LÉEME UN RATITO
Sobrina, trae acá esos dos libros que verás sobre el arcón. Están, ¿sabes?, recién editados, los compré esta misma mañana y esta es la hora, al atardecer, en que quieren venir a mi lado y, como dicen de los búhos, alzar el vuelo con mi imaginación.
Mira, niña, te he visto echarles una mirada de reojo, y por una vez he visto que te interesabas de verdad por mis cosas ¿de loco, quizá? Sean, pues, los donosos libros regalo para ti, después de haberlos yo leído..., y principio y continuación de nuestra amistad, pues entre parientes, y más entre un viejo solo y una sobrina, como somos tú yo, la amistad ha de abonarse, debe sostenerse en principios firmes y conservarse con el trato, la igualdad en los gustos, o, por el contrario, la disputa en los mismos, pero siempre con afabilidad, como debe haber entre padres e hijos. La amistad no es una roca que se mantiene inmóvil y aunque nosotros nos marchemos a distancia, a cualquier hora podemos regresar a ella; sino un río que tiene curso abundante, sereno, pero, a veces, como el que corre cerca de aquí, el Guadiana, rueda por subterráneo y se escapa, o eso parece, invisible a la mar, al olvido. ¡Qué importante es la amistad cuando uno o una ensilla los años cada día con más trabajos! No me gusta esa palabra que usan ahora: achaques; prefiero la de siempre: alifafes. Unos cuantos alifafes es lo que uno tiene, nada graves sin embargo; molestias y pesos normales de la carne al cumplir su natural entumecimiento con los días. Mírame aquí tumbado, hoy me toca estas rodillas hinchadas, y esta garganta que parece expulsar lobos, así está llena a todas horas de bolsas. Trae, amiga, gracia mía, la bacinica, rápido…
Ya la cabeza noto con más despejo y claridad, ya puedo leer esas letras, demasiado pequeñas me parecen cada vez, también te digo… Los libros son cada vez más chicos mientras yo… Ay, que he de reír…. Mira este, se llama Doña crisis, está escrito por un bachiller bajo seudónimo, chissst, quede entre nos, sobrina; tiene una letra delgadita, parece de amores tratar…
Y ese otro, La carcoma, novela. Va de un cura solidario con sus hermanos y aun con una hermana cristiana y de buena cata. Este no tiene tamañica la letra sino de buena figura y mejor apresto. Pero me falta luz, trae más luz, amiga, o, si por ventura quieres, léeme un ratito…
(Escena apócrifa de El Quijote. Vista, oída o imaginada por Fulgencio Martínez)
La sonrisa de Cervantes. Revista cervantina. Cuaderno dentro del número 27 de Ágora, en preparación (junio 2024).
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