CINCO POEMAS DE JOSÉ LUIS
MARTÍNEZ VALERO
(Junio de 2022)
ESOS LIBROS
¿Habéis visto esos libros que las olas
dejan sobre las plazas
y se venden como fruta madura?
En otro tiempo fueron la espuma
de la vida, la palabra certera,
descubrimiento de otro mundo.
Alguien ha desgarrado la primera
página donde el autor puso
sus mejores deseos
para un lector con fecha y firma.
El tiempo ha pasado sobre esos versos,
que ahora se inclinarán sobre otras frentes.
De nuevo el libro altera el pulso
de la mano que firme
lo estrecha, lo abre.
Sus ojos contemplan las mismas líneas,
recobran la frescura,
vuelve la luz a iluminar la escena.
BRASAS
Cómo revelar el fin de la tarde
de este deslumbrante verano,
que ciega a quienes pasean
al borde de una noche
que nunca empieza,
mientras el sol incendia el otro lado
de la calle, convertida en la boca
de un horno que crepita,
entre nubes como leños ardientes
de maderas de olivo
con brasas de color naranja
que circunda un resplandor blanco
y cubren, inmensas, todo el poniente,
víctima de un rojo, espléndido ocaso.
COSAS Y CASA
Con los años la casa
descansa ya serena,
cada cosa ha encontrado su sitio,
aunque algunas perduran escondidas
y a veces, reaparecen, ¡oh, sorpresa!,
con su alegre sonrisa.
AQUEL JARDÍN
De aquel jardín nacieron las palabras,
así, cuando las flores se apagaron
nos quedaron los nombres,
esa imagen sin sombra de la vida,
siempre pendiente del olvido.
Afuera dormitaba el tiempo
sin principio ni fin,
mientras aquella espesa niebla
cubría el recuerdo y la memoria.
Fuimos expulsados de aquel paraíso
y sólo nos quedó el sabor amargo
de la voz, su ruido confuso.
Entonces perdimos la claridad,
los ojos que miraban a los ojos,
el diálogo mudo,
el silencio que sabe.
PELÍCULAS
Qué hago yo vagando por estas calles,
con altos edificios, cuyas gentes
me recuerdan todo un mundo
que ha sido siempre el escenario,
expuesto en la pantalla,
de cualquier cine de barrio.
La velocidad de los automóviles
era un sueño sobre una pesadilla
y los besos de las rubias serían
más intensos que sus muslos desnudos.
Oigo silbar las balas mientras caen
cuerpos sobre las aceras mojadas
y la bruma en blanco y negro oscurece
las viejas calles de mi infancia
mientras aquel mar siempre tan lejano
hace cabecear los barcos del puerto.
JOSÉ LUIS MARTÍNEZ VALERO es catedrático emérito de Literatura, ha publicado en 2022 Otoño en Babel (Ed. La fea Burguesía), y anteriormente, en la misma editorial, Sintaxis y Puerto de sombra. Es autor de una larga serie de títulos tanto en verso como en prosa, siempre reinterpretando y acercando los géneros literarios (ensayo, memorias, epístola, poesía, cuento, entre otros). Ha publicado La isla (ed. El bardo), La espalda del fotógrafo (Editora Regional de Murcia), Poemas (Editora Regional), La Puerta Falsa, Libro abierto (La sierpe y el laúd ed), Plaza de Belluga, Daniel en Auderghem (Diego Marín ed) y Merced 22.
JOSÉ LUIS MARTÍNEZ VALERO, NUEVOS TEXTOS MAGISTRALES
Traemos de nuevo a los lectores de Ágora una serie de poemas de este poeta nacido bajo la luz intensa de Águilas (pueblo en la costa murciana, casi limítrofe con Almería), cuya palabra, en verso y prosa, ha ahondado en su propio horizonte, libro a libro, ofreciendo una rica apuesta estilística.
En un caluroso día de primeros de junio, de este 2022, leí el poema que inicia esta serie: "Esos libros". José Luis Martínez Valero es poseedor de un determinado dominio del
tono y de la palabra abierta, que hace su poesía inconfundible. Pero, más importante aún que esa cualidad de originalidad, es la impresión de compañía que logra: Ese pasar de la respiración del autor
sobre la melodía de los versos, que hace que el poeta esté en el poema, y el
lector se sienta acompañado. Ahí no debe haber cosas que sobren, que interfieran, en tan delicada operación, íntima, en la que se juega la comunicación poética.
El poeta tiene también la sapiencia del asunto que quiere comunicar. Nos implica, tanto en el tema como en la forma, casi sin percatarnos. El tema de la lectura me parece, aparte de metaliterario, muy vital. Podría decir que antes que cualquier otro oficio o profesión que haya tenido, el más constante y originario mío es el de lector. (Y esto vale, para cualquier otro lector del poema "Esos libros").
Podría uno reconstruir casi su vida, sus tiempos, por los libros que en cada momento ha leído. Esos libros que vuelven de otras manos, como los libros dejados en la mesa de un café, tienen su aquel propio: no creo, o cada vez menos, en el azar, y algo toca que pase, que te llegue, una hora tuya coincide con la de ese libro, ese autor, que en un baratillo o en una mesa, o quizá por casualidad aparente te llamó la atención al mirar en una librería. La angustia tiene esas pausas, y hay que pararse ahí un poco, lo demás puede esperar. Los libros son como esos momentos de pausa.
Fulgencio Martínez
REVISTA ÁGORA / OCTUBRE / textos magistrales
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