Publicado en La Opinión de Murcia. 3-1-2014
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2014/01/03/deseos-2014/525072.html
DESEOS
Cuando comenzamos la navegación
por un nuevo año, se acumulan los buenos propósitos. En mi caso, me he
propuesto ser exfumador y sacar un rato
al día para dar un paseo. Se avecinan tiempos en que uno ha de fortalecer las
piernas, ensanchar los pulmones y arrimar corazón a lo que venga.
Sé bien que el que ha pecado de una adicción como el tabaco, aunque lo deje, si lo deja, continúa siendo de por vida un exfumador, y esa condición de ex tiene, como todo, sus exigencias y remilgos. Los exfumadores, como los excombatientes, forman ya hoy legión, solo faltaría organizarlos, fundar una asociación que los defienda, proteja, estimule y estudie.
Como cada cual es cada quien, yo tengo mis motivos, diferentes a los tuyos, sin duda, para dejar de echar humo por la nariz. Es que no quiero ser yo tan valiente, o, bien mirado, tan primo, que me pase en contribuir con Hacienda. Ya le pagan un 20 por ciento los ganadores del Gordo de la Lotería, y los miles de impuestos que van de los bolsillos de los ciudadanos a la registraduría de Montoro compensan, con mucho, mi aportación al Estado como consumidor de tabaco. Así, que no se notaría mi desafección, mi pequeña traición al Fisco, mi huída.
Por otra parte, bien mirado, como les decía antes, no hay que ser tan generoso que uno raye en ser primo. Sobre las espaldas mías ya pesa bastante carga. No hay aquí, como en Francia se ha propuesto, ninguna ventaja para los exfumadores, tales como aumento de sueldo, reducción de impuestos en otros productos básicos, o, si acaso (como una propuesta imaginativa lo planteamos) el señuelo de una invitación al cine por cada cajetilla de cigarrillos rehusada (siempre, claro, que se justifique debidamente la renuncia a comprarla, por ejemplo, recibiendo del expendedor del estanco un bonus cada vez que uno se haya acercado a pedir su marca favorita y haya renunciado en el último momento a recoger y pagar el paquete).
Medidas así, o parecidas, que se están testando en países civilizados indican allí una presencia eficaz de las asociaciones de exfumadores, así como una mayor conciencia del Gobierno de turno sobre el problema del tabaquismo.
Sé bien que el que ha pecado de una adicción como el tabaco, aunque lo deje, si lo deja, continúa siendo de por vida un exfumador, y esa condición de ex tiene, como todo, sus exigencias y remilgos. Los exfumadores, como los excombatientes, forman ya hoy legión, solo faltaría organizarlos, fundar una asociación que los defienda, proteja, estimule y estudie.
Como cada cual es cada quien, yo tengo mis motivos, diferentes a los tuyos, sin duda, para dejar de echar humo por la nariz. Es que no quiero ser yo tan valiente, o, bien mirado, tan primo, que me pase en contribuir con Hacienda. Ya le pagan un 20 por ciento los ganadores del Gordo de la Lotería, y los miles de impuestos que van de los bolsillos de los ciudadanos a la registraduría de Montoro compensan, con mucho, mi aportación al Estado como consumidor de tabaco. Así, que no se notaría mi desafección, mi pequeña traición al Fisco, mi huída.
Por otra parte, bien mirado, como les decía antes, no hay que ser tan generoso que uno raye en ser primo. Sobre las espaldas mías ya pesa bastante carga. No hay aquí, como en Francia se ha propuesto, ninguna ventaja para los exfumadores, tales como aumento de sueldo, reducción de impuestos en otros productos básicos, o, si acaso (como una propuesta imaginativa lo planteamos) el señuelo de una invitación al cine por cada cajetilla de cigarrillos rehusada (siempre, claro, que se justifique debidamente la renuncia a comprarla, por ejemplo, recibiendo del expendedor del estanco un bonus cada vez que uno se haya acercado a pedir su marca favorita y haya renunciado en el último momento a recoger y pagar el paquete).
Medidas así, o parecidas, que se están testando en países civilizados indican allí una presencia eficaz de las asociaciones de exfumadores, así como una mayor conciencia del Gobierno de turno sobre el problema del tabaquismo.
Aquí, en cambio, todo se deja a la improvisación y a la buena voluntad y espíritu de sacrificio del fumador. No es fácil dejar de fumar. Pero más difícil aun es llevar el estigma de exfumador, miren si lo es que si en vez de una x le ponemos delante de fumador una s, sale esfumador. Parece que el exfumador adquiere un modo de estar difuso, como el de quien se le esfuma todo placer de la vida, o el de ese momento concreto. Yo no sé si al menos el de no ser un primo mayor nos compensa, en este país.
FULGENCIO MARTÍNEZ
PROFESOR DE FILOSOFÍA Y ESCRITOR
REVISTA ÁGORA DIGITAL ENERO 2014
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