Sin lugar seguro
José Luis Zerón Huguet
Ed. Germanía, 2013.
Col. Viaje al Parnaso
Alzira (Valencia).
SIN LUGAR SEGURO
No cabe duda de que la melancolía
lleva cogida de la mano la elegía de muchos poetas españoles recientes de
diferentes órdenes. En el caso de Zerón Huguet su verso está mucho más próximo
desde ese registro al de Pedro González Moreno o José Luis Morales, por
ejemplo, que a poetas del tránsito entre los 80 y los 90, desde un
versolibrismo que ha bebido mucho en España en la herencia de Luis Rosales.
Por supuesto, una melancolía humana y habitable, no inclemente como la herida extrema de las poéticas del silencio o de la melancolía insoportable, crispada en algunos, más meditativa y meditabunda en otros. No es cuestión de nombres ni de evoluciones prolijas que ya hemos contado en otros lugares, y sometidas a examen y revisión desde las nuevas miradas que se apartan tanto de la elegía levantina, como de la narratividad de los 80 del realismo cuando cayó en la cuenta. Otro tono proviene, tal y como contaba, desde este verso que no duda en ser amplio, sin ampulosidad, en hablar de autovías y de campo e infancias perdidas. Pero sobre todo de tiempo recobrado en un espacio rural, desde la casa generadora olvidada y recuperada, turbadora. Siempre sin inclinarse al quietismo expectante de Antonio Moreno, sin duda uno de los poetas más relevantes desde esa mirada, con quien tiene poco que ver el versículo abierto y narrativo de Zerón, pespunteado de un marco de referencias clasicistas como ligera envoltura. Un papel de regalo que no nos hace olvidar cómo este libro atiende mucho más a la orfandad que a ese pequeño culturalismo, con el que quizá el autor ha deseado marcar algo que no necesitaba el subrayado. En cualquier caso, aunque los poemas no mantienen siempre el do sostenido, cuando lo hacen, como en LA casa está tranquila y algún próximo, sabemos que el viaje lírico del lector de Zerón Huguet no ha sido en vano.
Por supuesto, una melancolía humana y habitable, no inclemente como la herida extrema de las poéticas del silencio o de la melancolía insoportable, crispada en algunos, más meditativa y meditabunda en otros. No es cuestión de nombres ni de evoluciones prolijas que ya hemos contado en otros lugares, y sometidas a examen y revisión desde las nuevas miradas que se apartan tanto de la elegía levantina, como de la narratividad de los 80 del realismo cuando cayó en la cuenta. Otro tono proviene, tal y como contaba, desde este verso que no duda en ser amplio, sin ampulosidad, en hablar de autovías y de campo e infancias perdidas. Pero sobre todo de tiempo recobrado en un espacio rural, desde la casa generadora olvidada y recuperada, turbadora. Siempre sin inclinarse al quietismo expectante de Antonio Moreno, sin duda uno de los poetas más relevantes desde esa mirada, con quien tiene poco que ver el versículo abierto y narrativo de Zerón, pespunteado de un marco de referencias clasicistas como ligera envoltura. Un papel de regalo que no nos hace olvidar cómo este libro atiende mucho más a la orfandad que a ese pequeño culturalismo, con el que quizá el autor ha deseado marcar algo que no necesitaba el subrayado. En cualquier caso, aunque los poemas no mantienen siempre el do sostenido, cuando lo hacen, como en LA casa está tranquila y algún próximo, sabemos que el viaje lírico del lector de Zerón Huguet no ha sido en vano.
Rafael Morales Barba
Revista Ágora enero 2014 BIBLIOTHECA GRAMMATICA/ poesía
No hay comentarios:
Publicar un comentario