VIDAS SEGADAS
"La vida es lo único que Dios no da dos
veces", "El sol es nuevo cada día", "Nadie se baña dos
veces en el mismo río"; frases y sentencias como esas, igual que muchos
refranes, hacen caso omiso de la "ideología de género": expresan una
experiencia humana universal. Están exentas de la discriminación sexual del
sujeto enunciador. Son frases de sabiduría: En un caso, de sabiduría popular y
característica, como en la primera y menos conocida, que sale de la boca de Francisca,
una mujer que sirve en la casa familiar de Proust, el escritor de En
busca del tiempo perdido.
Francisca, al ver pasar por las calles de Combray un
desfile de soldados camino del matadero ("¡Pobres muchachos! Los van a
segar como a la hierba") y ante el comentario valetudinario de otro criado
que ensalza el sacrificio y su falta de apego a la vida, se arranca, indignada,
con este comentario: "¡No tener apego a la vida! Entonces, ¿a qué se
va a tener apego? La vida es lo único que Dios no da dos veces."
La frase, dirá algún lector, requiere un sujeto
enunciador que crea en Dios. Por tanto, no sería tan universal como las frases
de sabiduría. Supone, además, que la "vida" nos la da o cede Dios, en
una sola y única entrega y promisión; ambas: entrega y promisión, oferta o
acto de darla por parte de Dios, se corresponden. El Creador no solo no nos da
otra vida, sino esta, sino que Dios solo tendría una sola oferta de vida, y en
nuestras manos, en nuestra libertad, está despreciarla o apreciarla.
La frase, a poco que se la vea en su miga, pone en
duda toda la teología, incluida la del actual tocayo de Francisca (me refiero a
Francisco, el papa). ¿Quién es más sabio? Dios no está para perder el tiempo.
Nosotros, tampoco.
Si sustituimos a Dios por la Naturaleza o por el azar
de las combinaciones de los átomos, la frase perdería todo su sentido y
hondura. Pues ella no se refiere a hechos, a sucesos que ocurran o no, se den o
no, sino a una decisión moral, a una apuesta ética. Lo de menos es su
significado, lo que importa es su sentido: Alguien que quisiera testar solo su
significado podría sustituir Dios por las entidades o procesos ateos dichos
anteriormente y discernir según un determinado modelo probabilístico las
posibilidades de repetición de una misma vida. Ese procedimiento estadístico,
válido para manejar datos, se equivoca en la comprensión de lo que es una vida.
Semana tras semana, asistimos a la enumeración
monótona de los datos sobre muertes por el coronavirus; a nivel de España, de
cada región, y a nivel del planeta. Al oír enunciar en televisión curvas y
picos para describir, en modelo de lenguaje formal, esas numerosas pérdidas de
vidas no puedo evitar evocar la frasecilla de Francisca, la cual, pese a su
dureza, me parece mucho más humana que el tono de voz de ordenador con el que
se nos da, cada día, el parte de la muerte.
Exijamos, críticamente, democráticamente, mayor
protección para nuestros héroes, para las vidas amenazadas y para todos.
FULGENCIO MARTÍNEZ
revista ÁGORA DIGITAL MARZO 2020
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