Disfraz de Rey Baltasar. Fuente. La casa de los disfraces.
LO QUE ECHO DE MENOS EN EL LIBRO LOS DISFRACES DEL FASCISMO DE BALTASAR GARZÓN
No sé si el exjuez Baltasar Garzón ha leído a Habermas y a Sloterdijk, ni si se ha informado sobre el fascismo de izquierdas, estudiado entre otros por estos dos filósofos; lo cierto es que ha escrito un libro sobre el fascismo. Es como si escribes de océanos y se te olvida citar el mayor de ellos. A pesar de todo, le deseo todo el éxito literario a este juez metido a policía del orden mundial, y que el éxito le aumente el número de sus fieles a este obispo de lo moral y políticamente correcto.
No estamos nunca suficientemente servidos de buenas lecciones de filantropía, tolerancia y amplitud de miras a los hechos y de ejemplos de oposición e insumisión a las bárbaras tiranías que colean del siglo XX en el actual, y aun de otras formas de despotismo que son originales de nuestra centuria. No puede olvidar el historiador a los Lenin, Stalin, Trosky; Hitler, Mussolini, Mao, Jomeini; y en nuestro idioma, Franco, Batista, Castro, "Ché" Guevara, Pinochet, Noriega, Videla, Chávez, Maduro, Ortega, por citar solo algunos ejemplos de nombres ligados a tiranías, casi todos ellos militarotes, cuyo recuerdo "da dolor" aún (pues no están solo en polvorientas crónicas). Cada uno de estos fue un puño que ahogó a muchos seres humanos aunque, en su día, se pusieran disfraz de guerrilleros, de revolucionarios o de cruzados de esta o aquella causa, sea religiosa, racista, popular o populista, de ideología de izquierda o de derecha.
El autor del libro Los disfraces del fascismo[1] no ha tenido el acierto de seguir el consejo de Machado; ¿Tu verdad? No, la Verdad;/ y ven conmigo a buscarla./ La tuya, guárdatela. A la hora de escribir sobre el fascismo, Baltasar Garzón debía haberse mirado al espejo, y con él a los suyos, al fascismo de izquierda.
Nos revela Garzón dos nuevos disfraces del fascismo, contra los cuales nos previene: el terrorismo y el narcotráfico. Pues bien, me pregunto, si el terrorismo y el narcotráfico son disfraces de ese ubicuo fascismo frente al cual ha de rearmarse, ideológicamente hablando, la supuestamente dormida izquierda, por qué no tratar de la conexión de los regímenes narcos de las dictaduras "amigas" en América y en el mundo, y por qué no, del silencio y la complicidad con los testaferros e intérpretes actuales de los terroristas de ETA, fascistasunos del mismo tamaño moral y político que esos asesinos que trataron de encarcelar la libertad y que siguen sin tener conciencia de haber roto las vidas de miles de niños y niñas (huérfanos, heridos, muertos en algunos casos), y las de sus padres y de tantas personas víctimas inocentes.
Dice Garzón que el fascismo se puede a veces disfrazar de comunismo (y aduce, aunque con matices, el ejemplo de Putin). Pero, amigo mío, no hace falta que se disfrace quien ya lo es. Y no me refiero al caso de Putin, sino al comunismo. Garzón olvida más de la mitad de la historia del siglo XX; y esta ceguera del fascismo-comunismo no se debe a que el exjuez y autor del libro maneje un concepto histórico estricto y unívoco de fascismo; no. Como en el subtítulo del libro se sugiere,[2] fascismo es usado por él como una palabra maleta que incluye todo aquello que conspira contra el orden democrático y conlleva intolerancia, represión y autoritarismo.
FULGENCIO MARTÍNEZ
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