LA
PRINCESA CONFIDENCIAL
No
es el primero de nuestros problemas, ni será el último, pero quizá
haya que agradecerle ser el único que se ha presentado con
educación, diciendo "Hola". Suelen tener mal trapío y
esquinarse los toros que conocemos; pero el de esta señora, princesa para más señas, que ha sido portada de una
revista del corazón, es un morlaco de buen trapío, que mira de
frente, con mirada cortés, aunque no tiene pelo de manso. La
princesa Corinna ha elegido a una agencia de noticias para
hacer su faena, y, como corresponde a su rango en el escalafón, ha
salido a la arena de la revista "Hola", es decir, donde
torean los maestros. Una higa para la prensa plebeya, seria y
preocupada. Sibilina, lista, quizá sonriendo, la Corinna alude a su
hoja de servicios a España, o al Gobierno español, y reclama para
sí nuestra gratitud y pleitesía. Levanta y amaga la liebre, por un
momento parece que va a saltar y herir, pero prefiere amenazar
dulcemente, dejar caer y no hablar claro. Se trata de una materia
"confidencial".
¿Estamos ante otra
"lista" de Bárcenas? Con maneras suaves, a diferencia de
aquel sujeto, la píldora de esta no es menos terrible. Solo nos
consuela el saber que estamos ya acostumbrados a una vida de
sobresaltos, y a sospechar de cualquier bulto político por las
esquinas. Si ahora nos viene esta pecadora internacional con más
zozobra, se siente, ya está completo el elenco. Tenemos a nuestro
Luisillo Bárcenas, que nos quita el sueño y la bolsa, el
picarón; tenemos al yerno, al Urdangarin, que parece sacado
de una saga irlandesa de grutas y ogros, y a su buen escudero Diego
Torres: ellos se bastan y sobran para ser el coco.
Y por si fueran pocos los
"visitantes de dormitorio", los espectros que nos desvelan,
tenemos ahí al ministro de Hacienda, el
señor Montoro, que va
amenazando a Murcia con rasparle otro jirón de piel, para ver si
adelgaza.
A
ese cartel, cada uno de ustedes puede añadir el problema que más le
inquiete: la ceremonia de la confusión de los nacionalistas
catalanes; la pajarera de los partidos políticos, enfrascados en
dirimir querellas que ellos mismos promueven, ajenas al momento de
penuria económica que vivimos; el dinero público, del que no
quieren responder con transparencia, porque muchos tendrían que
hacerlo con cárcel, por delinquir por activa o pasiva; sin olvidar,
la plaga más dura, el paro y la falta de confianza en que se podrá
salir...
Así que, señora mía,
no venga ahora queriendo ser la protagonista de esta mala pesadilla.
No quiero saber en qué clase de negociaciones ha participado, qué
favores ha recibido, porque me dolería en mi corazón de español
pensar que, al lado de usted, Urdangarin es un presunto aprendiz de
timador. y Bárcenas, un chusco. Princesa (aunque no sé de qué
principado o reino, sé que se usa en los de su clase el mote de
condes y príncipes, como, entre nosotros el decirnos tío y tía);
alteza, me ha encantado su reportaje en el "Hola". Está
usted genial. Tiene unos ojos bellos, aunque, para mi gusto,
demasiado pequeños. He ahí un detalle de inteligencia, o astucia,
que diría mi madre. "No te fíes, hijo, de los ojos pequeños,
te ven antes que tú los veas a ellos".
Fulgencio
Martínez
Publicado en La Opinión de Murcia, sábado 9 de marzo 2013
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