Algo pasa con el marido de Begoña
Silencio. Ruhe. Está pensando el Presidente. Creemos que se debate Pedro Sánchez en un conflicto de responsabilidades y sentimientos.
En tiempos antiguos existió un filósofo y sociólogo alemán, llamado Max Weber. Se estudiaba en Derecho y en Filosofía. En los ochenta lo citaba Felipe González. (Entonces, no sabíamos bien que donde había un político medio culto se escondían uno o diez asesores bien pagados. Hoy, el hombre al cuidado de la polis es menos culto pero mayor el número de sus asesores y disparatadamente multiplicado el gasto de estos a costa de "la ciudadanía" sufrida).
A lo que vamos, Weber distinguió entre la ética de la responsabilidad y la ética de las convicciones. La primera era propia del político con sentido de tal, de su compromiso con unos valores estatales que él representa (pues hay valores estatales, o sea políticos, sí: como el Derecho, la seguridad, el orden, la paz, la libertad en todas sus manifestaciones cívicas, empezando por la libertad de prensa; la solidaridad interna o cohesión, la economía y el progreso de una comunidad política o Estado). Por otra parte, la ética de las convicciones defiende la integridad y la pureza de los principios, donde los medios para alcanzar determinados fines no son, como tales instrumentos, buenos por virtud o contagio de sus fines, a pesar de que fueran en su caso apropiados para una racionalidad práctica política (estatal); no así para la ética individual. Con razón decimos que el fin no justifica los medios, pero ojo, hay que saber cómo, por qué y desde qué ámbito se dice esto. En el campo de la ética personal, no hay duda de que las convicciones o principios morales son lo más importante, si es que cada sujeto moral quiere ser una conciencia autónoma. Pero, cuando el sujeto moral actúa como responsable de un Estado, de una polis, esto es, como político, la cuestión ética no es tan sencilla. Maquiavelo, uno de los más grandes pensadores políticos modernos, a pesar de las desinformaciones que lo caricaturizan, debe ser leído siempre por el político, para tenerlo en cuenta; igual que a Aristóteles, para llegar al justo medio entre fines y medios. La proporcionalidad no es sencilla casi nunca y la ética de la responsabilidad ha de acotar los límites tanto a fines como a medios; ni siquiera hay un fin absoluto, sino dentro de la racionalidad humana práctica, diría Weber. (Me temo que Sánchez no alcance a leer a todos esos autores en tan corto plazo como se ha dado). Muchas veces el político tiene que enfrentar el dilema entre la responsabilidad como gobernante y sus convicciones. Casi siempre, dice Weber (y héte aquí la originalidad de este pensador de la razón práctica del siglo XX), el político ha de priorizar los valores de la responsabilidad, a pesar de dejarse en la gatera algunas convicciones.
Max Weber
No voy a entrar mucho en este tema, que casi siempre es ignorado a la hora de juzgar a los políticos que lo son, es decir, que tienen responsabilidad sobre la polis, el Estado. Muchos de los juicios que sobre estos políticos se han hecho ignoran la doctrina weberiana y de paso toda la sociología más interesante de principios del xx hasta aquí, la que produjo el pensamiento de este filósofo políticamente de tendencia socialdemócrata, lo que en su época era casi insólito: lo de ser demócrata, quiero decir: eran tiempos de comunismos, fascismos y toda laya de totalitarismos que hoy han regresado con disfraces variopintos paralelos.
Pues bien, yo creo al Presidente cuando dice que algo le pasa, un conflicto al parecer entre su devoción personal y su función pública, aunque no haya demostrado hasta hoy dotes de político, de hombre con sentido de Estado (sino más bien lo contrario, ha sido un buen oportunista para lograr su cuota de poder pequeño y personal a cambio de divisiones del Estado, concesiones al terror y a otro Estado en ciernes).
Creo, a pesar de todo, que Pedro Sánchez ha tenido un acceso o iluminación los pasados días, y ha enfrentado el dilema de tener que elegir entre sus despertadas responsabilidades y sus convicciones (expresadas no en términos de razón práctica, en su Carta a la Ciudadanía en X, sino en términos eróticos; él se confiesa un amante o ser "profundamente enamorado").
Su responsabilidad le dice a Sánchez que no puede sino dar explicaciones a la ciudadanía por los indicios de delito en que ha incurrido el matrimonio Sánchez-Gómez (por cierto, también deberían darlas otros empresarios y sobre todo los responsables de la Universidad Complutense, empezando por su Rector, callado hasta ahora, por lo que todos sabemos, hasta un estudiante de Primero o cualquier joven que aspire a hacer carrera esforzándose por obtener una titulación en dicha alma mater matritense. Si los estatutos permiten que alguien sin titulación pertinente homologada ni currículum docente universitario como Begoña Gómez dirija una cátedra y un máster universitario, el problema está en los estatutos. Debería importarnos este tema mucho más que otros posibles chanchullos. La igualdad de oportunidades y el derecho a una educación excelente, están en juego).
A Pedro Sánchez, sus pasiones (más que sus convicciones racionales, según él mismo confiesa) le llevan a no exponerse a aclarar la verdad (1), y a meterse con la prensa que no le conviene (¡abajo la prensa de derechas y de ultraderechas!: eso no vale, Presidente; precisamente en un régimen democrático, eso no; incluso habría que alentar la discrepancia, porque es uno de los fines de un Estado democrático, el juego de la diversidad, de la crítica, por cierto, de otros valores también, como corolarios de la libertad que nos proporciona la ley: así el respeto a las minorías, pues la democracia no solo consiste en lo la dictadura del número, sino en un consenso amplio que protege a todos bajo el imperio de la ley, la separación de los tres poderes, etc, etc).
Creo que Sánchez está pensando en esto y que finalmente su amor profundo, no a España, sino a Begoña Gómez, su legítima, le llevará.... a seguir haciendo lo que mejor le convenga. Hará como esos niños que se tapan los ojos con la mano y juegan a hacerse invisibles (o como ha hecho la actual presidenta de la empresa pública de Radio y Televisión Española, señora Concepción Cascajosa, quien ayer era socialista y progresista cuando la nombró el dedo del Partido y en veinticuatro horas, obtenido el cargo, renuncia al carné del Partido y ya es independiente). Me tapo los ojos y no me ves, ya no estoy. Me retiro la mano de los ojos, ya estoy. Sánchez nos seguirá tomando por lelos igual que ayer, se quitará la mano de los ojos, y dirá: ya estoy aquí, ya me podéis ver. Dirá que sigue....por responsabilidad; y entonces pensaremos la ciudadanía y su Partido... (cuyos anteriores dirigentes, por cierto, señora Susana Díaz, no denunciaron en la comisaría de policía más próxima a la calle Ferraz a los partidarios de Sánchez culpables de esconder una urna en aquellas elecciones internas en el Comité Federal; como relataron entonces las crónicas (2) y dijeron aquellos mismos socialistas asimilados luego al papel del avestruz)... Infantilizado y feliz el país, pensaremos todos que sigue Sánchez por la ética de la responsabilidad que se le supone al político.
Ni siquiera necesitará pedir Sánchez, el sucesor de sí mismo, que, por esa Ética de la responsabilidad (que él con tan poco tiempo de leer utilizará nominalmente a su conveniencia) le descuenten del sueldo los cinco días en que ha desertado del trabajo sin justificación alguna desde la ética weberiana.
Domingo, 28 de abril 2024
Fulgencio Martínez
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1. Han faltado explicaciones por parte del Gobierno, explicaciones que necesitamos los ciudadanos..., dice el periodista Álvaro Nieto, en este video, de The Objetive. Interesante la reflexión y la información en el enlace:
https://theobjective.com/videos/politica/2024-04-24/escandalos-begona-gomez/
2. Véase esta noticia publicada en la web de la Sexta Televisión, cuando dicha emisora señalaba la debilidad del "pedrismo"...(!)
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