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sábado, 4 de mayo de 2024

MAYO O LA CONSUMACIÓN DE LA PRIMAVERA. Por Fulgencio Martínez. A Antonio García Soler. Publicado en Las Nueve Musas



 

MAYO O LA CONSUMACIÓN DE LA PRIMAVERA

 

                                      

                  a mi amigo Antonio García Soler

 

             Artículo publicado en Las nueve Musas

         https://www.lasnuevemusas.com/mayo-o-la-consumacion-de-la-primavera/

 

La presencia de las estaciones en la poesía española se remonta a la lírica tradicional anónima y a los cancioneros. “Entra mayo y sale abril, / y los buenos amadores / comienzan a bien servir”.

En el ritmo de estos versos presentimos una danza donde una dama asiente a tomar la mano de un nuevo caballero, quien releva al galán que ya ha disfrutado de su favor en el baile.

La dama, como la diosa de la primavera, va pasando del mes de Abril a Mayo, la consumación de la primavera. La danza es erótica, sin duda, e indudablemente también tiene la reminiscencia de los rituales sagrados y de la mitología mediterránea. Mas, ante todo, la danza que conserva ese poemilla citado encierra una energía vital, que ya no es solo la propia del renacer y germinar, sino de la plenitud casi dionisiaca del dios Mayo. Y significa la fiesta de la promesa cumplida, de la semilla abundante; la celebración de la unión sexual de la mujer y el hombre; el ímpetu genesíaco, en suma, la afirmación, el sí gozante a la cadena de fuerza, placer y dolor de la vida.

Mayo es la consumación de la primavera, el mes de la poesía también en aquel romance del prisionero, que merece que aprendamos de memoria; la poesía está hecha para eso: para la memoria, el canto y el baile:

 

   Que por mayo era, por mayo,

             cuando hace la calor,

             cuando los trigos encañan

             y están los campos en flor,

             cuando canta la calandria

             y responde el ruiseñor,

             cuando los enamorados

             van a servir al amor,

             sino yo, triste, cuitado,

             que vivo en esta prisión,

             que ni sé cuándo es de día,

             ni cuándo las noches son,

             sino por una avecilla

             que me cantaba al albor.

             Matómela un ballestero;

             déle Dios mal galardón.

 

A este romance le llamé en un artículo el triunfo del dominio tónico. Por más que el protagonista sea un sufrido amante, metáfora de un preso en cárcel de amor; o viceversa, sea su protagonista de veras un preso que siente amor (y dolorosa nostalgia) hacia la luz y el aire fuera de las rejas, el poema transmite goce del vivir, y potencia vital. Representa esta el dominio tónico de las vocales á y ó. Y el juego de las oclusivas, kuándo kánta la kalándria, y las vibrantes como r (y respónde el ruiseñór). Por contraste, y contrapunto, las t y p (sino yo triste, cuitado, / que vivo en esta prisión) y las vocales e pero sobre todo i, representan el dolor del prisionero, su tono de tristeza en la general ambientación alegre, concertada en las respuestas, donde la primavera canta a pleno pulmón su madrigal. Hasta los pájaros transmiten ese poder y esa felicidad de mayo a los cuatro vientos. Una avecilla hace llegar aún al prisionero el encanto de los días en que empieza la luz a reinar con imperio que anticipa el verano, pero sin esa dureza y a veces excesiva luminosidad de los meses estivales.

También mayo vela en parte los secretos, propicia los encuentros que no han de salir del todo aún a la arena pública. Hay canciones y romanzas de mayo que son más propias para el arpa, o para la guitarra o el laúd en manos del experto amante privado que canta a su dama seducida, futura compañera de matrimonio o aventura.

No pidamos a mayo la desnudez completa de los cuerpos, el apogeo de la luz. Es mayo solo el mes de la consumación de la primavera, una esperanza que nació y se mantuvo niña en flor, en marzo, y que en abril furioso de aromas, de rojas amapolas y de la blancura final de almendros, albaricoqueros y ciruelos, besa tus mejillas, caminante por los senderos de la huerta.

Mayo es la consumación del deseo, el ritmo de la danza erótica de seducción en pro de futuros apareamientos. Junio nos traerá (esperemos, si hemos sido buenos imaginándolo) una alberca llena de cuerpos desnudos, gloriosos, que se bañan en las aguas transcelestes de aquella piscina a plena luz, sin pudor alguno.

Escribí estos breves versos, dedicados a la huerta murciana en primavera:

Marzo, olores,

abril, colores,

y mayo amores

de ruiseñores.

 

Marzo, olores,

abril, colores.

 

Murcia, 1 de mayo 2024

Fulgencio Martínez

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