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jueves, 6 de julio de 2023

BREVE ANTOLOGÍA POÉTICA DE JOSÉ LUPIÁÑEZ. Publicado en Ágora- Papeles de Arte Gramático. N. 20 (Nueva col.) / Co-lección Ágora. Antologías / Julio 2023

 


 

CO-LECCIÓN ÁGORA

 

BREVE ANTOLOGÍA POÉTICA

DE JOSÉ LUPIÁÑEZ

 

 

NOCHE DE LAS SIRENAS


  
Sombras por las esquinas de la noche,
luna roja de sangre, ojo colérico,
que desde el aguacero nos contempla.

   Noche de las sirenas, mar de invierno,
luces lejanas figurando astros,
lluvia en el rostro, pesadumbre amarga.

   Bajo los altos arcos de la niebla
pasan los catafalcos de los buques,
purpúreos y solemnes, silenciosos...

 

 

                                                                   (De La luna hiena, 1997)

 

 


 

EL RETORNO

 

 

   Es la hora del regreso:

el camino que verde desafiaba a la tarde

habrás de desandar en esta hora nocturna.

Te alumbrarán las débiles luciérnagas

y las cumbres lejanas vigilarán tus pasos.

Las mismas ramas, aún cuajadas de trinos,

te saldrán al encuentro.

 

   Ya encienden las aldeas

sus hogueras profanas.

Arden al fuego carnes con aroma

y cunde el vino rojo en las tabernas.

 

   Tú vuelves de aquel bosque

con los haces de leña sobre el hombro

y ese gozque que mordisquea los talones.

Nada más traes contigo,

las manos con heridas recientes,

el corazón con las antiguas.

 

 

                                                                          (De Puerto escondido, 1998)

 

 

 

 

JARDÍN DE COLVA

 

 

   Guarda mi corazón el balanceo

de las altas palmeras, que un aire azul

agita en la noche benigna.

Siento en mí sus raíces nutrirse de mi sangre

y que sus altos troncos, ingrávidos, insomnes,

llevan las cicatrices, las marcas cenicientas

de mi alma, que un día tatuaron los dioses.

En las copas se mecen frutos siempre dorados

y un sol rojizo y tibio dialoga con sus ramas,

en las que trinan pájaros diáfanos:

unos tienen alas turquesa y otros son negros,

con los ojos chispeantes de verde musgo.

Oh sí, por el jardín de Colva,

aún siguen paseándose las serpientes del Génesis...

Y en sus veredas ladran los perros salvajes

enloquecidos por los insectos.

Un jardín que da al mar, a otra edad imprevista.

Son sus arenas de oro molido que la mano recoge.

Sobre ellas se alzan cabañas ensimismadas

por el rumor continuo de las olas,

cabañas que esconden muchos fuegos secretos.

Ahora atardece y languidezco.

El inmenso puñal que acribilló a la tarde

me alcanza en esta hora con su filo de lumbre.

Oh sí: oro molido entre las manos

y el sol cegándote; oro molido, granos de oro...

 

 

                                                                                      (De La verde senda, 1999)

 

 

 

BAZAR EGIPCIO

 

 

Desde el Bazar Egipcio
se expande por el aire una oleada
de esencias. El humo primitivo
de los hogares adormece a la tarde,
que huele a mar y a profecía.
Triunfa en el aire, loco por el perfume,
la oración desgarrada de las mezquitas,
la que gime o invoca
el nombre santo de Alah.
Miles de llamas diminutas oscilan
sobre las nucas tocadas de los fieles,
que juntan sus congojas bajo las cúpulas.
Todo me hiere: la tristeza, el perfume,
la adorable cascada de colores ardientes,
el mar, los rostros que me miran,
las palabras aisladas; todo me hiere
en esta hora inquieta de mi vida,
que salta de la nada al paraíso.

 

  

                                                                       (De El sueño de Estambul, 2004)

 

 

 

 

 

 

          DE SOMBRAS NOCTURNAS

            (Georg Trakl)

 

             Los venados sangrantes,

          la luna en la colina,

          las estrellas que vibran

          en la noche violenta.

 

              Las manos en la frente

          que tortura la cuita;

          los ojos, la tormenta

          del corazón culpable.

 

             El sendero se pierde

          por el bosque purpúreo,

          en él yerran los ángeles

          que observan escondidos.

 

              Yace el muerto en las aguas

          del estanque en silencio,

          su rostro es una máscara

          que flota y se corrompe.

 

             El viento del otoño,

          los abetos sombríos;

          regresa el caminante

          por la senda extraviada.

 

             El humo de la aldea

          se expande mansamente.

          Los perros han salido

          a espantar los espectros.

 

           La matrona amamanta

          al infante más pálido,

        arde el guiso en el fuego

        y crece la amargura.

 

           Noche vana del mundo,

        los rostros no se miran.

        En lo oscuro fenecen

        las cándidas promesas.

 

           El tiempo se detiene.

        Resuena en negra cripta

        la risa atormentada

        del último difunto.

 

 

                                                                (De La edad ligera, 2008)

 

 

 

 

 

TARDE ANTIGUA

 

 

   Asciende lento el humo de las grandes hogueras

en la hora impalpable del otoño.

La rapaz en el surco devora su captura

y la sangre, aún caliente, tiñe su pico ávido.

 

   El leñador se marcha con la chaqueta al hombro.

Ha dejado clavada su hacha en aquel árbol.

Vuelan algunas aves por el cielo, confusas,

describiendo parábolas que no tienen sentido.

 

   Crece la diatriba de los perros funestos,

y un crepitar de troncos inventa el fuego sacro,

mientras la anciana sigue despierta en la penumbra, 

revolviendo las ascuas del pasado.

 

   En la plaza los niños corren, cantan

canciones misteriosas para espantar el miedo,

ajenos a la suerte que nos aguarda a todos.

 

   Al fondo, el horizonte, es un tapiz cambiante

donde el día, que agoniza, les deja su enseñanza:

un rendirse, luchando, a la tiniebla.

 

 

                                                                         (De Pasiones y penumbras, 2014)

 

 

 

SOLILOQUIO DEL NAVEGANTE

 

 

   Navega silencioso por el mar de la noche

el barco tan oscuro de mi vida y, muy lento,

va surcando las aguas bajo el cielo apagado.

 

   Atrás fueron quedando tempestades y furias,

tormentas repentinas o violentos tifones,

y ciegos huracanes, broncos, fosforescentes.

 

   Los faros engañosos que ocultaba la niebla,

ya nadie los recuerda pues no nos socorrieron;

buscábamos la patria, que siempre estaba lejos.

 

   Cruzábamos las aguas tenebrosas o plácidas

con alguna ilusión golpeando en el pecho,

y cantábamos viejas canciones suplicantes.

 

   Grandiosos los océanos al abrir nuestros ojos

y cielos tan azules e inmortales de paso,

nos fueron conformando las almas a su modo.

 

   Y luego aquellas noches de luces fugitivas

ornando nuestras frentes de estrellas delirantes,

regazo permanente de las divagaciones.

 

   Avistábamos islas de selvas enconadas,

y playas refulgentes donde batían las olas,

pero la tierra firme nos causaba el desmayo.

 

   Por eso raras veces fondeamos la nave,

al abrigo de un puerto solitario y remoto.

Tan solo si en lo hondo bramaba la nostalgia.

 

   Pero no sé por dónde la juventud se ha ido,

gastada en los altares de la belleza efímera;

la juventud que ahora se niega a acompañarnos.

 

   ¿Qué ha sido de tus brazos, Nadira, y de tus besos;

y de las muertes lentas sobre el cuerpo vencido,

en la penumbra roja de tu alcoba, indolente?

 

   ¿Adónde fue la dicha y el espasmo del gozo,

la risa de las bocas, el brillo de los ojos,

por los puertos del mundo a los que nunca he vuelto?

 

   Qué lejos ya de todo, qué poco he comprendido

a cuantos eligieron vivir en tierra adentro.

¿Quién ató mi destino a un mar siempre cambiante?

 

   Pariente de los astros, en esta duermevela,

sigo sin rumbo fijo; el piélago me mece,

y arriba en esta noche no lucen las estrellas...

 

 

 

                                                               (De Las formas del enigma, 2021)

 

 

 

DERVICHE JUNTO AL BÓSFORO

 

                                                        

      Gira el derviche, frente a las crestas

de espuma sucesiva de las aguas del Bósforo.

Míralo en esta tarde soleada,

en la que el vértigo de la ciudad no puede detenerse

y pasan de un lado a otro los cuerpos con sus almas

como cometas invisibles y flotantes.

Gira el derviche con su cabeza ladeada,

como una campánula blanca,

en medio del tráfago del puerto de Eminönü,

y los almuédanos desde los minaretes llaman a la oración…

Muchas mujeres que cubren sus cabellos

corren como asustadas,

y los niños se escapan de sus manos,

locos con esta húmeda brisa

de dos continentes que se enlazan.

En medio del caos, los vendedores callejeros

gritan sus mercancías: aquí los de kestane,

allá los de mazorcas, que ofrecen a cuantos se detienen

como si fueran lingotes de oro;

y la música y el ruido y el humo y los olores enervantes,

o esos gritos de las gaviotas violentas

que vuelan sobre nuestras cabezas,

aturdidas por las sirenas de los barcos

y por ese bullir de la vida que no cesa,

sino que se hace cada vez más hondo

y desasosegante y misterioso.

Pero el derviche gira, ajeno al mundo,

lejos de este delirio de existir, de habitar como tantos

en la ciudad cautiva de la belleza y la amargura,

y, cerrando los ojos, se va de nosotros dando vueltas,

dando vueltas que impulsan sus pies alados,

y se va de nosotros porque Dios lo llama.         

 

 

                                                                                                                                                                         (Inédito)                                        

 

Los poemas han sido seleccionados por el propio poeta.

 

 


 

 

JOSÉ LUPIÁÑEZ BARRIONUEVO

Poeta, crítico literario y profesor de Literatura, José Lupiáñez (La Línea, Cádiz, 1955) es autor de más de una veintena de libros, desde que se diera a conocer con Ladrón de fuego, en 1975. Impulsor de diferentes empresas culturales, revistas y colecciones literarias, su obra ha sido traducida a distintos idiomas, reconocida con importantes premios y recogida en numerosas antologías.

          Entre sus títulos poéticos más destacados figuran: Arcanos (1984), Número de Venus (1996), La luna hiena (1997), Puerto escondido (1998), La verde senda (1999), El sueño de Estambul (2004), Petra (2004), La edad ligera (2007), Pasiones y penumbras (2014) y, más recientemente, Las formas del enigma (2021). Es autor además de varios libros antológicos y de Las tardes literarias (2005), Poetas del sur (2008), Páginas con alma (2017) y Cuaderno de Arneva (2021) obras en las que se reúnen algunas de sus críticas literarias aparecidas en prensa y revistas especializadas. Desde el 2003 es miembro de la Academia de Buenas Letras de Granada, como también lo es de la Academia Hispanoamericana de Buenas Letras. En el 2012 se dio a conocer como narrador con El chico de la estrella y otros cuentos, que obtuvo el Premio de la Crítica Andaluza a la mejor opera prima en 2013. En la actualidad reside en Orihuela (Alicante).

 

ÁGORA DIGITAL / CO-LECCIÓN ÁGORA POESÍA. ANTOLOGÍAS / JULIO 2023

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