"Puigdemont lanza su candidatura". Fuente: El Periódico. 21 de marzo 2024
PUIDEMONT TIENE MÁS DERECHOS QUE UNA INTERINA
¿Desde cuándo en un Estado todos sus gobernantes no lo representan, y peor aún, se admite que no lo represente una parte de ellos?
Miles de interinos cruzan anualmente España como temporeros. Son trabajadores de la enseñanza (antes llamados profesores), administrativos, policías, ferroviarios o de otros gremios. Muchos de ellos han aprobado la oposición, pero no le han adjudicado plaza. Lo que sí hubiera sido posible cuando aún las oposiciones se convocaban para el conjunto del Estado. Se desperdicia así el talento para el conjunto de España.
Desde hace años, en cada vez más "territorios", rigen criterios propios de selección del personal educativo y administrativo, incluso del policial en algunos casos; en detrimento casi siempre de la calidad profesional y exigencia del mérito, en beneficio de otros argumentos ideológicos y segmentados.
Los trabajadores interinos, que no tienen asegurada la plaza donde trabajar y han de esperar cada septiembre a su llamado, son víctimas, además de de la mala estructuración administrativa de este Estado, de otros males añadidos. Por ejemplo, respecto a la salud: sufren tener cada año que o bien empadronarse allí donde son llamados a trabajar o bien ser solo atendidos de urgencias en los ambulatorios locales. No hay en España una única Sanidad para todos los territorios. El trámite de empadronarse requiere renunciar al empadronamiento anterior en el domicilio en el que habitualmente reside el interino, o la interina. La injusticia burocrática es más grave en el caso de las mujeres, porque estas suelen atender más a los hijos, cuando los hay en la familia, y a los ascendientes, de los que, pese a las ayudas de dependencia, suelen ocuparse para gestionar esas ayudas, entre otras cosas. Y todavía se agrava el problema cuando se tienen citas concertadas para operaciones, en el hospital de una Comunidad Autónoma diferente a la Comunidad en la que ha de inscribirse como desplazada (lo que es solo durante un tiempo) o como empadronada.
Ninguno de esos problemas censales, al parecer, tienen los políticos españoles. Ni las políticas. Ni aquellos que están residiendo en la isla antiguamente denominada La Española, hoy de nuevo atestada de españoles patriotas, ni otros fugitivos de Hacienda. Ni los que viven en Suiza o en Andorra. Ni por supuesto, tampoco, el residente en Waterloo.
Leo en El periódico, del 21 de marzo 2024: Puigdemont lanza su candidatura a las elecciones catalanas. No sabemos si está censado en Cataluña, si ha pagado en los últimos seis años sus impuestos, si comete fraude de ley al inscribirse de apaño para las elecciones.
Creo que tenemos derecho a saber por qué unos tienen privilegios y otros, no. Para tener médico has de estar censado en una Comunidad, para votar y ser candidato en elecciones locales y autonómicas, también has de demostrar que vives y estás censado allí donde te presentas en unas listas o pretendes ejercer tu voto.
La isonomía, igualdad ante la ley, es la democracia juridíca o estado de derecho que rige igual para todos los ciudadanos (bueno, en la España de los cupos vasco y navarro, no es así, pero eso es otro asunto, que nos llevaría a cuestionar si un Estado es democrático sin cumplir con la isonomía de base o principio; las generaciones siguientes tendrán que lidiar con esa rémora que es el cáncer inicial de la democracia del 78).
La isonomía, que es una idea filosófica y matemática inspirada en la sabiduría presocrática de un Anaximandro, es el principio (arjé) de la democracia rector de la ley, y por ende anterior a esta en orden conceptual. De ella se desciende a una Constitución democrática concreta, a esta o aquella ley de leyes o "Politeia", la que a su vez rige sobre todas las demás leyes y ordenamientos, incluso rige sobre la voluntad de los gobernantes elegidos por mayoría o por suma de minorías.
Lo contrario sería definir la isonomía dentro de una Constitución: la igualdad ante la ley sería aquello que viniera definido por la Constitución, estableciendo esta las posibles excepciones.... Ese desviado concepto de isonomía, digamos constructivista, es lo contrario de la isonomía democrática como principio, y cuando se instala ese caballo de Troya en una Constitución la destruye a la larga. (Hay que repensar, por tanto, la Constitución española del 78; tarde o temprano, hay que subsanarla democráticamente o arrojarla al cesto, más allá de su oportunidad histórica del momento.)
La isonomía tiene un doble sentido: el primero, y más obvio: todos somos iguales ante la ley de un Estado. No puede haber privilegios de ninguna clase, o como dicen en mi tierra, no se admiten frescos ni "apañaos".
Pero, en otro sentido, también muy importante, isonomía, igualdad ante la ley, rige también para "todos" los gobernantes. Todos representan a la ley, por igual. No representan a ningún partido concreto cuando tienen el cargo, ni a ningún lobby o conjunto de intereses oligárquicos, sean regionales, sectarios, etc. Lo contrario es una infracción al principio democrático de la isonomía. Un gobernante representa la ley en cualquier parte del Estado y gobierna para los intereses generales, siempre respetando, en lo posible, los intereses de minorías. El grito de aquellos jóvenes que decían de los políticos "No nos representan", se convirtió, cuando algunos partidos nuevos llegaron al poder, en "Solo represento a los míos".
Qué raro suena hoy la frase: en España gobiernan los españoles; y eso era, precisamente, por lo que lucharon nuestros antepasados, a veces contra potencias más poderosas, como Francia. ¿Desde cuándo en un Estado todos sus gobernantes no lo representan, y peor aún, se admite que no lo represente una parte de ellos?
Hora es ya de que algún partido político defienda, con actos, la igualdad de todos los españoles. Ese Ministerio de Igualdad ha de ampliarse a 19 manzanas. O habrá que sacar algunas podridas del cesto, y venderlas antes de que se devalúen.
Fulgencio Martínez
Tarazona, Zaragoza, domingo 24 de marzo 2024
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