http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2014/06/12/hablar-rey/566199.html
VAMOS A HABLAR DEL REY
Vamos a hablar del Rey ya que
queremos hablar de Murcia. Entre los titulares de prensa que nos ha dejado el
Día de la Región se encuentran las declaraciones del señor Alberto Garre sobre política nacional. La opinión del Presidente,
cuando habla en nombre propio y ajeno, tiene siempre un eco mediático que a
buen seguro será tenido en cuenta por las instituciones del Estado. La reforma
constitucional, si es preciso, y cómo sea preciso, se hará. Los
independentistas son una lacra. El necio no ve signos de que hemos superado la
crisis. (Perdonen los lectores inteligentes que en tres frases haya resumido
una reflexión política tan elaborada como la del máximo dirigente de la Región
de Murcia).
Como los problemas de nuestra tierra no eran bastantes, el señor Garre se ha metido en asuntos de más narices. Los resultados en las elecciones europeas han dicho que la Región de Murcia es donde más ha descendido el voto al PP, que ha perdido aquí más de un cuarto de votantes respecto a anteriores comicios. Por eso, no ha sido Murcia la preocupación estelar en los actos de la celebración autonómica. Más parece que por boca del señor Garre ha hablado el señor Vicente Martínez-Pujalte, quien, sin darse cuenta de que no estaba en la Carrera de San Jerónimo, ha aprovechado la ocasión para reafirmar las consignas del grupo popular en el Congreso de los Diputados. Ante una situación institucionalmente tan delicada, hay que arrimar todos el hombro. Hay que aprovechar cualquier púlpito para repetir el masaje mediático. Toda boca, cualquier persona interpuesta vale para que la voz del ventrílocuo se haga oír detrás del guiñol; no importa cuáles sean los asuntos de los que haya que hablar en el contexto concreto.
Prepárense a la prédica o masaje que se avecina en los próximos tiempos. No solo por parte del PP, también del PSOE peregrino. Todo menos reconocer errores. Yo me echo a temblar cada vez que oigo decir que han de “hacer pedagogía”. Los políticos van a darnos bastantes sesiones de “pedagogía” para explicarnos sus cosas, que deberían ser tan simples y meridianas como las opiniones de Garre. Incluso algún socialista va diciendo que han de “hacer más pedagogía”, pues nos deben tomar a los ciudadanos por más burros que un arado.
En tiempos del criminal nazi Joseph Goebbels aún se usaba el término “propaganda”, para lo que hoy llaman “hacer pedagogía”. Miren si no han avanzado las técnicas de camuflaje verbal. La propaganda nazi fue una técnica sutil de dirección de masas, de ella se ha servido la publicidad en los anuncios subliminares. Consiste, básicamente, en la repetición de fórmulas muy simples, mentiras o medias verdades, que anulan el raciocinio del oyente por medio de trabajarle lo que Freud llamó los dos centros básicos de la motivación humana: el poder y el placer. Adhiriéndose a esos eslóganes de la propaganda la masa se sentía más fuerte, más poderosa y estaba dispuesta incluso a sacrificarse con gusto por el Partido nazi: “palos con gusto no duelen”, dice el refrán.
Evidentemente, y por fortuna, no estamos en el caso de la propaganda nazi o terrorista, como actualmente aún sigue siendo la de Al Qaeda en algunas regiones del mundo. Nuestra casta política es superior moralmente a los líderes psicópatas que han usado y usan la propaganda para justificar atentados y crímenes de lesa humanidad.
Dado que reconocemos esa categoría moral superior en los dirigentes actuales, hemos de esperar de ellos que al menos nos consideren personas adultas, libres, razonadoras, y capaces de evaluar qué es lo mejor, sobre todo cuando se trata de asuntos que nos incumben a todos. Poco aprecio harían los políticos de los que piensan que este país ha de tener una forma de Estado monárquica si no consultan a la ciudadanía. Nada de legitimidad tendría una forma de Estado impuesta y calculada por los intereses de ellos, y aunque fuera en vista a lo mejor para el pueblo, pero sin el pueblo, eso no sería democracia.
Como los problemas de nuestra tierra no eran bastantes, el señor Garre se ha metido en asuntos de más narices. Los resultados en las elecciones europeas han dicho que la Región de Murcia es donde más ha descendido el voto al PP, que ha perdido aquí más de un cuarto de votantes respecto a anteriores comicios. Por eso, no ha sido Murcia la preocupación estelar en los actos de la celebración autonómica. Más parece que por boca del señor Garre ha hablado el señor Vicente Martínez-Pujalte, quien, sin darse cuenta de que no estaba en la Carrera de San Jerónimo, ha aprovechado la ocasión para reafirmar las consignas del grupo popular en el Congreso de los Diputados. Ante una situación institucionalmente tan delicada, hay que arrimar todos el hombro. Hay que aprovechar cualquier púlpito para repetir el masaje mediático. Toda boca, cualquier persona interpuesta vale para que la voz del ventrílocuo se haga oír detrás del guiñol; no importa cuáles sean los asuntos de los que haya que hablar en el contexto concreto.
Prepárense a la prédica o masaje que se avecina en los próximos tiempos. No solo por parte del PP, también del PSOE peregrino. Todo menos reconocer errores. Yo me echo a temblar cada vez que oigo decir que han de “hacer pedagogía”. Los políticos van a darnos bastantes sesiones de “pedagogía” para explicarnos sus cosas, que deberían ser tan simples y meridianas como las opiniones de Garre. Incluso algún socialista va diciendo que han de “hacer más pedagogía”, pues nos deben tomar a los ciudadanos por más burros que un arado.
En tiempos del criminal nazi Joseph Goebbels aún se usaba el término “propaganda”, para lo que hoy llaman “hacer pedagogía”. Miren si no han avanzado las técnicas de camuflaje verbal. La propaganda nazi fue una técnica sutil de dirección de masas, de ella se ha servido la publicidad en los anuncios subliminares. Consiste, básicamente, en la repetición de fórmulas muy simples, mentiras o medias verdades, que anulan el raciocinio del oyente por medio de trabajarle lo que Freud llamó los dos centros básicos de la motivación humana: el poder y el placer. Adhiriéndose a esos eslóganes de la propaganda la masa se sentía más fuerte, más poderosa y estaba dispuesta incluso a sacrificarse con gusto por el Partido nazi: “palos con gusto no duelen”, dice el refrán.
Evidentemente, y por fortuna, no estamos en el caso de la propaganda nazi o terrorista, como actualmente aún sigue siendo la de Al Qaeda en algunas regiones del mundo. Nuestra casta política es superior moralmente a los líderes psicópatas que han usado y usan la propaganda para justificar atentados y crímenes de lesa humanidad.
Dado que reconocemos esa categoría moral superior en los dirigentes actuales, hemos de esperar de ellos que al menos nos consideren personas adultas, libres, razonadoras, y capaces de evaluar qué es lo mejor, sobre todo cuando se trata de asuntos que nos incumben a todos. Poco aprecio harían los políticos de los que piensan que este país ha de tener una forma de Estado monárquica si no consultan a la ciudadanía. Nada de legitimidad tendría una forma de Estado impuesta y calculada por los intereses de ellos, y aunque fuera en vista a lo mejor para el pueblo, pero sin el pueblo, eso no sería democracia.
FULGENCIO MARTÍNEZ
Profesor de Filosofía y escritor
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