Día a día. Lectura de Ecos. Diario de 1999, de Dionisia García
por Francisco Javier Díez de Revenga
Dionisia García (Fuente Álamo de Albacete, 1929) acaba de publicar un nuevo libro, Ecos. Diario de 1999, que ha editado MurciaLibro en un cuidado volumen con una preciosa cubierta de José Luis Martínez Valero. Dionisia, además de una excelente y muy valorada poeta, es una escritora de raza porque son muchos los géneros literarios por ella cultivados: narración, aforismos, memorias, ensayo, autobiografía, crítica literaria, epistolarios, reseñas... En todos ha despuntado por su originalidad y por su dominio del género por complejo que este sea (aforismos, por ejemplo) y siempre ha coronado sus libros con esa maravillosa capacidad para redondear la obra bien hecha que, a lo largo de su carrera, despliega sin cesar. Su capacidad expresiva, su lenguaje, ese idioma suyo propio e inconfundible por su precisión semántica, siempre han sido sello de la casa, emblema de calidad indiscutible.
Ahora, Ecos nos ofrece una nueva muestra de su capacidad para crear aun los géneros más complicados, como es el caso del diario, que según aseguran los expertos se ha cultivado muy poco en España y menos aún por mujeres, si lo comparamos con las literaturas de otras latitudes: la francesa, la anglosajona… Es el diario especie insegura, evidentemente muy subjetiva, reveladora de intimidades directas (no como la poesía) y sobre todo sometido a la vinculación de la fecha, ese guarismo que implica autenticidad y fijación en el tiempo. Un ejemplo fantástico hay en la literatura española que ha llevado de cabeza a muchos críticos y estudiosos: el Diario de un poeta recién casado de Juan Ramón Jiménez, que trasformó la poesía española e hispánica del siglo XX e inició una nueva manera de concebir la lírica.
Dionisia García se ha decidido a publicar un diario de solo un año, de todos los días de ese periodo de su vida, aunque en alguna de las jornadas no haya sucedido nada digno de mención. Esta actitud revela la fidelidad de la escritora a sí misma y demuestra que cada día se ha de vivir la vida y descubrir en ella aspectos que merezcan constancia y permanencia. Porque la virtud literaria del género diario es la de convertir la cotidianeidad de la existencia en reflexión comprometida con la propia intimidad, con los pensamientos más íntimos que se van cruzando con las actividades habituales de cada jornada. José Luna Borge lo explica muy bien en el prólogo del libro cuando señala que Dionisia «sabe encontrar el tono y las palabras que conducen a parcelas reservadas o privadas de una vida» y destaca que familia, creencia religiosa, amor, amistad, hijos, la propia obra poética, se suceden en el libro junto a las responsabilidades domésticas, los errores, las dudas, los tropiezos, pero también las soluciones y los logros.
Y más no se puede pedir. En todo caso, es estimulante ir leyendo día a día lo que sucede con Dionisia. Y evocar con ella sus encuentros con amigos comunes, sus lecturas de lo más diverso que atienden a una necesidad de comprender el mundo a través de las palabras de otros. Pero también acudir con ella a los desplazamientos, hacia el mar, hacia La Manga, que detesta y que se convierte en habitación veraniega obligada.
Y vivir con ella también la ciudad acogedora, la que ha aparecido tantas veces felizmente evocada en su poesía para compartir con la diarista sentimientos y efusiones. Porque en realidad lo que trasciende de esta lectura, a la que Dionisia ha permitido asistir, es que el lector invade un mundo ajeno para penetrar en los estímulos que hacen que ese mundo pueda ser vivido y eternizado en unas breves palabras escritas día a día. Y convivir con Dionisia en este devenir cotidiano puede ser también un regalo para el lector, sobre todo porque descubrirá a la escritora laboriosa que se bate cada día por encontrar su espacio para seguir trabajando en su obra literaria, no solo en la poesía, que viene cuando viene, sino también en otras muchas tareas que se convertirán en su obra en marcha. Y las lecturas y los compromisos socioliterarios y las andanzas por los paisajes que se van enredado con los recuerdos. Impagables son las precisiones biográficas de la propia Dionisia (setenta años cumple en ese momento) y de Salvador, que termina su vida profesional como notario, momento que desencadena un espacio para la reconstrucción del tiempo. Espacios entrañables de vida en la que las fechas van marcando realidades familiares que son existencia viva. Porque lo cierto es que la comunicación que supone este diario, como la de cualquier otra obra literaria, reside en su condición definitiva y en su destino de encuentro con el lector.
El artículo del profesor Francisco Javier Díez de Revenga fue publicado previamente en La Opinión de Murcia el viernes 13 de diciembre de 2024. Lo reproducimos por gentileza de su autor.
Francisco Javier Díez de Revenga
(Murcia, 1946) es catedrático emérito de Literatura Española en la Universidad
de Murcia. Ha publicado, entre otros títulos, Gabriel Miró, maestro de la
Modernidad (Mirto Academia, Granada); Azorín, entre los clásicos y
con los modernos, Estudios sobre Miguel Hernández, y Miguel Hernández: En las lunas del perito.
De entre su producción cabe recordar también Carmen Conde, desde su Edén; Los poetas del 27. Tradiciones y vanguardias, que continúa la obra de referencia sobre esa Generación poética: Panorama crítico de la generación del 27 (1987).
Es Académico de Número de la Real Academia Alfonso X el Sabio y académico correspondiente de la Real Academia de la Historia y de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. Su vocación y curiosidad ininterrumpidas por la poesía más reciente se plasma en su columna Literatura que publica semanalmente el diario La Opinión de Murcia y en libros como Poetas españoles del siglo XXI (2015).
Más información sobre Ecos. Diario de 1999, en página editorial:
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