Primero de Mayo. "¿Quién dijo miedo?" Artículo de María Pilar Victoria de las Heras, publicado en La Opinión de Murcia, 1 de Mayo 2013.
enlace:
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2013/05/01/dijo-miedo/466506.html
¿Quién dijo miedo?
01.05.2013
MARÍA PILAR VICTORIA DE LAS HERAS
Año 2013. Odisea en el Congreso. Cada viernes nuestros 'hombres sabios' arrojando decretazos sobre el pueblo llano. Intentando doblegar nuestros ánimos, arrebatándonos derecho a derecho, despedazando el pueblo (a eso lo llaman gobernar) para las hienas capitalistas; para los mercados ávidos de carnaza obrera que, a cambio de una mísera compensación económica, engrosen sin embargo sus lícitas y opíparas cuentas, todas legales y transparentes, merced a políticas cómplices de la orgía neoliberal. Sin pudor, recato ni vergüenza esquilman a manos llenas lo que va quedando de la clase trabajadora, queriendo convertirla en un guiñapo, en una sombra chinesca de lo que fue. Intentándonos meter el miedo, recortando la educación, y parafraseando a Rubén Blades, conseguir que nuestra ignorancia haga fuerte a nuestra inocencia. Pues ese es su armamento, el arsenal del miedo que pretenden meter en nuestros cuerpos, haciéndonos claudicar de este modo, a décadas en las cuales, se han ido sentando las bases de la verdadera civilización, la que desmanteló paulatinamente los residuos retrógrados, cavernícolas. Verdadero baluarte del crecimiento honesto e íntegro de cada nación: la creación y consolidación de los derechos laborales.
Podemos lamentarnos, rajarnos las vestiduras y finalmente, darles las razón. Mas podemos, entre todos, levantar bien alto la cabeza, henchir el pecho con el aire de un libre albedrío que va más allá de las migajas de libertad que pretenden hacernos picotear; y salir a la calle en este día, reivindicando alto, claro y sin tapujos que este pueblo y su gente no se doblega; que el Gobierno es elegido por y para el pueblo.
Que la soberanía reside en el pueblo, y que cada intento de lo contrario, es un paso más hacia el precipicio social, que la actual clase política, tecnócrata, disciplinada al ritmo del látigo alemán, desea convertir en nuestra cotidiana realidad.
Como en el Mito de la Caverna, abramos los ojos, reconociendo que lo que vemos proyectado en esta sociedad son las sombras de las políticas neoliberales. Salgamos de la Cueva. Su miedo es que nosotros perdamos el nuestro.
Primero de Mayo de 1886, hace 127 años. Chicago, EEUU. Trabajadores
sindicados reivindicando la jornada laboral de ocho horas, frente a las
dieciocho establecidas por ley. Columnas de obreros cruzando la ciudad,
todos a una, fuertes, decididos, sabiendo que la lucha de cada uno
es la libertad de todos... Varios muertos y cientos de heridos de aquel
entonces nos recuerdan hoy lo efímero de las conquistas sociales
logradas por quienes nos precedieron si no las nutrimos con el sustrato
de la continuidad, la certeza de la razón que nos asiste, el derecho y a
la vez, la obligación, de proteger este patrimonio obrero que nos han
legado quienes, antes que nosotros, han creído en la dignidad del ser
humano.
Año 2013. Odisea en el Congreso. Cada viernes nuestros 'hombres sabios' arrojando decretazos sobre el pueblo llano. Intentando doblegar nuestros ánimos, arrebatándonos derecho a derecho, despedazando el pueblo (a eso lo llaman gobernar) para las hienas capitalistas; para los mercados ávidos de carnaza obrera que, a cambio de una mísera compensación económica, engrosen sin embargo sus lícitas y opíparas cuentas, todas legales y transparentes, merced a políticas cómplices de la orgía neoliberal. Sin pudor, recato ni vergüenza esquilman a manos llenas lo que va quedando de la clase trabajadora, queriendo convertirla en un guiñapo, en una sombra chinesca de lo que fue. Intentándonos meter el miedo, recortando la educación, y parafraseando a Rubén Blades, conseguir que nuestra ignorancia haga fuerte a nuestra inocencia. Pues ese es su armamento, el arsenal del miedo que pretenden meter en nuestros cuerpos, haciéndonos claudicar de este modo, a décadas en las cuales, se han ido sentando las bases de la verdadera civilización, la que desmanteló paulatinamente los residuos retrógrados, cavernícolas. Verdadero baluarte del crecimiento honesto e íntegro de cada nación: la creación y consolidación de los derechos laborales.
Podemos lamentarnos, rajarnos las vestiduras y finalmente, darles las razón. Mas podemos, entre todos, levantar bien alto la cabeza, henchir el pecho con el aire de un libre albedrío que va más allá de las migajas de libertad que pretenden hacernos picotear; y salir a la calle en este día, reivindicando alto, claro y sin tapujos que este pueblo y su gente no se doblega; que el Gobierno es elegido por y para el pueblo.
Que la soberanía reside en el pueblo, y que cada intento de lo contrario, es un paso más hacia el precipicio social, que la actual clase política, tecnócrata, disciplinada al ritmo del látigo alemán, desea convertir en nuestra cotidiana realidad.
Como en el Mito de la Caverna, abramos los ojos, reconociendo que lo que vemos proyectado en esta sociedad son las sombras de las políticas neoliberales. Salgamos de la Cueva. Su miedo es que nosotros perdamos el nuestro.
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