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miércoles, 13 de noviembre de 2024

"Jurado nº2". Comentario de Fulgencio Martínez / Ágora digital / Comentarios sobre cine

 

                                                                Toni Collette, la fiscal

 

Jurado nº2 (Juror # 2), la película de Clint Eastwood estrenada recientemente en España, no creo que te pueda dejar indiferente. La dirección del director americano junto con el guion (de Jonathan Abrams) lleva adelante una cinta que, a mi parecer, es una obra maestra. He salido del cine admirado por una narrativa y una realización que te hacen redescubrir la fuerza de comunicación del cine con elementos sutilmente eliminados (como la grandilocuencia, los efectos espaciales y especiales innecesarios, la propaganda previa de asistir a una superproducción, con las expectativas casi siempre falsas de una crítica inflamada en el elogio). Había oído que esta obra, de un director correcto, nonagenario, era un interesante thriller, una película de jurados hecha con calidad de artesanía y sobriedad marcas de la filmografía de Eastwood. Pero la película supera las medidas de una peli media buena, por varios motivos, que tienen que ver con el guion y la dirección aunque parezcan ser extracinematográficos. Uno, la película tiene la habilidad de cuestionar los efectos que Aristóteles llamó, en su Poética, catarsis y "sympatheia" (juega sutilmente, hasta el fin, con ese efecto de alivio de la tensión y con los momentos fluctuantes de identificación del espectador con los protagonistas); y dos, por otro lado, salva la justicia, el sistema de justicia, a través de un héroe (o varios: un héroe colectivo, la fiscal, el policía jubilado y hasta cierto punto el mismo jurado como institución. Hacia ellos también podría dirigirse la catarsis final y la simpatía identificativa, o no). Es gran habilidad del guionista-director hacer que cuestionemos, indaguemos, concluyamos, y que cada uno saque las consecuencias y continúe las reflexiones en torno a la justicia y la culpa. ¿Quién es víctima? ¿Quién es culpable? ¿Se puede ser víctima y culpable, o ser víctima supone no haber cometido daño, ser inocente?

 

 

    Clint Eastwood

Si el cine clásico era un cine fundamentalmente de adultos, para adultos (nada que ver con esa etiqueta de porno, lo de adultos), esta peli de Eastwood entronca con esa tradición que dio una larga lista de hermosas obras, algunas de ellas grandes obras maestras. La comunicación de lo humano, en sus contradicciones, imperfecciones, riesgos, es la esencia del arte, de cualquier tipo de arte. De ahí que me atreva a considerar "Jurado nº2" como candidata a incluirse en una lista de obras maestras contemporáneas.

    Con maestría y honestidad, la película de Eastwood analiza y pone en tensión las capacidades del sistema de justicia americano a propósito de un caso concreto de atribución de culpabilidad de un crimen de violencia doméstica. Pone en valor la investigación.

    Cuando salí del cine, me acordé inmediatamente de un pasaje del primer libro de República, de Platón. Sócrates, conminado a definir qué es justicia, fiel a su método de establecer un primer punto de partida para no perderse en el nominalismo y relativismo, dice: lo justo es dar a cada uno lo suyo. Es decir, que cada uno reciba lo suyo, que a cada uno se le retribuya, restituya o cargue con aquello (mal o bien) que se merezca. Con su lote, por así decir.  En este primer límite o hito, hay que entender (creo) lo justo como aquello de lo cual cada uno personalmente ha de sentirse responsable o la sociedad debe hacer que se sienta tal, cuando se trata de quien ha ejecutado algo hostil o dañino a los demás y a las leyes. Sabemos que el Derecho romano, expresamente a partir de Ulpiano, recoge esta básica definición de justicia socrática. 

    Los nudos de la justicia son mucho más complejos, sin duda. Pero Occidente y hasta dónde entiendo el mundo en sus multiformes culturas y códigos, nunca ha olvidado que la justicia es -simplificando, para entendernos- individual, que cada uno ha de cargar con lo suyo, por lo que ha hecho o dejado de hacer; que, en todo caso, no hay una culpa de grupo ni anónima, ni hay una culpabilidad previa mecánicamente inferida a alguien por su carácter, conducta moral, acciones morales o hábitos, sexo, género, economía, clase, etc, etc. La culpa heredada de los padres, de los primeros padres, o de Eva, era una culpa mítica, anterior al concepto racional socrático.

    Si algo nos recuerda esta película, que al fin es un canto no al sistema americano, sino a la justicia socrática, es que en Occidente el respeto a la persona, a la justicia, a la víctima misma, pasa por dirimir hasta el final, con todas las imperfecciones propias del sistema jurídico, quién es el verdadero culpable, sea este quien menos o quien más merece el castigo, sea incluso el culpable víctima a su vez del "azar", como en las tragedias griegas. La culpa no puede dirigirse a un "tipo" humano, a un colectivo. Dirimir lo aparente de lo auténtico, lo apriorístico de lo real, es no solo una cuestión metafísica, filosófica; en las determinaciones éticas, prácticas, es cuestión vital; y en los temas de justicia es imperiosa necesidad. Hoy en día, están de moda las críticas a las falsas noticias (las "fake news"), también en ello se juega en parte una cuestión filosófica: distinguir entre verdad y apariencia. Menos de moda de lo que debieran, las reflexiones críticas sobre el Derecho, la justicia. Vivimos en una sociedad desinformada y en general despreocupada, que abandona esos asuntos a los políticos, y estos a sus propagandistas y activistas. Nociones como el sesgo de culpabilidad, la tendencia a prejuzgar la culpa por la moralidad, raza, carácter, sexo o género de la persona, son asuntos que (como muestra la película, a lo largo de las sesiones de deliberación del jurado) forman parte de la vida en una sociedad como la estadounidense. Aquí en España, nos basta con prejuzgar según el bando de cada uno, siguiendo el criterio marcado.

     Detrás de las cuestiones legales o éticas continuaremos ignorando y cuestionando qué es lo justo, qué el azar, qué la culpa, qué el destino, y el por qué de la felicidad o la desgracia de los humanos; queda la compasión por las vidas de esas dos parejas de la película, víctimas inocentes.


Fulgencio Martínez

Huesca, 13 de noviembre 2024

 

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