Atravesamos un momento masivo del "tiro al plato" sin
precisar ninguna puntería, como por aburrimiento y petulancia
narcisística. Es decir, que todo hijo de vecino "publica"
en internet. Un momento que tiene una explicación, quizá
psicológica, en la ausencia de perspectivas que ha traído la
"crisis" -cuando hablamos de perspectivas, nos referimos
también a criterios de calidad. Este momento estuvo, sin embargo,
inmediatamente precedido por otro aún peor: la proliferación hasta
la náusea de subvenciones a editoriales para que publicaran obras
presentadas a premios literarios afines; de modo que las editoriales
tuvieron ahí su modus vivendi,
lo que les permitió, por otra parte, seguir insistiendo en los
mismos autores consagrados que copaban todas las rutas literarias.
Indirectamente, se produjo un efecto doblemente nocivo, tanto para
las mismas editoriales, que perdieron su "caché", antes
basado en un criterio selectivo; como para los mismos autores, los
noveles beneficiados por premios afines, y los consagrados, cuyo
prestigio se diluyó, al ser finalmente denunciados como los vampiros
que se nutrían en ese fondo. La consecuencia de aquellas maniobras
de mafia entre editoriales y concejalías de cultura, la falta de un
criterio tanto para reconocer lo valioso en lo consagrado como en lo
nuevo, hizo automáticamente efectiva la oportunidad del maremágnum
virtual en que se diluye al extremo la cultura.
Sin
embargo, pensamos que únicamente cabe esperar de la poesía un foco
de resistencia interior, y una señal de que en tiempos de miseria
es posible aún la palabra no
domesticada. "Ante las mismas puertas del Orco canté a
la alegría/ y a las Sombras enseñé la embriaguez", dijo el
poeta alemán Hölderlin.
La
poesía tiene hoy una ventaja: no está en el mercado. Por tanto,
cualquiera que escriba un verso de verdad está, por ello mismo,
cuestionando el sistema. La poesía hoy no es, afortunadamente, ni
siquiera "cultura". No le afecta, por ejemplo, lo de la
subida del IVA de la "cultura", ni ninguna de esas
cantinelas, porque no se vende... Quiere esto decir que la poesía
transgrede cualquier ámbito, y más aún: la separación de ámbitos
-estético, político, ético, etc- que no se sabe ya en nombre de
qué cultura se establecen. Incómoda a cualquier pro-grama, la
poesía es la libertad de la escritura, y lo que, por definición,
disuelve cualquier trazo, gramma, prefabricado. Nunca podría
encontrarse en un best-seller, por ejemplo. Hoy no
tiene ninguna "función" en la "cultura" que se
dice en crisis, pero que sigue, con su "crisis", más
egocéntrica e intolerante que nunca.
Fulgencio Martínez
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