CELIA “VILLABOBOS” Y EL REFRANERO
La simpar diputada del PP, Celia Villalobos (en adelante, la
Villabobos) ha rallado la roca de su inteligencia para librar de la cremá la falla de Rita. El fino polvillo que ha extraído la
Villabobos, como argumento en defensa de la mil y una presunta corrupta de
todas las corrupciones, ha sido el siguiente: el fiscal que instruye el caso de
Rita Barberá, don Candido Conde-Pumpido, fue fiscal
general del Estado a nombramiento del PSOE. Luego, el procedimiento seguido contra
Barberá va de suyo viciado.
Según el diario. es, han sido, precisamente, jueces próximos al PP los que
han votado a favor de que Conde-Pumpido instruya el caso Barberá en el Tribunal
Supremo.
Lo que en esta cuestión se dirime,
más allá de la torpeza o listeza del bigardo argumento de la Villabobos, es
saber si declaraciones como estas hacen un pan como unas tortas, refrán que,
según el DRAE, consiste en 'hacer algo con gran desacierto o mal
resultado'.
Si hay un mal del que adolecemos, y
que es una de las causas sistémicas de la corrupción, es el sectarismo
partidista. Perlas villabobas no hacen sino aflorar el síntoma del sectarismo
que recorre España desde hace unos años, y que en el día actual paraliza y
enferma toda la vida política.
A las generaciones más jóvenes les
tocará lidiar y resolver esa gangrena del sectarismo, no a nosotros, víctimas y
a la vez cómplices del mismo.
En este país, o se es de un caballo
o de otro; los partidos son bunkers que defienden a muerte sus trincheras para
que nadie les quite su golosina de posibles prebendas, carguillos y
chanchullos. Cualquiera que haya estado un tiempo en la administración al
servicio del bien común puede ser acusado de parcial.
Añoramos aquel Estado de Atenas
donde los diferentes partidos rivalizaban en la gloria de servir a la patria
común. Nadie que hubiera servido bien era sospechoso de color político.
Algo se ha hecho mal, muy mal, en
este país, bajo el reinado de la alternancia bipartidista, para que hayamos
llegado a esta maligna situación. Bajo unas premisas falsas, además, el PP y el
PSOE se presentaban ante sus simpatizantes y votantes como formaciones
militares cerradas, autónomas y excluyentes; lo que daba como resultado que,
para obtener mayoría y gobernabilidad, hubieran de “apoyarse” en partidos
nacionalistas regionales: nacionalistas, ergo,
que por definición no miran por la gloria de la patria ateniense.
De ese sectarismo se han lucrado, y
mucho, los nacionalismos, y así nos va, y nos irá peor si no rectificamos. La
corrupción, que tiene su causa en el sectarismo que le otorga una cobertura
ideológica afín a la corruptos; la tan traída y llevada corrupción no se
entienda solo respecto a delitos económicos y a latrocinios a título personal o
de partido. Debe entenderse ya, en sus justos y amplios términos, referida a la
sectorialización interesada y destrozo sistemático, institucional, del Estado
llamado España. Nosotros mismos hemos alimentado la bicha. Poco crédito damos a aquellos partidos, como
fue el Centro de Suárez, o actualmente UPD o Ciudadanos, que nos proponen un
cambio de modelo. Pericles, Cimón,
cuánta falta hacéis.
Fulgencio Martínez
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