ROBAPATRIAS
Hemos oído a Rajoy
alertar contra el peligro de contaminación a todo el sistema político que
conlleva no la corrupción sino tanto hablar de la corrupción. Nos ha arrojado el
Presidente la demagogia del miedo (pues el temor a un mal mayor hipotético hace
pequeño el mal real) y ha mencionado a
los “salvapatrias” que vendrían con nocturnidad y alevosía a limpiar la letrina.
Pero, dado que no sería suficiente una sola escoba para tanta tarea, ve él salvapatrias
a mogollón, salvapatrias con color de multitud, como en un mal sueño. Peor que
un escrache, ve una feria a la puerta de Moncloa. O un motín. Vamos, que no
pega ojo.Con Alfredo no tenía estas pesadillas. Batallones de limpieza, millones
de ciudadanos dispuestos, con herramientas, manos y leyes, a actuar contra los
corruptos y los corruptores. Después de que el llorón de Rafael Merino, adjunto portavoz popular en el Congreso de los
Diputados, vino a lamentarse ante él: jefe,
nos llaman el partido de los corruptos; el Presidente ha dicho a los suyos:
Esto lo salvo yo solo, con agua y jabón.
La corrupción ha generado un debate patriótico en el que se
pierden las razones y los tiempos. Muchos piensan (como un servidor) que don
Mariano y el fantasma de Alfredo Pérez
Rubalcaba, que como el de padre de
Hamlet deambula por los pasillos de Moncloa, forman parte del problema. No les
llamemos destrozapatrias, porque somos educados, pero esos políticos harían
ahora el papel de médicos habiendo sido matasanos.
Muchos pensamos que se debe dar paso a las generaciones más
jóvenes, en cualquier partido, liga o sindicato (¡por cierto, echaremos de
menos a Cándido Méndez después de
veinte años en la dirección de la UGT! ). Este país solo se podrá limpiar cuando caigan
los frutos podridos, y para ello habrán de venir una o varias generaciones más
jóvenes que vareen.
Los todavía robaperas habrán de tener la generosidad de
dejarles equivocarse y seguir vareando. Me gustaría que ninguno de esos jóvenes
patriotas tuviera pasado político (está comprobado que cualquier puesto en un
ayuntamiento es una posible escuela de corrupción, y cuanto más pequeño sea el
pueblo mayor peligro de corromperse). Me gustaría que hubiera listas abiertas
en las elecciones, y que junto al candidato figurase la información necesaria
para que el votante pueda saber a quién vota: por ley tendría que saberse a) si
el candidato está imputado o no, si tiene abierta causa penal o civil; b)
cuáles son sus ingresos en el momento de presentarse como candidato; c) una declaración
de sus bienes, todo ello para que al final del cargo a que opta sepamos si se
ha enriquecido o no de forma fraudulenta; y d) cuál es su formación, estudios,
habilidades, de modo que sepamos si, por ejemplo, tiene carnet de conducir (por
si en el futuro fuera nombrado Director de la Guardia civil de tráfico alguien
que desconoce las normas de circulación) y si tiene hechos los estudios
básicos, por si mañana se pasase a concejal de Cultura.
FULGENCIO MARTÍNEZ
PROFESOR DE FILOSOFÍA Y ESCRITOR
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