E. Hopper. Habitación de hotel
COMENTARIO A CUATRO POEMAS DE PUERTO DE SOMBRA DE JOSÉ LUIS MARTÍNEZ VALERO
Miguel Ángel Cuevas ha traducido al italiano magníficamente
cuatro poemas de Puerto de Sombra: Edward Hopper, habitación de hotel; Amargo;
Memoria de la miseria, y Ejercicio con espejo. (1)
La belleza de la traducción me ha
producido la impresión de que los poemas de José Luis Martínez Valero se encuentran en italiano
como en su propio medio. Agradezco a su traductor, catedrático de Italiano en la Universidad de Sevilla, que me haya iluminado con su
acierto en el intercambio de algunos de los términos españoles con los
italianos: Por ejemplo, donde el poema en español dice “los que nada tienen”, y
se traduce por “gli accattoni”, y donde en español dice “escogen”, en italiano “scelgono”,
manteniendo la nota de dignidad que los equipara, en el verso, con los
poderosos (i potenti). Si autor y traductor no hubieran jugado coordinados
aquí, se hubiera perdido este encaje de dos sustantivos, en principio de significados opuestos, con el verbo escoger que denota sujeto activo y digno. Agradezco al traductor cómo ha sabido aclararme
en este y en otros puntos clave del poema en español. Solo el hecho de mantener
el buen traductor la importancia de un término del original, te hace llamar la
atención hacia él: aquí “escoger” (scegliere). Y en otro caso, cuando traduce con otro término, aclara indirectamente el precioso
ejercicio de elisión en el original, “los que nada tienen”, traducido con un término, “accattoni”,
que podría traducirse por mendigos, también carroñeros, desechos, y que parece
tener relación con el verbo “accattonare”: dejar de lado, descartar. Los
marginados sería una débil etiqueta, con menos concreción pero sin ganar en sugerencia.
Por ello, indirectamente, comprobamos que acierta el poeta con la expresión “los que nada tienen”; una
expresión sugerente, algo abstracta pero donde la negación de tener, la nada, rinde
mucho contenido poético (tener y nada son de las palabras más poéticas en
español). Por otro lado, se enriquece con la lectura del traductor italiano:
mendigos, que se mantienen de los desechos, pordioseros, a los que se les da de
lado. Ir de una a otra lengua enriquece la comprensión y es un ejercicio de aprendizaje lingüístico y estético impagable.
Pero ya vale: es intención de este análisis centrarse en los cuatro poemas originales en español. Así que, avancemos.
EDWARD HOOPER. HABITACIÓN DE HOTEL / AMARGO (2) (LEER AL FINAL)
Los dos primeros poemas expresan una meditación melancólica, ambos tienen algunas cosas más en común: por un lado, el mirar inquieto (la de la mujer que consulta en una guía de horarios de trenes, en el poema del cuadro de Hopper), el mirar que busca la mirada del otro (en el poema “Amargo”). En el fondo, en ambos poemas el tema es la inquietud del existir que no se aquieta en ninguna jornada para la viajera, o en ningún objeto.
El segundo poema es aún más lírico y desnudo, expresa dicha inquietud de una forma más desolada. Por otro lado, en ambos poemas, el poeta usa el referente objetivo: hotel, viajera, guía de horarios de trenes; en el segundo poema, la estancia cerrada, el viento y la lluvia sobre las losetas. Aquí es el sonido casi audible por el lector de esa lluvia lo que transmite la inquietud, metiéndose en la memoria del lector, que ha leído, en el título del poema y en la primera “estancia” o estrofa del mismo, el adjetivo “amargo”, una sensación gustativa, en una especie de sinestesia, perfectamente metaforizada y lexicalizada en el término castellano amargura, que remite a lo gustativo inconsciente aunque se trasciende en un sentimiento del alma, de desolación, de inquietud sin sentido, absurda, de fracaso, y en este poema, en fin, de sentimiento de soledad.
Los dos primeros poemas, pues, “Edward Hopper. Habitación de hotel” y “Amargo” aluden a lo cerrado -“en estas habitaciones cerradas” (en el primero), “cuarto siempre cerrado” (en el segundo)- como metáfora de lo interior del alma humana. Y ambos poemas son de algún modo, bellamente ambiguos, en cuanto transmiten un sentimiento familiar de interioridad, con el que el lector se encuentra cómodo como un huésped, y a la vez denuncian una ausencia de comunicación (con el propio ser y con los otros seres). El mirar divaga, en el primer poema, pasando los ojos por la guía de horarios de trenes, buscando con inquietud otro movimiento; en el segundo poema, el mirar busca otro mirada cuando sabe que está solo en cuarto cerrado y se entrega a la distracción melancólica del sonido del viento y de la lluvia sobre las losetas. ¿Cómo? ¿La lluvia dentro del cuarto cerrado?
También, como en el primer poema. hay estos elementos mágicos, sobrenaturales, en el que el lector de pronto repara, y que ha de encajar en una lógica del poema, pues, pese a parecer absurdos, son cosas cotidianas, como las pesadillas en los hoteles, como los objetos perdidos en ellos o como los hilos de arañas que pasan de unos a otros viajeros y huéspedes. Nos vienen de los que han dormido previamente en las habitaciones donde descansamos. Y no tiene sentido o es inútil preguntarnos por la razón de una existencia innecesaria. (Como podría hacerlo la protagonista del cuadro de Hopper y del primer poema, y no lo hace)
En ambos poemas, el espacio, en fin, es protagonista último, juega un rol semántico que nos lleva a leer los poemas con atención: en cada uno de los espacios se dirime el sentido de la existencia: en la habitación de hotel, del primer poema; o, en el segundo, en el cuarto casi siempre cerrado, con ese “casi” que admite (al menos en evocación) la acción del viento y el sonar de la lluvia sobre las losetas dentro de él.
Así, el lector ha de ir anotando en esos espacios en principio cerrados los signos y el juego de interioridad/exterioridad: en el primer poema, “la ciudad se oscurece en el interior de las maletas”, es decir, está presente-ausente en esa habitación de hotel.
Los signos ambiguos de la exterioridad y la interioridad interpenetrándose, pueden producir también mayor sentimiento de opresión, cerrazón.
O, con mirada un poco más optimista, ese contraste puede dar fuelle a la inquietud, con un momentáneo deseo de evasión o un recuerdo de exterioridad. (El poeta, en otras partes del libro Puerto de sombra, nos recuerda la caverna de Platón a la que es comparable el lugar en que transcurre toda existencia).
José Luis Martínez Valero. Fuente. La opinión de Murcia
MEMORIA DE LA MISERIA (3)
Paso a comentar los dos últimos poemas de José Luis Martínez Valero, seleccionados de Puerto de sombra, libro que viene después de La isla (2013): ambos componen un díptico, una secuencia que refleja la geografía lírica del poeta de Águilas (en la costa sur de Murcia). En este nuevo Puerto de sombra, que se publicó a finales del 2017, el poeta ha encontrado nuevas zonas de inquietud en compañía de un cierto surrealismo que aparece y desaparece, y se sabe ya absoluto dueño de la palabra abierta a lo otro y al otro. Como ya apuntó en un poemario anterior, titulado Libro abierto (2010), Martínez Valero indaga en Puerto de Sombra el alma humana, enfocando ahora más el hecho físico de la presencia de los otros.
El tercer poema que comentamos “Memoria de la miseria”, podría ser un extraordinario ejemplo de poesía cívica, en vena metafísica. No tanto es la protesta social (manida en muchos poemas de serie, sin que digamos por ello que la denuncia social no pueda originar un poema válido en manos de un poeta muy hábil, que tendría que desautomatizar muchas costras del tema).
“Memoria de la miseria” es un poema biestrófico, donde cada una de las dos estrofas representa un movimiento, de aproximación y de elusión. La elusión es el arte que le vuelve grácil y atractivo, poéticamente inagotable. Parece que va a decir algo decisivo sobre la miseria, la pobreza, la injusticia social y económica, pero no dice el poema nada evidente, y sin embargo, su recurso de eludir va diciendo algo muy importante en cada arranque de la voz, en cada estrofa. El lector puede también caminar leyendo en sí mismo otros significados. Analizamos: el comienzo de la primera estrofa es una aseveración, con una casi imperceptible ironía: el poema no inventa ni promete dar a conocer el manuscrito de la miseria. La verdad de la miseria no la sabe de antemano el poeta, y quizá tampoco al final del poema lo diga.
“La miseria nunca tiene memoria”. Hay dos palabras clave en el poema: conforma (“se conforma con su final”, en la primera estrofa) y la conjunción “y” (“donde los poderosos y los que nada tienen”). La conformidad con la vida no es un rasgo baladí del existente, en la miseria como en la riqueza los filósofos epicúreos y estoicos valoraban sobre todo el vivir conforme con la vida, y esta era la más difícil de las victorias, sobre uno mismo y sobre la ambición; no el premio mayor, ni la felicidad, porque la vida no va de eso, sino de la victoria o la derrota sobre uno mismo y sobre la ambición: la conformidad es como un punto medio, una entente cordiale entre victoria y derrota, entre tú y tu vanidad.
(El principio del fracaso era ya el vivir para la meditación melancólica del primer poema, Habitación de hotel. Pero sigamos analizando "Memoria de la miseria", un poemita, quizá el más complejo de los cuatro, y que avanza imperceptiblemente sobre el pesimismo existencial de los dos primeros poemas analizados):
La conjunción "y" pone en el mismo plano a los poderosos y los que nada tienen: a ambos tipos humanos les espera el seno de la noche, y así, desde la perspectiva del poema (la tarde, en la primera estrofa, y el anochecer casi ya inminente, en la segunda estrofa), ambos “escogen” (verbo decisivo, de dignidad) “el camino / de un mismo sueño”.
¿La miseria iguala? Sería una lectura manriqueña, ética, y quizá también de una “moral de resentimiento” (Nietzsche). Pero el lector puede pensar que el poema traza una vuelta más metafísica buscando el sentido de la miseria, allí donde, como ha avisado desde el primer verso el poema, allí donde no hay memoria.
La poesía introduciría de nuevo la
inquietud en el mundo, allí donde este mundo y sus habitantes, viajeros o
huéspedes de hotel (uniendo con los otros poemas el hilo de la meditación
poética) pierden el descanso con cada día que nace y les reta de nuevo, y lo
buscan (inquietud descendente) de nuevo
para volver a encontrar el sueño. En ese ir y venir, sí, se confunden los
poderosos y los que nada tienen, bajando y subiendo las escaleras automáticas
de la inquietud.
La consciente elisión del término pobre, o mendigo, y su sustitución por la presencia en el poema del término “los que nada tienen” se puede creer, finalmente, el destino común.
"Los que nada tienen", en su transparente pureza poética, en su delgadez y espesor simbólico, se aproxima al tipo al que pertenece la expresión machadiana "los hijos de la mar".
El poeta hábil sabe hacer nuevos viejos temas, profundizando o cambiando a veces solo unos grados el objetivo al que mira, no solo es necesario cambiar el método o la lente desde la que mira, sino el objetivo, lo mirado, que a veces no está donde queremos que esté. Es un proceso complejo de desordenación y composición, donde no hay mucho margen a la verborrea, sino que acucia la síntesis y tras ella la tesis que siempre viene después, en poesía, de la síntesis.
EJERCICIO CON ESPEJO (4)
Estas consideraciones metapoéticas, esta capacidad de síntesis (que es propia del buen poema) no son ociosas en el libro Puerto de sombra.
Y, precisamente, esto enlaza con el cuarto poema comentado, “Ejercicio con espejo”. Necesidad de síntesis, gesta de tesis y reflexión metapoética como hilo conductor del pensar-hacer del poeta, todo ello palidece ante el sol, la sal, el mar, los tres incondicionales de un poema.
De la espuma a la sal, / desde la sal al sol
La gracia, la vida, el infinito: u otros nombres que cada lector elija.
Este poema acierta maravillosamente en componer un juego rítmico, cuya apariencia no puede ser más sencilla, improvisada bailarina. Con el aire de una composición popular, nos da una “poética” de autor:
“Siempre en el agua / siempre en el tiempo”
“¡A lo hondo por las ondas!”. “A lo hondo siempre, / siempre hacia el fondo”.
Jorge Guillén, poeta de meseta, fue uno de los maestros de José Luis Martínez Valero. Guillén escribió “Lo profundo es el aire”. Por su parte, el poeta mediterráneo que es José Luis encuentra en el mar y en el agua los motivos de su cántico personal y abierto a lo humano. “¡A lo hondo por las ondas!”
El mar Mediterráneo de su origen, el agua del río de la ciudad donde vive; contemplación del origen, experimentación del transcurrir de la vida y escucha del destino, son los ingredientes necesarios de su escribir en el tiempo: de su afán de ahondar, sin naufragar, en lo temporal para salir dándonos un puñado de excelentes poemas.
FULGENCIO MARTÍNEZ
Editor de Ágora. Profesor de Filosofía y escritor, autor de varios poemarios, entre otros; León busca gacela y El cuerpo del día (Renacimiento, Sevilla, 2010), y el último de ellos: La segunda persona (Sapere aude, Oviedo, 2021)
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(1) Los textos en versión española e italiana los pueden leer en:
https://diariopoliticoyliterario.blogspot.com/2022/05/cuatro-poemas-de-jose-luis-martinez.html
(2) Reproducimos los dos primeros textos comentados. De Puerto de Sombra de José Luis Martínez Valero (La fea burguesía ed),
EDWARD HOPPER
Habitación de hotel
Hay cuadros de tristeza casi humana
en estas habitaciones cerradas
de hoteles familiares,
que incluyen desayuno,
donde quienes duermen reposan
sobre las pesadillas de los otros,
como si la ciudad oscureciera
el interior de las maletas.
Hay una mujer sentada en el borde
de la cama que cierra la pregunta
de una existencia innecesaria,
atenta a esos trenes que conducen
a la vieja estación de nuestra infancia,
principio del fracaso,
que nos trajo a este hotel perdido,
sombra de aquel pasado,
que siempre hemos desconocido.
AMARGO
A veces el sabor amargo
permanece en los ojos,
sombra que sólo rasga
la luz de otra mirada.
Pesa sobre las horas
el silencio dormido,
que el viento constante golpea
contra el cristal de una ventana.
Mientras la lluvia cae sobre las losas
de aquel cuarto siempre cerrado.
3) Memoria de la miseria: De Puerto de Sombra de José Luis Martínez Valero (La fea burguesía ed)
MEMORIA DE LA MISERIA
La miseria nunca tiene memoria,
como una tarde lenta,
se conforma con su final,
aunque a veces se pierda.
Entre tanto, esta hora, casi infinita,
roja por angustia o por sangre
alcanza la noche, ese oscuro adentro,
donde los poderosos y los que nada tienen
escogen el camino
de un mismo sueño.
(4) EJERCICIO CON ESPEJO: De Puerto de Sombra de José Luis Martínez Valero (La fea burguesía ed)
EJERCICIO CON ESPEJO
A lo hondo siempre,
siempre hacia el fondo.
desde la sal al sol,
siempre en el agua,
siempre en el tiempo.
¡A lo hondo por las ondas!
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