LOS IMPUTADOS A REPASO
Leo que los grupos parlamentarios se están planteando una ley que prohíba ejercer cargo público a los imputados por causas de corrupción. Se
proponen que la medida afecte a los que
tienen ya causa oral abierta.
En los debates de estas elecciones europeas los principales partidos pactaron para que el
tema de la corrupción no saliera en los
exámenes a eurodiputado. Solo UPyD, que
aún no ha gobernado, ha llamado por su
nombre al problema. Los otros partidos han tenido meses, años, décadas para
hacer la medida, o caso de IU, para proponerla.
La casta política se protege con leyes como la falange romana con
escudos en cerrada formación. Por eso, que vengan ahora a proponer en el Parlamento
esa iniciativa contra la corrupción parece un suicidio, si fuera creíble.
Pero, ¡tranquilos!, que no se han vuelto locos los políticos.
La propuesta es increíble, porque aparece en plena campaña electoral donde
algunos no han mencionado ese problema, auténtica carcoma de la democracia; ni
se han comprometido con aplicar la medida que dicen están pensando en el
Parlamento. Por tanto, la noticia huele a una estrategia de despacho de abogado
para ir aplazando la solución.
Nadie responsable y en
su sano juicio tendría de criado a un ladrón imputado, ni dejaría acercarse a
su pequeña prole a un imputado pederasta.
La culpabilidad o inocencia del imputado es asunto judicial, lo han de
dirimir los jueces y hasta no ser condenado el imputado es inocente
judicialmente. Esto es así y debe ser así en la esfera jurídica, que ha de velar por
garantizar los derechos y libertades de la persona en abstracto. En otras
esferas de la vida no vale esperar a que el probable pirómano incendie mi casa, sino que tengo la obligación de tomar
las precauciones que estén en mi mano para proteger mi hogar y las vidas de mi familia, bienes
concretos.
En Lógica, en Filosofía decimos que se da un tipo de sofisma
que consiste en una “metábasis eis allo genos”, un salto de género no
justificado. Cuando hacemos una
extrapolación o aplicación injustificada de una esfera a otra, cometemos un
error lógico y de sentido común. Aunque la vida moderna se haya judicializado
más que en otras épocas, viene siendo el político quien más insiste en repetir
el latiguillo de la presunción de inocencia cuando se trata de implicados en
corrupción. Con una obviedad nos calza un sofisma. Claro que son presuntos y no
culpables, y por tanto aún inocentes desde la esfera de la ley. Pero ¿por qué
desde esa obviedad dar el salto a suponer que también son inocentes en la esfera concreta de la política, de la
administración de lo público, donde el
bien de todos debe ser protegido ante cualquier sombra?
Nuestra sociedad padece de estos sofismas que hacen que el
sentido común sea cada vez el menos común de los sentidos. Otro día hablaremos
del sofisma de la salud, de lo que es conveniente en el ámbito de la salud pero
no es lo mejor automáticamente en toda la realidad del ser humano.
FULGENCIO MARTÍNEZ
Profesor de Filosofía y escritor
Ágora digital Mayo 2014
Publicado en LA OPINIÓN DE MURCIA 21-5-2014
Publicado en LA OPINIÓN DE MURCIA 21-5-2014
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