dejó

el macho alfa marcando el territorio

 

y sonarán los ecos de Mark Knopfler

(desnudos como hippies,

tu mentón apoyado en mi cintura)

cantando para mí el Brothers in arms

como regalo de mi cincuentayun cumpleaños

 

y volverá a escucharse el leve,

insinuante tintineo de la hebilla

al deslizarse desde tu cintura

hasta el emparquetado suelo del salón

 

y el pobre Max Estrella,

ciego e iluminado personaje,

desnudará de nuevo a Valle Inclán,

sentado en el respaldo en rojo y negro

 

y una esfera redonda y luminosa

suspendida del techo

presidirá la Nochevieja más larga de la historia...

 

Tal vez entonces aún estemos vivos

 

o puede que ya no.

 

No hay forma de saberlo.

 

 


 

EN MIS DEDOS

 

 

Guardo en mis dedos los planos para reconstruirte

si te rompes un día...

 

De los bucles del pelo hasta las uñas de los pies

todo duerme archivado en mi cerebro:

la verruga de bruja en la espalda

y esa otra pequeña en el pubis

 

y los brazos velludos

y el extraño, inquietante, amasijo de venas en la pierna

 

y las patillas de lobo perezoso

sin ganas de afeitarse

y la chata nariz

 

y esa expresión de viejo triste

que a veces se te pone

y que arroja de golpe sobre ti

la casi cincuentena

 

que apenas representas.

 

Guardo en mis dedos tus labios

tus ojos y tu lengua

y la forma en que contraes los músculos al quedarte dormido

sin quererlo

y tu aliento que suena entrecortado

cuando me abrazas fuerte,

tanto que creo poder sentirte incrustado entre mis huesos

 

y tu voz

que suena un poco como si hubieses aspirado helio

y tu mirada

al levantar las sábanas y verme

desnuda y con la pierna sobre ti.

 

Guardo en mis dedos todo

lo que nadie conoce... ni siquiera

las cuerdas de tu más bella guitarra

ni las aves del cielo

ni tu madre...

ni el agua

con que bañas tu piel.

 

 

 

 

 

COMO A TI MISMA

 

La estancia en penumbra dibujaba sus formas en azul; una silueta danzarina en el silencio: sus cabellos sueltos y ondulados cubriéndole el rostro parcialmente, la sonrisa traviesa y esos hoyuelos que tanto le gustaban; el cuello corto y fuerte, musculoso como el resto de su anatomía, los hombros huesudos y algo caídos, como una percha un tanto deformada… pero hermosos, de suave terciopelo. Los rozó suavemente, las yemas de los dedos deslizándose sin prisa hacia la curva línea de sus pechos, las rojas aureolas, los pezones enhiestos que pellizcó con las uñas, como a ella le gustaba hasta que se pusieron duros como dos garbanzos… y el descenso perezoso hacia su pubis, el índice apuntando hacia la línea recta que surcaba el tronco, incitante, sin llegar a tocarla, haciéndose sentir a través del fino vello que se erizaba al leve contacto de la yema, recreándose en torno a los pliegues del ombligo, sacudiéndola por dentro, un hondo suspiro que la hizo cerrar los ojos y arquear la espalda… Y al fin el destino, la zona prohibida, la maraña velluda y sonrosada entre la que los dedos se enredaron, juguetones, en busca de los húmedos labios que salían a su encuentro, ya encendidos de gozo y de ansiedad, lúbricos y expectantes, ardiente savia en una flor abierta y colorida, famélica, ganosa, ya caníbal, que atraía los dedos hacia su piel, suave y resbaladiza, confortable y fragante, invitándolos con su dulce ronroneo a deslizarse, trazando círculos, bailando, recreándose en el acto de amasarla, de embadurnarse con sus jugos para luego resbalar sobre los mismos e introducirse en ella, empapados y dulces como azúcar quemado y hacerla, poco a poco, perder la compostura y los sentidos, y encorvarse y gemir, y tensarse lo mismo que las palas de un arco, rígida y ya entregada por completo, un sollozo larguísimo y ahogado tras el que su sexo estalló, y se abrió, y se derramó sobre sí mismo, y el cuerpo se envaró hasta quebrarse casi antes de hacerse marioneta, y desplomarse inanimado, lánguido, vacío… una muñeca rota y agotada tras el juego que la miraba, satisfecha y pícara, desde la solitaria imagen del espejo.

 

 

 

 

 

OTRA CANA

 

Cada vez que retiras

mi mano de tu sexo

me brotan

otra arruga en la frente

y otra cana en la sien.

 

 





PRIMERA VEZ

 

Se hizo un vacío

que el silencio invadió completamente

y del que nuestros cuerpos

se empaparon:

 

Mágica danza

de otra primera vez.

 

           

 

   Inédito

 

 

 

Para conocer más sobre la creación poética y narrativa de Inma Benitez:

http://loscuentosdeminina.blogspot.com/

 

 

REVISTA ÁGORA DIGITAL / DIARIO DE LA CREACIÓN / OCTUBRE 2023

No hay comentarios:

Publicar un comentario