Gonzalo de Berceo
PROHIBIDO VETAR EL ESPAÑOL
Apoyo como progresista la determinación expresada por el futuro gobierno de la Generalidad Valenciana de que la lengua española deje de estar vetada para el acceso a la función pública en esa Comunidad. La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero, dijo Juan de Mairena, apócrifo del pensador y poeta Antonio Machado.
Quizá sea este el comienzo de una reparación; la solución de una situación de discriminación del español en Valencia, y en otras Comunidades, como Galicia, País Vasco, Baleares, Navarra, Cataluña, casi media España. La prohibición del español es tan absurda como si el francés, el inglés o el alemán fuera vetado para el acceso a la Administración en cualquier región, condado o land de esos respectivos países.
Sepan los sindicatos de trabajadores: el veto al idioma español ha generado una discriminación laboral, sobre todo, hacia trabajadores -profesores, estudiantes, aspirantes a funcionarios- procedentes de Comunidades españolas limítrofes a aquellas donde una política regresiva y represiva del español imponía -y sigue imponiendo- una selección del funcionariado por la lengua como primer paso para la asimilación de la ideología separadora nacionalista. En esta dinámica rapaz se ha dado el caso de que, incluso en aquellas Comunidades, como Murcia, Aragón, etc, donde se presenta un gran número de aspirantes a funcionarios procedentes de esas Comunidades pseudoidentitarias y aspirantes a monolingüistas, se exija rebajar los criterios ortográficos del español en las oposiciones. Claro, la mala ortografía en la escritura del español tiene mucho que ver con las pocas horas de clases que se le dedica, en la escuela y en el bachiller, a la lengua española en esas Comunidades españolas, o paraespañolas de facto, que pretenden, y lo han conseguido en parte, eliminar el español. En Valencia han conseguido rotular calles, nombres de instituciones, universidad, solo en catalán. Como anécdota, recibí un poema en español de una profesora valenciana donde literalmente se decía "la espada de Damócles" (!), que me hizo dudar si Damocles debería o no llevar tilde en español. Luego comprobé que incluso en catalán estaba mal escrito. En catalán se escribe Dàmocles. ¿Y en español? Damocles. ¿Cómo se dice Londres en español? ¿Y Valencia? Pues, Londres y Valencia, respectivamente. ¿Y Lérida, en español? Pues Lérida. Y así. La dejación en la didáctica del correcto uso del español hablado y escrito es culpa sin duda de los Ministerios de Educación españoles que se han sucedido desde Aznar hasta hoy. Me alegro de que el PP rectifique, al menos en Valencia (en español, sigue siendo Valencia, no València)
Nunca es tarde si la dicha... Me alegro por esa propuesta, subrayo: progresista, del nuevo gobierno de PP y Vox en Valencia, porque defiende al débil, que es el español; porque deshace una mentira y una excusa, como es discriminar el español, que sirve de tapadera para vetar a los trabajadores hispanohablantes, obligándoles en todo caso a desempeñar oficios fuera de la Administración, o a asimilarse a la fuerza a la lengua regional que usan como ordalía y como una trampa racista-cultural para discriminar a los trabajadores en esas Comunidades supuestamente identitarias. Como si la identidad española, y la lengua de cultura española, les estorbara y hubiera de ser neutralizada.
Y me alegraría más si esta medida fuera de verdad adoptada con un criterio sano, de amor también a las culturas y lenguas diversas de mi país, porque no empece, sino al contrario, cultivar lo diverso para ahondar en lo común. ¡Qué mala práctica cultural llevó desde hace años a la idea de que la cultura es una finca de cada Comunidad autónoma! Yo lo sufro en mi tarea diaria; hacer una revista. Si quiero que esté en la Biblioteca de Cataluña, que es parte del Estado y recibe fondos del Ministerio de Cultura, debe estar su contenido en catalán. ¿Pero, hombre, si precisamente, se trata de que un catalán conozca lo que se escribe en español y viceversa? Urge que en cualquier punto de España se enseñe a amar y respetar las lenguas españolas: el vasco, el español, el catalán, el gallego, y a conocer a sus grandes escritores y artistas. Y a rememorar, sin prejuzgar, su historia en común.
Es una tarea esta donde todos hemos de aportar un grano de esfuerzo para solucionar un atraso histórico. No pueden seguir callados jueces y fiscales ante la discriminación de los trabajadores hispanohablantes en comunidades de España donde se les impide el acceso a la administración pública autonómica desde el español. Y la cultura española, su literatura, su arte, su patrimonio, las lenguas regionales españolas y la lengua históricamente más importante entre ellas, el español (no el castellano, que eso fue el protoespañol hablado en Castilla, sino el español, que es un río inmenso que va de América a España y al mundo, y que es una de las principales lenguas del pensamiento, véase Machado, Unamuno, Ortega y Gasset, Gracián), debería ser objeto de amor de todos los españoles y cultivado en las escuelas como el tesoro el más hermoso. El Ministerio de Cultura, el Instituto Cervantes, y la Academia deberían ser más proactivas en defensa del español y de los trabajadores hispanohablantes.
FULGENCIO MARTÍNEZ
editor de Ágora-Papeles de Arte Gramático
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