En 2016 se cumple una década de la publicación de Cosas que quedaron en la sombra (Ed. Nausícaa), de F. Martínez. Para recordarlo, publicamos en este blog el artículo del profesor José Belmonte, aparecido en el semanario Ababol, del periódico La Verdad.
http://servicios.laverdad.es/ababol/pg070421/suscr/nec1.htm
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Cosas que hacer cuando uno está vivo |
Es probable que muchos de los que ahora lean estas líneas no sepan de la existencia de Fulgencio Martínez. Que no conozcan, al menos, su faceta de escritor, de poeta. En los últimos años, su nombre ha estado ligado a la revista Ágora y al Taller de Arte Gramático que él mismo fundó hace algunos años y que en la actualidad dirige. Fulgencio Martínez, sin embargo, publicó su primer libro hace más de veinte años. No fue un oficio que haya olvidado, puesto que ha seguido publicando con asiduidad hasta la aparición de Cosas que quedaron en la sombra, que es motivo de esta reseña. Su condición de hombre alejado de los cenáculos de la cultura, su obstinación por no presentarse a premios ni a juegos florales de las villas de España, le ha llevado, probablemente, a este momentáneo olvido y a que su nombre no figure en ciertas antologías que, de modo un tanto arbitrario, circulan por la geografía española. La poesía de Fulgencio Martínez está, sin embargo, a salvo de tales celebraciones y fastuosidades. Parece, además, como si el escritor se frenara a sí mismo para no caer ni en el preciosismo de ciertos contemporáneos, ni tampoco en la prosaica ordinariez de otros autores que confunden la poesía con la lista de la compra. Pero tampoco rehuye del hecho de tener que enfrentarse a una poesía que tiene cierto sabor tardosocial -por llamarla de alguna manera- en donde se pone sobre el tablero la experiencia personal, soñada o vivida, con la aportación de ingeniosos juegos de palabras y con un evidente dominio de la lengua con la que, en no pocas ocasiones, consigue que el lector se divierta. Pero, en la mayoría de los casos, asistimos a un auténtico concierto de sonoridad como se refleja, por ejemplo, en ciertos sonetos, como el dedicado a Andrés Salom, autor de tantos y tantos libros descastados. Pero, cuando es preciso, Fulgencio Martínez sabe serenar el verbo y domesticar la palabra hasta encauzarla por la senda más amena y sutil. Sucede, en este caso, con poemas elegíacos como el que dedica a la desaparecida María Pilar López. En definitiva, una excelente obra que descubre a un no menos excelente escritor al que no le importa vivir a la sombra de sí mismo.
José Belmonte Serrano ‘Cosas que quedaron en la sombra’. Fulgencio Martínez. Nausícaä. 238 páginas. /14 e
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Sinopsis de Cosas que quedaron en la sombra
Cosas que quedaron en la sombra, de Fulgencio Martínez, pone de manifiesto la virtud y la capacidad de su autor para dotar de múltiples voces, como en una obra musical polifónica, aquello que en su conjunto armoniza en un todo perfectamente homogéneo. Este poemario, conformado durante más de quince años (1989-2006), despliega un riquísimo mundo poético que agota con maestría todas las posibilidades del poema. El verso, colmado de lúcida experiencia, desde la primera página hasta la última, emerge destilando una voz poética existencial y auténtica, llena de pureza, cargada de futuro. Pero, no digamos más, que sea el lector quien lo descubra.
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