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sábado, 29 de agosto de 2015

El duelo necesario. Recensión de Anna Rossell del poemario L' essència del nus (La esencia del nudo), de Salvador Riera



 Resultado de imagen de Salvador Riera  L’essència del nus (La esencia del nudo)

                                             EL DUELO NECESARIO



Salvador Riera
L’essència del nus (La esencia del nudo)

Quorum Libros, 2014, 79 pp.




Obligado por la enfermedad de parkinson a retirarse del ejercicio de su profesión de ingeniero, Salvador Riera, nacido en Terrassa en 1959 y radicado en Mataró, dedica desde el año 2010 una buena parte de su energía a sus pasiones: la poesía y la fotografía. Y nos regala una amplia muestra de ambas en este primer poemario en catalán, publicado en noviembre de 2014. L’essència del nus (La esencia del nudo) nos muestra la trayectoria de un alma duramente golpeada y dolorida por la insólita noticia de un diagnóstico inesperado y lacerante, que poco a poco se reencuentra a sí misma en la vida, renacida con renovada sensibilidad para afrontar su nueva realidad y abrirse con más fuerza al sufrimiento de otros, a la ternura y al amor.

Así abren este poemario poemas sobrecogedores donde se manifiesta la herida abierta y sangrante de quien se rebela encarnizadamente contra el huésped insólito, que deviene inclemente secuestrador de vida, de sueños y esperanzas. El sujeto poético, ahora rehén, se resiste denodadamente contra el mal que ha tomado posesión de él y lo ha secuestrado: "Y tú, / en medio de nadie, / codicioso de un cuerpo desnudo, / henchido de impotencia. / / Y tú, sí Tú, ¿por qué me has secuestrado? "(Rehén). La idea del secuestro como metáfora del mal se extiende más allá de la enfermedad personal para denominar la malignidad en general y se hace patente en los títulos de la primera parte del poemario a través de diversas variantes del campo semántico del secuestro: Propietario, Hurto, Ladrón, Expolio, que se transmutan a continuación en las variaciones de sus consecuencias sobre aquél que lo sufre: Dolor, Culpa, Dependencia. 

Y, casi de inmediato, la voz poética traspasa el umbral de la propia piel para hacer extensivo el daño y el dolor a todo el cuerpo social, manifestando sensible empatía hacia el sufrimiento de la gente sencilla, sometida al poderoso sin escrúpulos, capaz de chuparle al humilde hasta la última gota de sangre en beneficio propio. El poema Propietario presenta el cuadro sintomatológico de la economía neoliberal y de sus estragos en tiempos de crisis, que, sin mencionar su nombre, tiene en Grecia el ejemplo de su actualidad más flagrante: "Soy banquero y te chupo la sangre, / para mí eres poco más que un cuerpo extraño / que acabaré vomitando / cuando me importune.// Y no quiero sólo tu dinero.// Debes saber / que soy yo / quien te ha permitido ser quien eres, // y cada vez / te exigiré... // ... aún más...". O bien cuando hace inventario de las manifestaciones diversas del poder corrupto, de sus sicarios y de su insaciable apetito: "La oligarquía / dibuja ríos de heces. / Buitres infectos.// Avaros afanes / encauzan la riqueza. / Chapucería.// Farsa inmunda / de omnipresente delirio. / Fausto boato" (Apoteosis). Una actuación perversa, que, en alianza con las nuevas tecnologías y el cebo seductor de una publicidad veneradora de lo material y vendedora de espejismos, el poeta califica de Cirrosis, por la capacidad destructiva que tiene del tejido social: "Tétricos dominios / de empresas mundiales. / Oligopolios.// Éxitos efímeros / donde pululan promesas. / Oscuro ciberespacio". Y encontramos la fusión del mal personal y el social en muchos de los poemas que siguen, que analizan sus plurales manifestaciones: "Cuando el mal es perverso aguijonea alevoso, / saquea los corazones, envenena las almas, / desalienta la cordura, desprecia las palabras, / desmenuza los sentidos, degüella la alegría.// Cuando el mal es cercano [...] // Cuando el mal es sutil, [...] // Cuando el mal es injusto [...]". Pero la voz poética termina con un gesto de resistencia y deja entrever la chispa de esperanza que se irá fortaleciendo, para convertirse en lucha declarada en un combate que apunta a la victoria a medida que va avanzando el poemario, pues concluye: "Cuando el mal es infinito, sólo le gana la vida” (Hurto). O alienta al otro a superar el sufrimiento y a transformarlo positivamente: "No bebas la sangre.// Bebe lágrimas de cielo / de este pozo gélido, / [...]" (Dolor).

Vislumbramos señales de transición desde la dolorida existencia del comienzo a la entrega a la confianza y a la ternura de una sensibilidad afilada y espoleada por el desorden en algunos poemas que siguen: "Enfrascados en un mundo de constantes olvidos, / como aquellos cangrejos perdidos en el infinito, / caminamos ora hacia atrás, ora hacia adelante, / sorteando escollos y arrecifes surgidos / de la nada.// Nada es más grande que el diminuto gesto / del instante donde no somos más que nada.// Nada es más sencillo que el beso de la nada" (Sencillez). O bien cuando la voz poética reconoce abiertamente que ha comenzado un proceso hacia un estado más sosegado y sereno, que ve luz más allá de la aflicción: "[...] // en afanosa busca del nexo de unión / entre el alma y el sentimiento / de luto.// Un lugar donde se cobija el verso, / el poema, el tiempo codiciado / del ser.// Donde la palabra siega el hilo / las penosas muletas del ayer, / [ ...] "(Cordura). Los títulos de los poemas a continuación lo demuestran claramente: Claridad: "Camino de luz de alma herida. / Desnuda libertad de infiernos malditos", Lucha: "Fatigadas las manos de tanto temblor. / El corazón, Sol naciente de lóbregas serpientes", Esperanza: El destino está más allá / y debemos tener la esperanza / de conquistar el mañana, // donde todo ya no sea oscuro", Deseo: "Se vislumbra luz al fondo de la hondonada, [.. .]", donde se nos muestra el poder redentor de la palabra, de la poesía: "Arduo muro de mudas palabras, / alzado en silencio, / hoy por fin derribado / por un recio martillo / de palabras escritas "(Martillo de palabras).

En la última parte del poemario la voz poética parece haber logrado el equilibrio reencontrando la armonía perdida; se complace en la observación de la naturaleza en clave erótica: "Anhelante pino adolescente / alzado al alba, / fina corteza, tronco soberbio, / apuntan apenas sus brotes.// Húmedo césped, ardiente savia, [...] // Manantial de luz de sol naciente, / [...] "(Bosque virgen). El léxico se ha transfigurado para vestirse de positividad: "Lágrima de luz, claridad tenue / plateado destello, frágil viruta / de vírgenes cuerpos. [...]"(Lágrima de luz), y se aproxima al amor: "Y me acerco a ti, / no me atrevo a turbar tu sueño, / la cara delicada, / los ojos perlados, / las manos sedosas, / los húmedos labios / anhelando un beso, / el beso que vengo a besarte, / en silencio"(Besos de silencio), o bien este otro, en el que leemos el verso que da título a todo el poemario y establece su núcleo: "Nos queda lo más puro, / la esencia del nudo, / aquello que te arraiga a mí / y aquello que me arraiga a ti, // algo tan sencillo / como decirte que te amo" (Amor sencillo). Y se deja cautivar por la dulzura a la que lo impele el plácido recuerdo de un anciano, que, jugando con la homofonía de las palabras catalanas vell, vellesa (viejo, vejez) / bell, bellesa (bello, belleza), le sugiere belleza: "Sabia serenidad, rostro abatido, / cara surcada por los pliegues del adiós, / obstinación de un cuerpo que no se deja abatir, / manos de senectud marchitas.//[...]// Sufre heroico los quebrantos de la vejez, / era muy vital, ahora no puede./ El abuelo se ha hecho mayor. Tiene el corazón lleno de belleza" (Belleza).

Uno de los poemas de esta última parte impresiona especialmente por la fuerza del sentimiento que sabe transmitir con la genial sencillez de la mejor poesía: "Si me ves y ves que yo no veo, / mírame.// Si me ves y ves que yo no oigo, / háblame // Si me ves y ves que tartamudeo, / escúchame.//[...]// Y por encima de todo, / no dejes nunca de amarme (Si me ves).

Estilísticamente el poemario, de un léxico riquísimo, es un híbrido de varios registros, a caballo entre el poema rimado clásico y la modernidad del verso blanco y el verso libre. Escribe el prólogo el poeta Eduard Miró Saladrigas. La mayor parte de los poemas van precedidos por citas de poetas catalanes y acompañados, en buena comunión, de fotografías del propio Salvador Riera.

                                                                   
                                        Anna Rossell


REVISTA ÁGORA DIGITAL/ bibliotheca grammatica/crítica de Anna Rossell/ Agosto 2015

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