LUDIBRIO, POR SAN DE GUINDOS
Publicado en EL PAJARITO.ES, JUEVES 8 DE ENERO 2015
http://elpajarito.es/opinion/368-agora/11034-ludibrio-por-san-de-guindos.html
San Pancracio es el que sostiene todo, el gobernador de la suerte. Ese fue un préstamo de la superstición romana al cristianismo siempre un poco pagano. Escarnio lo define el Diccionario como burla ofensiva y humillante que se hace con la intención de ofender. Sinónimos son mofa y ludibrio. Prefiero este último vocablo, que tiene una cierta connotación de juego, no necesariamente dirigido con mala intención, sino a menudo usado por boca de un bobo; como cuando se dice “entre bobos anda el juego” o “es tan bobo que no se da cuenta de su propio ludibrio”.
Así que un consumado maestro en el ludibrio se ha revelado el ministro De Guindos, queriendo devolver la broma del César a costa de los españoles. Aquel De Guindos que tan bien llevó el ludibrio que le hicieran en Bruselas, cuando fue acariciado su cuello de cisne en un gesto amistoso del boss que pudo retorcerle el pescuezo, ha dicho que, en España,“ se ha perdido el miedo a perder el puesto de trabajo” (leído en ElPajarito, viernes 2 de 2015).
El artista del ludibrio vive acaso en una irrealidad impalpable para el resto de los mortales. ¿Por qué, sin embargo, nos da la sensación de que la suya, aun siendo menos óntica que axiológica, es una realidad muy palpable para quien tiene un as en la manga, la salida de oro de una empresa a la que acceder por la puerta giratoria? ¡Cosas del ludibrio o cosas de magia! La marmota en la que cayó De Guindos cuece, para él, realísima pastizara. Quien acepta una vez ser objeto de ludibrio se acostumbra y gana siempre con las propinas.
http://elpajarito.es/opinion/368-agora/11034-ludibrio-por-san-de-guindos.html
San Pancracio es el que sostiene todo, el gobernador de la suerte. Ese fue un préstamo de la superstición romana al cristianismo siempre un poco pagano. Escarnio lo define el Diccionario como burla ofensiva y humillante que se hace con la intención de ofender. Sinónimos son mofa y ludibrio. Prefiero este último vocablo, que tiene una cierta connotación de juego, no necesariamente dirigido con mala intención, sino a menudo usado por boca de un bobo; como cuando se dice “entre bobos anda el juego” o “es tan bobo que no se da cuenta de su propio ludibrio”.
Así que un consumado maestro en el ludibrio se ha revelado el ministro De Guindos, queriendo devolver la broma del César a costa de los españoles. Aquel De Guindos que tan bien llevó el ludibrio que le hicieran en Bruselas, cuando fue acariciado su cuello de cisne en un gesto amistoso del boss que pudo retorcerle el pescuezo, ha dicho que, en España,“ se ha perdido el miedo a perder el puesto de trabajo” (leído en ElPajarito, viernes 2 de 2015).
El artista del ludibrio vive acaso en una irrealidad impalpable para el resto de los mortales. ¿Por qué, sin embargo, nos da la sensación de que la suya, aun siendo menos óntica que axiológica, es una realidad muy palpable para quien tiene un as en la manga, la salida de oro de una empresa a la que acceder por la puerta giratoria? ¡Cosas del ludibrio o cosas de magia! La marmota en la que cayó De Guindos cuece, para él, realísima pastizara. Quien acepta una vez ser objeto de ludibrio se acostumbra y gana siempre con las propinas.
El PP quiere rizar el rizo del antipopulismo con este elenco de frases. O sandeces. Se pasan en su negación del populismo que achacan a Podemos. Los “populares” no quieren decir aquello que halaga al pueblo, sino lo que insulta a la inmensa mayoría, lo que encocora y reta el sentido y la sensibilidad del sufrido votante. No desean freír un huevo, sino freír un guindo. Se han pasado de coz y hoz al antipopulismo rabioso. Anhelan ser antipopulares. Que el Partido Popular sea el más antipopular no deja de ser un oxímoron, pero el Gobierno feliz quiere convertirlo en una realidad, hecha poco a poco con piedrecitas de frases como esa del ministro gracioso. Poco a poco, pero ya son muchos pocos, el PP nos mete chinas en el zapato; o si quieren, el dedo en el ojo, o el guindo en el ano, con estas frasecitas de marras. Cuando aún san Pancracio se queja de que no da abasto para encontrar trabajo a tanto parado; que si lo encuentra es de bajo coste para el empresario y de una endeblez más fina que el papel de fumar, de una provisionalidad a veces tan corta como el verde del perejil; y cuando los más de los trabajadores con empleo se palpan las ropas y se persignan para que no les canten a ellos la despedida, no con un mariachi, sino con un par de meses de paro; entonces llegó De Guindos anunciando el fin del miedo. Solo por consolar el lamento de san Pancracio, oye.
Fulgencio Martínez
Profesor de Filosofía y escritor
No hay comentarios:
Publicar un comentario