Diario político y literario de Fulgencio Martínez/ 27
EN DEFENSA DEL MINISTRO DE EDUCACIÓN Y DE LA LIDIA BRAVA
Al ministro Wert
le ha faltado poco anís para definirse en la simbología zoológica.
Leo la prensa dominical de la pasada semana y salto de un comentario
a otro escrito en tono de celebración o de exégesis irónica, a
propósito de la autodefinición con que se caracterizó el
intelectual y ministro español de Educación. Pocos, a lo que veo,
entre sus glosadores, le toman en serio al ministro, que ha de ser
hombre instruido, y que, de no fallarle la memoria, ha de recordar de
sus lecturas de Bachillerato aquel verso "Como el toro, me
crezco en el castigo", del ya clásico libro de sonetos de
Miguel Hernández El rayo que no cesa.
Al bueno de Wert le ha
salido del subconsciente una expresión propia de un poeta de
izquierdas, cuando él camina por la derecha y con carta blanca para
arrimar a todos por su fila, y sin consultar a ningún peatón, sea
padre, madre, maestro, o alumno viandante.
Como no están los
tiempos para que la izquierda, disminuida ideológicamente, ceda más
armas a sus adversarios, propongo tomarle en serio al ministro en su
revelación poético-hernandiana y hacerle una exégesis cabal a sus
palabras, casi textualmente tomadas del poeta oriolano. Recordemos
que dijo don Ignacio Wert: "soy de los que como el toro me
crezco en el castigo", como advirtiendo, a los opositores a su
proyecto de nueva reforma educativa, con quién se la han de ver.
Pudiera haber usado, en su amenaza implícita, el retruécano
conceptista, o sea el vulgar recurso al juego de palabras: "No
saben con quién se la han de Wert esos mamones", pero
no, el educado y educador Ministro ha preferido tirar del símil
poético, basado a su vez en cierto fundamento racial y popular. Y
hasta publicitario: El toro de Osborne.
Así (y perdonándole la
publicidad subliminar a destiempo) él optó por compararse con el
toro de lidia, que en la plaza, cuando se siente herido y acosado,
hace acopio de casta, nobleza y valentía para acometer al torero,
que, en este refrán o símil, sería el contrario político, la
mayoría de las opciones políticas del Parlamento, que le han
expresado su desacuerdo; o los profesores y padres de alumnos
desafectos a su ley, que deberán hacer examen de conciencia, o, en
general, todos los que miran y comentan desde el tendido, qui lo sa?
Que sepan quién soy
yo, nos quiso decir don Ignacio Wert; entérense la malévola
opinión pública y los currantes trabajadores de las enseñanza, que
no tienen otra cosa que hacer un domingo sino ir a los toros, es
decir, opinar de lo que no les incumbe (nada menos que del texto de
la futura ley de enseñanza que ha parido la inteligencia iluminada
de un segundo Ignacio de Loyola, metido a reformar la grey
educativa); en fin, tome nota esa canallesca España de rojos y
cabreros que quiere ponerle banderillas a un ministro bravo. !Vaya
ministro! ¡Desde Godoy para acá ninguno igual!
El soneto de Miguel
Hernández termina así: "Como el toro, te sigo y te persigo/ y
dejas mi deseo en una espada,/ como el toro burlado, como el toro".
¡Y si no, al tiempo!
P.S. Soy profesor
de Filosofía y de Educación para la Ciudadanía. Opinaré solo si
me preguntan de ello, y en presencia de mi abogado.