DIARIO
POLÍTICO Y LITERARIO DE FULGENCIO MARTÍNEZ, DONDE SE HABLA DE LO
DIVINO Y DE LO HUMANO / 22
MIRA,
ALFREDO
El
que se llama igual que mi amigo Alfredo
Pérez Rubalcaba ha
declarado, tras las pasadas elecciones en Galicia y Euskadi, que está
dispuesto a irse en el momento en que una mayoría en la dirección
de su Partido le diga: "mira, Alfredo...esto no tira, tienes que
irte".
Han
brotado con las lluvias de otoño las primeras amanitas en el campo;
pero ninguna tan venenosa como la "amanita partidaria". Es
el tiempo de las voces críticas. Sus bocas apenas han abierto,
cuando echamos ya de menos su silencio calculado durante meses. Se
han agrupado en un frente, en una descomunal y variopinta alianza, el
joven delfín Gómez, de Pinto pinto; el barón de los Eres de
Andalucía y ese viejo señor, de pelo blanco y apariencia tímida,
el que ponía aeropuertos en los secarrales de Ciudad Real, más
peligroso que Robin Hood de los Bosques para las arcas manchegas. Es
terrible la oposición dentro del PSOE a mi amigo Rubalcaba. Dan
ganas de ayudarle, en lo que uno pueda, contra tales nigromantes,
elfos, cacos, gigantes y malandrines: todo ese guardarropas político
vintage. Aquél fue tan Diógenes que dijo que dormía
mientras robaban en su casa; ése dejó en cueros a la Comunidad de
Castilla-la Mancha; el delfín va a todos los aros que le pongan. Más
antiguos ya que los balcones de madera. Más comprometidos con la
génesis de la crisis y con los viejos usos burócráticos del
Partido, sin embargo, proclaman - ¡a buenas horas!- un recambio de
Alfredo, y se postulan como los salvadores del Partido Socialista.
Mira,
Alfredo, quién te dice "mira", porque hay a tu alrededor
mucho Bruto suelto. No hablo de Pedro Saura. Cuídate
de los idus de Marzo que te tienen preparado. Mira bien a los ojos
del que te diga, como dolido, "Alfredo, esto no tira",
porque a lo mejor ese te está poniendo encima el pie para que no
arranque... lo que deba de arrancar, que no sabemos qué demonios es:
si el Partido o España, la chimenea del chalet de José Luis o el
cigarrillo de hierba que fumamos ayer.
A
lo mejor, también, querido, has de empezar ya a abrir los ojos; no
esperes, como el otro, a que pase tu cadáver político delante de tu
puerta. Ya tuviste una experiencia paranormal semejante cuando
estuviste en el anterior Gobierno, en el de José Luis
(¡perdona, señor, por nombrarlo!). Te fuiste del barco en naufragio
poco antes de que se hundiera, y eras tú quien se presumía que daba
las órdenes al capitán del barco. Un fenómeno de bilocación, se
llama eso. Ahora, reconoces que hubo errores; ¡ vaya! No, no, no:
eso es lo que quieren los críticos que digas; te están haciendo ya
vudú: cuídate de la mirada de la Medusa Carme, gran Alfredo;
cuídate, amigo, de los idus de Marzo.
Empieza
por ver dónde está el fin del error, ya pasó el tiempo de mirar al
principio equivocado. Aunque tarde y mal -pues tú estabas allí, en
ese Gobierno errado y como un pollo sin cabeza en su último año, o
te apartaste de él un poco solo, y de cara a la galería- has
confesado tu culpa ; pero, a fin de cuentas, eso son ya historias. ¡A
quién le importa...!, que diría Alaska. Mira, Alfredo, hacia el
fin del error: desamortiza el Partido, esa finca inútil, ese aparato
de hacer inútiles dirigentes teledirigidos, sin personalidad; da
entrada a los protagonistas y líderes sociales de este tiempo para
el que no sirve ya nada de lo que estaba escrito.
Vete
una noche, disfrazado de socialista, por las calles, habla con el
pueblo, con los jóvenes, con los que no son mozos y mozas de
partido, con los que piden cambio de verdad, y sobre todo, piden la
verdad. Desamortiza el partido, Alfredo; sé nuestro Mendizábal.
Cuídate de los idus de Marzo.
FULGENCIO
MARTÍNEZ
Profesor de
Filosofía y escritor