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lunes, 11 de noviembre de 2024

Activismo político antiespañol, a propósito de la manifestación en Valencia contra el impresentable de Mazón. Diario político y literario de FM. Por Fulgencio Martínez

 

                                            Felipe V. Restaurado en Játiva

 

Activismo político antiespañol, a propósito de la manifestación en Valencia contra el impresentable de Mazón

 

 

                              Manifestación contra Mazón convocada por Acció Cultural, el 9 de noviembre 2024 en Valencia.


Mientras siguen recuperando cuerpos de fallecidos a consecuencia de la riada en Valencia, el número de personas desaparecidas continúa sin precisar, la electricidad y el agua aún no se han restablecido totalmente y el barro continúa aplomándose en calles impidiendo la normalidad, los políticos catalanes separatistas han puesto su fuero en Valencia por medio de la Acció Cultural del País Valencià, asociación convocante de la mani contra Mazón el pasado día sábado. La manifestación fue indudablemente (altercados aparte) un éxito de público y de repercusión mediática. La efigie de un Mazón, cabezón abajo, presidía la pancarta central de los organizadores, entre los que también se contaban, como gente de bien, los anarquistas de la CNT y la Intersindical. La verdad, qué paisaje, qué país nos ha quedado. ¿Qué opciones nos quedan?

    Estos no están por ayudar ni por solucionar, sino por ganar virtualmente la guerra civil, que perdieron. Dieron cuantos golpes se les antojaron a la Segunda República, los anarquistas robaron el Banco de España, varias veces, no una. Los separatistas catalanes proclamaron la república catalana unilateralmente, los socialistas dieron su golpe en el 34 en Asturias (claro, sus historiadores lo llamaron a esto "revolución", siguiendo el lexicón soviético afin al líder golpista, Largo Caballero, el "Lenín español"); y el propio Azaña tuvo que decir aquello, al final de la guerra, de "Paz, piedad, perdón". Los jóvenes anarquistas con alpargatas, y mirar inocente, entraban en los cementerios católicos y en los camposantos de los conventos y sacaban las calaveras de los muertos para azotarlas y mofarse, no tanto de los huesos, como para hacer burla del sentido religioso. Eso estaba bien visto entre cierta izquierda que se escandalizaría con los campos de concentración nazis, como lo volvió a estar con la novia de Errejón, cuando entró en la capilla de la Complutense para burlarse del oficio, no el suyo, el religioso, que allí se estaba celebrando. 

    Recuerdo a Voltaire: no estoy de acuerdo con tus ideas pero estoy dispuesto a morir para defender tu libertad de expresarlas. Algo así decía el padre de la tolerancia, seguidor de John Locke. Imprescindibles más que nunca los textos: "Carta sobre la tolerancia" (Locke), "Tratado sobre la tolerancia" (Voltaire); textos que debieran ser leídos en las sedes de los partidos y en las escuelas no de los partidos, sino públicas.

    Franco, aparte de hacer construir la obra del desvío del Turia en Valencia, que ha hecho que no aumente el caos y la muerte en esta riada, fue un dictador que cometió crímenes de guerra que debieron ser juzgados por las naciones aliadas tras la Segunda Guerra Mundial. Posiblemente si Stalin lo hubiera impuesto a los americanos. Stalin y el comunismo internacional se reservó esa baza, como otras, para a través del antifranquismo seguir actuando en España. Putin no ha olvidado ese propósito y sigue apoyando los separatismos regionales, los partidos populistas, de extrema derecha o de extrema izquierda (tanto monta...), todo para debilitar a una nación y a un Estado como España.

    Franco parece que hizo algo bien. Adolfo Suárez hizo mucho bueno. Hasta Felipe González hizo algo bien. Estos rompetechos de ahora que tenemos por políticos no han hecho bien nada, hasta el momento. Quizá, por ser positivos, lo único medio bueno que se les puede adjudicar es que aún no han terminado con la nación, aunque poco a poco han disuelto el Estado. Pero no salimos los españoles del bucle, de una historia que se repite, o nos la hacen repetir, como el ajo y la caspa.

     En junio de 2014, cuando abdicó el Rey Juan Carlos, por sus escándalos domésticos y financieros, hubo una gran manifestación en Murcia, como también la hubo en otras muchas ciudades españolas. Se reivindicaba la Tercera República. 

    Asistí, lo confieso, gozoso, ingenuo, como aquellos jóvenes anarquistas inconscientes de ser unos asesinos iguales o peores que los nazis (¡lo que hace sentirse moralmente superior, hasta el extremo de justificar cualquier violencia incluso la más vil y cobarde: la ejercida contra los muertos indefensos!). No era consciente, entonces, con qué compañeros iba a la vendimia, no había estudiado qué fue aquello de la Segunda República (algo bueno tuvo, sí, en educación para el pueblo, en las Misiones Pedagógicas, etc, etc; como Franco, también la República que se apropiaron los partidos socialistas-comunistas-regionales separatistas, tuvo algo bueno). 

    Al final de aquella manifestación por las calles de Murcia, unos listillos con banderas catalanas y valencianas se apropiaron del micrófono, para comenzar los discursos con los que culminaría el acto; pronunciaron vivas a la república catalana y se dedicaron a reivindicar la liberación de los "països catalans" oprimidos por la monarquía y la democracia españolas. Justo, lo contrario, pensé ipso facto, en mi entonces radical republicanismo: precisamente han vivido muy bien estos con la monarquía de Juan Carlos I, les han dado todo lo que han querido, empezando por una Constitución de la Nación porosa a la cuña separatista. Si estos son republicanos, serán republicanos de otras repúblicas que no son la mía: la que une a todos los ciudadanos españoles, y fomenta la diversidad cultural dentro de un marco común, legal, político y económico: Un Estado moderno (no un combo de estaditos). 

    Juan Carlos I hizo también algo bueno, en esa línea de la República, de Franco, de aquellos que han hecho al menos algo bueno por la Nación española (sería un error avergonzarse de ello, por no estar de acuerdo con sus ideas y con el resto de sus conductas; ese error da alas a los antiespañoles, y no me da la gana).

    Aquel día en Murcia, en aquella reivindicación pro-republicana instrumentalizada por las asociaciones catalanistas me volví escéptico del republicanismo. Luego he sabido con cuánto dinero riega la Generalidad catalana (como también el Ayuntamiento de Valencia, antes y no sé si ahora también) a Ómnibus y a otras pseudoasociaciones que so pretexto de cultura reciben millones de euros para su activismo político antiespañol. *

    La manifestación anti-Mazón afloró las aguas del subconsciente separatista catalán, que siguen bajando con rencor y resentimiento (desde Játiva, desde la batalla de Almansa, ganada por Felipe V, el primer Borbón que pacificó España, y bajo cuyo reinado se creó la Real Academia Española de la Lengua, esa que ellos tardaron siglos en perseguir).


Fulgencio Martínez 

11-Noviembre-2024

día de San Martín 

 

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* https://www.lasprovincias.es/valencia-ciudad/ayuntamiento-reparte-900000-20220502005411-ntvo.html


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