Tropas de Franco paseando a la Fuensanta, el mismo día (29 de marzo de 1939) en que la División Navarra
tomó la ciudad de Murcia para el fascismo.
LA OFRENDA FLORAL A MURCIA DEL PP
Ha sido el mejor regalo
de Pascua la noticia de que el señor consejero de Economía haya
detenido, de momento, los recortes en Sanidad y Educación. Así, los
niños podrán recibir enseñanza hasta final de curso y
los enfermos seguir atendidos, como hasta ahora. Pero lo que esta
buena noticia da a entender es que se le ha acabado la imaginación
al Partido Popular y a sus capitostes, pues hasta hace poco
desligaban -siguiendo las directrices de Rajoy- recortes y
baja en la calidad de los servicios públicos.
Recordarán ustedes su bienintencionada insistencia en que recortar presupuesto no significaba necesariamente empeorar, sino al contrario: que, pues de la necesidad se hace virtud, quitar dinero público de esos servicios era bueno para aumentar su eficiencia, ya que exigía más racionalización de los medios, más carga de trabajo de todos los empleados públicos de los mismos; en fin, se nos llenó los tímpanos con tanta demagogia que sonaba a utopía hipercientífica, un mundo nuevo ordenado por los terminales en Murcia del ministro Montoro, que parecía que íbamos a presenciar la llegada en tromba de lo que, a principios del siglo XX, el sociólogo Max Weber denominó la moderna organización burocrática, la racionalidad del capitalismo protestante aplicado a la cosa pública autonómica. Se les olvidó el detalle, a los que abogaban por esa racionalidad weberiana, de explicar quiénes iban a ser los gestores de la nueva economía milagrosa, donde con menos se consigue más.
¿Serían gestores eficientes como en la empresa privada industrial, que sirvió de modelo al sociólogo alemán? Pero, entonces, no podían ser los mismos políticos del PP que han conducido a la Comunidad de Murcia al endeudamiento insano. Quienes lo hicieron mal, ¿qué crédito tenían para presentarse como gestores competentes? Transcurría el año 2012 y todos los pronósticos eran nefastos para la versión murciana de la utopía moderna burocrática.
Tampoco podía ser gestor racional un señor -actual consejero de Economía del presidente Valcárcel- que fue consejero de una Caja de Ahorros, la extinta, o más bien pulida, Caja de Ahorros del Mediterráneo, y de la que cobraba sin enterarse de lo que era un balance de cuentas. Pero Valcárcel no reparó tampoco en el perfil de Bernal. ¿De dónde, pues, habrían de venir los gestores del milagro autonómico?
Y en esto, algunos inteligentes en el PP miraban para Samper, el empresario de la Nueva Condomina. ¿Quién, con tan poco, ha conseguido tanto? Además, con lo del proyecto de la Paramount, ese gran empresario racional consiguió que el consejero de Cultura, señor Cruz, compusiera su mejor poema al decir que el nuevo poliedro, en que se alojaría el parque temático, "va a buen ritmo". Un poliedro con ritmo es una greguería poética, vaya que sí.
Solo que pasarían unos meses y ya alguien, en el PP, con alguna noción sobre los poliedros regulares e irregulares, objetaría que aquello era mucho especular.
De modo que, girando aún más el tiempo, casi al día de hoy, el PP en pleno (estas cosas se hacen siempre unidos) cayó del burro: No, señores, no son buenos los recortes porque quitan lo poco bueno que pueda haber. Señor Montoro, no gibe más, y conste que tenemos los murcianos más paciencia que la Merkel, pero cuando nos hartamos, vaya, somos dinamita frutalmente propagada -eso sí-; como dijo el poeta Miguel Hernández.
Recordarán ustedes su bienintencionada insistencia en que recortar presupuesto no significaba necesariamente empeorar, sino al contrario: que, pues de la necesidad se hace virtud, quitar dinero público de esos servicios era bueno para aumentar su eficiencia, ya que exigía más racionalización de los medios, más carga de trabajo de todos los empleados públicos de los mismos; en fin, se nos llenó los tímpanos con tanta demagogia que sonaba a utopía hipercientífica, un mundo nuevo ordenado por los terminales en Murcia del ministro Montoro, que parecía que íbamos a presenciar la llegada en tromba de lo que, a principios del siglo XX, el sociólogo Max Weber denominó la moderna organización burocrática, la racionalidad del capitalismo protestante aplicado a la cosa pública autonómica. Se les olvidó el detalle, a los que abogaban por esa racionalidad weberiana, de explicar quiénes iban a ser los gestores de la nueva economía milagrosa, donde con menos se consigue más.
¿Serían gestores eficientes como en la empresa privada industrial, que sirvió de modelo al sociólogo alemán? Pero, entonces, no podían ser los mismos políticos del PP que han conducido a la Comunidad de Murcia al endeudamiento insano. Quienes lo hicieron mal, ¿qué crédito tenían para presentarse como gestores competentes? Transcurría el año 2012 y todos los pronósticos eran nefastos para la versión murciana de la utopía moderna burocrática.
Tampoco podía ser gestor racional un señor -actual consejero de Economía del presidente Valcárcel- que fue consejero de una Caja de Ahorros, la extinta, o más bien pulida, Caja de Ahorros del Mediterráneo, y de la que cobraba sin enterarse de lo que era un balance de cuentas. Pero Valcárcel no reparó tampoco en el perfil de Bernal. ¿De dónde, pues, habrían de venir los gestores del milagro autonómico?
Y en esto, algunos inteligentes en el PP miraban para Samper, el empresario de la Nueva Condomina. ¿Quién, con tan poco, ha conseguido tanto? Además, con lo del proyecto de la Paramount, ese gran empresario racional consiguió que el consejero de Cultura, señor Cruz, compusiera su mejor poema al decir que el nuevo poliedro, en que se alojaría el parque temático, "va a buen ritmo". Un poliedro con ritmo es una greguería poética, vaya que sí.
Solo que pasarían unos meses y ya alguien, en el PP, con alguna noción sobre los poliedros regulares e irregulares, objetaría que aquello era mucho especular.
De modo que, girando aún más el tiempo, casi al día de hoy, el PP en pleno (estas cosas se hacen siempre unidos) cayó del burro: No, señores, no son buenos los recortes porque quitan lo poco bueno que pueda haber. Señor Montoro, no gibe más, y conste que tenemos los murcianos más paciencia que la Merkel, pero cuando nos hartamos, vaya, somos dinamita frutalmente propagada -eso sí-; como dijo el poeta Miguel Hernández.
Fulgencio Martínez
Publicado en el periódico LA OPINIÓN DE MURCIA, miércoles 27 de Marzo 2013
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