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miércoles, 30 de enero de 2013

CONVERSANDO CON UNA FOTOGRAFÍA DE PESSOA

 

Pessoa en el Chiado



 

 CONVERSANDO CON UNA FOTOGRAFÍA DE PESSOA


                                                      Quien habla ya a los muertos (...)
                                                                            Luis Cernuda

La calle se paró para dar paso
a un tren de mercancías
lento. Interrumpiéndote
en tu carrera, mientras
cruza el viejo reumático convoy,
conversamos desde una orilla a otra.

- ¿Por qué la realidad no es poesía?
- Donde no fluye la música, en vano
se anticipa solitaria la letra.
La realidad quiere
ser poesía para hacerse soportable,
mas no sabe esperarla
en el tiempo, se precipita siempre,
bailando sobre un clavo.
A ese mal metafísico llamé desasosiego.

- ¿Quieres decir que la poesía no se hace
hasta que unos pies la bailan
aunque exista el dolor?
Piensas igual que un hombre sin historia.
- Me preguntaste por qué lo real
no es poesía, y te he respondido.
Adiós.
           - Sabes que aún no toca irte.

- Las musas aman nuestro hundimiento
y renacer, no vuelven sus favores
sino al producto final del dolor.
No quieren saber de nuestros trabajos.
No miran al yunque de la inquietud,
al hervor simple de lo real, a un baile
inmóvil, a una premonición
de muerte por entregas,
a la conversación con el mal a ojos vista:
a ese mundo en que tú y yo hemos caído.
- Adiós, te digo yo ahora.
                                       - No nos toca
a nosotros más que habitar la inquietud.
Hasta que tú no te hagas
a ese lugar en que ella se hace, no vendrá
ella a ti, y entonces, si sucede esto,
el don de la Poesía, cesarán tus preguntas.
- Adiós...
             - Ahora eres tú quien tiene prisa.
- Me duele el esfuerzo por mantenerse en pie
de la hoja, con la fecha de hoy.
Como se ve que nunca miras el calendario.
En ese mundo en que dices hemos caído,
está mi tarea... adiós.
                                  - Y la mía...
Una obra escrita pena inacabada.
No sabes cuántas veces vuelvo aquí.
Lisboa tiene en sus barrios un Oceano,
como otras ciudades en su centro
un gran parque y un lago.
Escribo paseando las calles
de una Lisboa donde el ayer es hoy.
¿No me viste antes andar sin aliento
a mi mesa del café, y antes en el tranvía?
En ese mundo está también mi tarea,
si quiero ganarme algo que decir
a las sombras presentes...
 
Este hombre frente a mí, me corrige.

- Si te duele la hoja del calendario,
es porque todavía hay trabajo que hacer.
Arde la lentitud. Pero, nosotros, poetas
del pueblo, ¡celebramos este día!

martes, 29 de enero de 2013

CONTRA LA PRESCRIPCIÓN DE LOS DELITOS DE CORRUPCIÓN. Diario político y literario de Fulgencio Martínez.../32

 

CONTRA LA PRESCRIPCIÓN DE  LOS DELITOS DE CORRUPCIÓN   

DIARIO POLÍTICO Y LITERARIO DE FULGENCIO MARTÍNEZ/ 32    




Pericles, el gran dirigente de Atenas, decía que la democracia se fundaba en un pacto: la máxima confianza en el hombre y la máxima desconfianza ante un hombre concreto, ante cualquiera que detenta el poder. La ley debe mirar con lupa a cualquiera que tiene un poder concedido por el pueblo. La democracia ateniense era a veces tan puñetera y coherente con el principio de ejemplaridad que son célebres los casos de ostracismo, y aquella anécdota de Arístides, que relata Plutarco. El propio general Arístides, en la asamblea del pueblo, ayudó a un analfabeto a escribir en la ostraca el nombre de Arístides aunque ese voto condenaba al destierro al héroe de la batalla de Salamina. El mismísimo Pericles quiso reformar la ley ateniense que solo concedía la ciudadanía a los hijos e hijas nacidos de madre ateniense, cuando el general tuvo un hijo de una mujer extranjera: la divina Aspasia. El pueblo rechazó esa propuesta y Pericles sufrió un tiempo de inhabilitación simplemente por sugerir un cambio de la ley que le beneficiaba en lo personal. Quiere esto decir que la democracia puede ser agradecida con sus grandes hombres sin que tenga, a la vez, que ser rehén de éstos cuando no actúan pro bien común. El desterrado Arístides volvió de su exilio y participó en la batalla de Salamina, dando de nuevo ejemplo de su nobleza de carácter y su amor a la libertad de Atenas. Pericles siguió siendo, después de aquel contratiempo, un ciudadano ejemplar, y cuando su Estado lo precisó, en la segunda de las guerras con Esparta, volvió a ser el gobernador y primer  estratega ateniense: Aristóteles, en su Ética-escrita mucho después de la muerte de Pericles- lo presenta como modelo de prudencia política: tal modelo se había grabado en la memoria de Atenas. Un momento de debilidad no empañó su grandeza, que se sostenía en su respeto a la igualdad de la ley.
El pueblo sabe distinguir entre una errata en la obra y la obra en su totalidad. Pero la ley en ningún caso puede mirar para otro lado, o hasta ahí no más miro y juzgo. Lo que se hizo contra mí cuatro años atrás, ya no lo recuerdo. No es posible la amnistía donde no hubo posibilidad de reconocimiento de culpa.
La ley española, en muchos aspectos, sobre todo cuando llega tarde y mal a reparar en los posibles delitos de corrupción, ni siquiera tiene realmente posibilidad de amnistiar; sencillamente, ya no puede juzgar delitos prescritos...según su desfasado código.
No es amnistía sino exculpación graciosa, lo que ocurre en muchos casos de continuada prevaricación, evasión y delito fiscal. (Premio a la insolidaridad y exculpación, a lo sumo con una risible multa, pactada en silencio y anominato vergonzantes a espaldas de la opinión pública. ¿Esto es la panacea del Ministro de Hacienda Cristóbal Montoro? Por esa multita del diez por ciento, más tres avemarías,¡quién no se anima a pecar!
¿Es que, por ejemplo, usted o yo no pagamos los impuestos en 2005, por ejemplo, hace siete años fiscales? Yo, al menos, sí recuerdo lo que pagué a Hacienda.  Y si alguien, durante ese año, en ese ejercicio fiscal, no lo hizo bien, seguro que generó un detrimento en los recursos del Estado cuya consecuencia repercute en la vida de todos. Si Urdangarin o Bárcenas -anticasos de los modelos ciudadanos atenienses de arriba- cometieron ese  año algún delito contra el Estado, tienen que resarcir a la ley y a la ciudadanía. Nada de exculpación por el olvido del tiempo. De esa forma, tampoco pueden llegar a rehabilitarse y, quién sabe, tras cumplir sus faltas, ser incluidos en una futura edición de la Ética aristotélica.



La propuesta de que no prescriban los grandes delitos económicos ni los delitos de corrupción, así como de que no haya ningún amparado ni aforado con ningún privilegio de sangre, clase, rango o cargo, creemos que debería ser llevada a un programa reformista, y se la ofrecemos al señor Gallardón para que la estudie, como Ministro de Justicia; pues la ausencia de una ley anti-prescripción de esos delitos no favorece su prevención sino al contrario: anima a los posibles delincuentes y, en fin, genera un descrédito y una constante fuente de injusticia sobre el cuerpo social, que en su inmensa mayoría somos los que pagamos las consecuencias.



Ante la avalancha de casos de corrupción política no solo actúan, todos, con mecanismos de defensa y dilatorios, cuando no echan balones fuera; sino que insisten en no reformar el código civil y penal para que no prescriban los grandes delitos económicos y de corrupción. Estos delitos no deberían prescribir porque el posible daño que suponen a lo público es irresarcible, y porque minan la confianza de la sociedad en sus instituciones y en el juego de la solidaridad que constituye el vínculo social. Pero, además, para ellos no debería existir ningún tipo de inmunidad ni estatus especial, sea quien sea el que lo ostente, desde el rey hasta el último villano y el último parlamentario.

domingo, 20 de enero de 2013

Billete para el gobierno



                                                                   

 De Don Francisco de Quevedo y Villegas

Las leyes con que juzgas, ¡oh Batino!,
menos bien las estudias que las vendes;
lo que te compran solamente entiendes;
más que Jasón te agrada el Vellocino.
El humano derecho y el divino,
cuando los interpretas, los ofendes,
y al compás que la encoges o la extiendes,
tu mano para el fallo se previno.
No sabes escuchar ruegos baratos,
y sólo quien te da te quita dudas;
no te gobiernan textos, sino tratos.
Pues que de intento y de interés no mudas,
o lávate las manos con Pilatos,
o, con la bolsa, ahórcate con Judas.

EL DOPING Y LA CLASE POLÍTICA. Diario político y literario/ 31

 

EL DOPING Y LA CLASE POLÍTICA



Como si de una sincronía serendípica se tratase, han coincidido en las mismas fechas dos noticias que han acaparado la atención de los medios: la confesión del exciclista Lance Armstrong de haber recurrido al dopaje, y las revelaciones sobre el caso Bárcenas, el extesorero del Partido Popular.
En la entrevista televisada con el exciclista norteamericano, siete veces ganador del Tour de Francia, aquél confesó, o mejor dicho, justificó su práctica de utilizar sustancias, como la EPO, no permitidas para el deporte, basándose en el argumento de que era habitual en su equipo. Su responsabilidad personal de esta forma quedaría diluida. Por otra parte, hemos sabido que la corrupción más que presunta del extesorero del PP podría ser también difusa y podría ser Bárcenas el epicentro del que partieran ramificaciones o replicas que llegarían a personas muy vinculadas a la imagen del Partido que hoy gobierna. Ni el mejor novelista de ficción política o de novela negra podría imaginarse un guión más perfecto. Llama la atención cómo, sin embargo, la realidad de las noticias es ese novelista sagaz que trama y desarrolla los hilos de la actualidad, y que sabe, incluso,
unir en la portada de un mismo día dos diferentes acciones paralelas de dopaje y corrupción. Como si quisiera, con ello, que los lectores saquemos la siguiente moraleja: que la corrupción es el doping de la clase política, la trampa que usan muchos políticos, y posiblemente el mismo aparato de los partidos, para “ganar”.

Esta moraleja no debe volvernos escépticos, descreídos, de la democracia (en otro sistema, ni siquiera se podría denunciar) pero sí hacer que los ciudadanos exijamos ya, urgentemente –so pena de cancelación del estado de derecho- limpieza y transparencia a fondo en los partidos y el castigo ejemplar de los responsables de corrupción.

¿Que es pedirle justicia al león? ¿Que es llover en el mar? Urgentemente, debería Rajoy nombrar un fiscal anticorrupción con pleno poder para investigar incluso al mismo presidente de Gobierno, para dejar claro el nombre de la institución que representa y cuya independencia y representatividad de todos los españoles, por lo que se barrunta, tras la opaca operación de cuasi amnistía fiscal que concedió el Gobierno, está en entredicho. Mens sana in partito sano.


FULGENCIO MARTÍNEZ

Profesor de Filosofía y escritor

PALABRA DE REY. Diario político y literario/30

PALABRA DE REY


Artículo publicado en el periódico LA OPINIÓN de Murcia 15.01.2013



Me acuso de ser uno de los pocos telespectadores a los que gustó la entrevista que el Rey mantuvo con Jesús Hermida. Han pasado, desde su emisión, unas semanas, pero el principal mensaje que dio el Rey, respecto a la necesidad de avanzar en la igualdad y en la justicia sigue sin ser escuchado y, peor aún, ha sido obviado y sigue siéndolo a diestro y a siniestro.
Curiosa unanimidad en la prensa y en los políticos a la izquierda y a la derecha, que o bien manifestaron una reacción crítica, supuestamente crítica, debido a los temas silenciados en la entrevista (como los casos de presunta corrupción por algún miembro de la Casa Real) o bien se sumergieron en banalidades relativas a la forma televisiva, al tono y formato blando de la conversación y a las maneras del entrevistador.
A la derecha no le ha interesado ni le interesa destacar aquella necesidad urgente de la sociedad española, que enunció firmemente el Rey como un reto de una sociedad moderna: apostar por una progresiva igualdad entre los españoles y por una necesaria justicia social, en este tiempos de crisis en que el país corre el peligro de desvertebrarse socialmente y cuando las mismas palabras, justicia e igualdad, como valores que cohesionan, han sido sustituidos por la rentabilidad y el negocio, principios de la economía de los particulares que han sido mimetizados por el actual Gobierno para la gestión de los servicios y del bien público.
Se olvida, claramente, que lo público ha de mirar a la equidad, a corregir las 'naturales' desigualdades. Se empieza olvidando esto y se termina favoreciendo e incrementando la desigualdad y la injusticia como resultado de políticas supuestamente eficaces, necesarias.
La división social en España aumenta en la era Rajoy a pasos agigantados. Seis millones de parados a final de año, cada vez más se agrava la brecha económica, hay más españoles que han de recurrir a los bancos de alimentos mientras unos pocos consumen cada vez más artículos de consumo de lujo. El acceso a la Justicia para reclamar simplemente una indemnización por despido discrimina a los que no tienen posibilidades; igual ocurre en la sanidad, en la educación, etc. ¡Díganme!
¿Y qué dice la izquierda? ¿Ha destacado ese mensaje del Rey progresista? No. Sencillamente, ha entrado en el mismo juego de la derecha de echar tinta al agua y obviar la llamada -y advertencia- del Rey acerca de que vamos mal por el camino contrario a la justicia y a la igualdad.


FULGENCIO MARTÍNEZ
Profesor de Filosofía y escritor

Entre pesimismo y regeneración (La primera quincena de 2013)

 
DIARIO POLÍTICO Y LITERARIO / 29

Entre pesimismo y regeneración

(La primera quincena de 2013)




                                                                    Billete para el gobierno
 De Don Francisco de Quevedo y Villegas

Las leyes con que juzgas, ¡oh Batino!,
menos bien las estudias que las vendes;
lo que te compran solamente entiendes;
más que Jasón te agrada el Vellocino.
El humano derecho y el divino,
cuando los interpretas, los ofendes,
y al compás que la encoges o la extiendes,
tu mano para el fallo se previno.
No sabes escuchar ruegos baratos,
y sólo quien te da te quita dudas;
no te gobiernan textos, sino tratos.
Pues que de intento y de interés no mudas,
o lávate las manos con Pilatos,
o, con la bolsa, ahórcate con Judas.


Uno se siente como Quevedo cuando escribió aquel soneto "Miré los muros de la patria mía, / si un tiempo fuertes ya desmoronados / de la carrera de la edad cansados". La decadencia del país no es cosa de hoy, ni de esta crisis, sino de la vejez del edificio. Es consecuencia del paso del tiempo que gasta los materiales, y, un poco, de la falta de cuidado que se ha tenido en renovarlos y sanar los defectos. Como educador, me interesa el porvenir de los jóvenes, llamados a protagonizar la renovación. Con cierto optimismo, observo una diferencia entre los que son, hoy, jóvenes y yo. Estos jóvenes sufren y sufrirán mucho más que yo la crisis, pero psicológicamente están menos tocados porque tienen menor carga de culpa. Yo, en cambio, algo pude hacer y no he hecho. Pertenezco a una generación, los nacidos a finales de los cincuenta y principios de los sesenta, que nació a la mayoría de edad con la Constitución de 1978. Nuestra educación fue tardofranquista, aunque en muchos casos, como en el mío, recibimos la impronta de profesores de espíritu libre y abierto de ideas, rico de contagio de curiosidad, y esa huella marca, indudablemente, para toda la vida, pues lo recibido en nuestra primera juventud modela el espíritu al no estar enfocado con la exclusiva mira de la utilidad. Todo, o casi todo, lo que aprendemos después de los años de Bachillerato, puede ser útil, pero no es lo importante.
Mi generación se encontró, en la vida del país, con una situación dada (los inicios de la democracia) por la que otros españoles mayores habían luchado: un tiempo nuevo en el que las ideas y los principios políticos, que hacían camino al andar en democracia, se fijaron pronto (en el primer lustro del nuevo régimen político); por lo que nosotros, aún veinteañeros, no tuvimos en ellos foro de decisión, y muy poco o nada de participación ni opinión. Ocurrió eso mismo dentro de los partidos políticos, que siguen hoy siendo mayoritarios e ideológicamente son bloques inatravesables desde entonces, cuando se constituyeron su aparato y su cultura de partido. Ninguna idea importante ha sido revisada en ellos, su núcleo sigue siendo inatravesable; repiten, por ejemplo, en el Partido Socialista, viejas ideas como la de federalismo, cuando se encuentran con desafíos de nuestro siglo XXI, y como si tuvieran desde siempre una panacea en la recámara de la botica, que solo hiciera falta desempolvar. Aprestan el traje del federalismo de Pi i Margall (un pensador catalanista del siglo XIX) y lo ponen en circulación, sin más que haciéndole alguna sisa, pero sin ver que es un traje regional trasnochado. Como si aquí en Murcia nos sirvieran los zaragüelles para otra cosa que vestirse del Bando de la Huerta.
Alguien dejó dicho en el PSOE federalismo -que eso suena a moderno y alemán- y todos dicen federalismo, federalismo. O sea, más Pi i Margall. La pobre Constitución de 1978 ha de sentir complejo de anticuada ante el revival de una idea decimonónica, que solo servió a los intereses de la burguesía catalana ávida de más pastel político.
Ya no basta lo que otorga la Constitución a las nacionalidades históricas, o sea, una cuota importante de representación politica en el parlamento del Estado. (Por cierto, muy bien aprovechada por diputados de CIU, como el Duran i LLeida, con residencia en una suite del hotel Palace, no por lujo y lujuria, sino por una histórica obligación de los españoles de no hacerle a su señoría madrugar para desplazarse a las vecinas Cortes).
Y si miro al ideario del Partido Popular... la situación es aun más triste, porque ahí se adormila a los jóvenes críticos con la herencia recibida. Su política fiscal, que es una clave para meter hoy mano a la crisis, está intrínsecamente en acuerdo con su línea dura de pensamiento. No cree el PP que se deba molestar con impuestos a las fortunas. Se muestra insolidario, en el marco europeo, con Francia, que ha iniciado con Hollande una política de reequilibrio de las tasas en nombre del bien común del país, para que aporten más los que más tienen y más se benefician de las infraestructuras que pagan todos los ciudadanos franceses. Esa política fiscal de Hollande - una medida de respuesta a la crisis económica menos injusta con la mayoría del país- refuerza los valores comunes y ciudadanos del Estado francés, y debería ser apoyada y adoptada por el resto de los Estados de la Unión Europea para evitar que un desalmado forrado de dinero se acoja a la fiscalidad más baja de otro pais vecino. Pero, Rajoy nunca puede hacer eso, ni lo podrá hacer nunca el Partido Popular mientras sus ideas no cambien. Rajoy no puede dar el sí a ese compromiso, y ello no por timidez, irresolución ni por ninguna otra excusa temperamental, sino por parálisis de ideas.
Pero, como dice el refrán, arrieros somos... Esa cerrazón ideológica del gobierno español a contribuir a los valores de estado con Francia y con la Comunidad Europea, su deslumbramiento ante el craso dinero, que vive en un mundo propio, y al que hay que tratar entre algodones, quizá tenga su propia medicina pronto. ¿Creen ustedes que Catalunya free se va a contentar con ser un estado pequeño, como Dinamarca? ¿O será pequeño como Suiza, Bélgica y algún otro estado diminuto y desleal con sus vecinos, de los que atraerá las plusvalías y las fortunas sacadas de ellos bajo señuelos legales pero no menos deshonestos?
Pesimismo personal y generacional: ante esto quizá solo nos queda mirar hacia el presente, que, como escribí una vez, es el primer escalón del futuro y, por tanto, ya es futuro; hacer los deberes de hoy y para mañana. Espero ir haciéndolos del modo que sé: cuestionándolo todo y a todos los que dimitieron de inventar y nos dan la soga por solución.


Fulgencio Martínez
Profesor de Filosofía y escritor

La lengua de los dioses. Maximiliano Hernández

EL CAZADERO DE LOS LIBROS.

CUADERNO DE CRÍTICA LITERARIA /1

 Sábado, 15 de Diciembre 2012




LA LENGUA DE LOS DIOSES

 


  1. La Lengua de los dioses comienza como en el principio del mundo, con una teoría del lenguaje, primer poema del libro de Maximiliano Hernández Marcos: "Para todo lo que es más veraz / oblicuo o de perfil en los fotogramas / que en la gramática / pido el alma y la palabra". 
   Los dioses comenzaron así, con una "theoria" o contemplación de los nombres, que eran sonidos, surcos de su respiración divina, y brotaban sobre la lámina móvil del tiempo, sobre las imágenes sucesivas y recurrentes de los astros, los elementos eternos, las futuras historias, las cosas, entes o enseres cotidianos, decididamente anodinas. La palabra vivifica "la magia de la imagen", siendo, no obstante, ella, la palabra, otra forma de imagen, más pregnante, ya no tan apta para someterse al "canje" -como dice el poeta- de imágenes "ligeras", intercambiables, que trasiegan por el insomnio del ojo, acaso hacia un destino trivial. El "ojo" en trance de ser "ojal", abertura de la palabra sobre el abismo del mundo, se reencuentra a sí mismo en ese trance, también por esa feliz y, mejor, si fortuita asociación que provoca la aliteración de ambos sonidos, ojo y ojal; aliteración que es maravilloso armónico donde la semejanza de algunos fonemas -uno, o varios bastan- y a la vez la diferencia o suplemento (como diría Jacques Derrida) que propicia la sorpresa, siempre, en el fondo anhelada (y eso es la poesía: sorpresa que surge para un alma que la anhela y espera. "Quien no espera no hallará lo inesperado" dijo el maestro heraclitano). Saben que la poesía épica, oral, especialmente la germánica y luego la antigua poesía inglesa, basaba su cadencia no en la rima, sino en la aliteración. Pero, segunda maravilla, más perceptible en las literaturas neolatinas, donde coinciden más la letra y el sonido, un segundo armónico se produce en el alma al reconocer en la escritura la cifra de la aliteración: el ojo, entonces, ve lo que ha creado en su asociación, el ojo es ojal, es pozo, jarra, rayo, y por diseminación, todo. La cadena de asociaciones tiene una primera y última radiación: "el alma y la palabra"; como el poeta nos lo recuerda previamente a ese ejemplo-vehículo con que la modula después: "el ojo y el ojal".

   Estamos, por tanto, con este nuevo poemario de Maximiliano Hernández Marcos, ante una metapoesía que, ab initio, muestra sus cartas y prefigura su territorio de investigación. No se trata, a continuación, de exponer lo encontrado, de narrar una "experiencia" (ni siquiera del lenguaje o de ser) sino de tratar de alcanzar un sitio de ojeo, como en una batida de caza, y a la vez de prevenirnos a los lectores, de invitarnos a mirar y de paso a admirarnos del rico y profundo cazadero que el poeta descubre. (Desde el principio el poeta nos invita a ensayar su búsqueda).
   Ahí pasan cosas admirables, animales extraños, fugaces, desvividos o en trance de resignación a la muerte, pasan también ríos y águilas imperiales, corzos hermosos, lluvias, corbatas, historias humanas: igualmente pueblan la garganta del cazadero.
  Oigamos su lección, lo que van diciendo en la sombra todas esas criaturas. Sus ecos, cuando no sus mismas voces, las hacen cercanas. Ese ahí (para los dioses) es aquí: nuestro aquí cotidiano.
  No olvidemos, en nuestra escucha, el juego de asociaciones, esas lianas o vasos comunicantes que envuelven tanto las semejanzas como las diferencias en una "lengua" única, que se busca con el pálpito del alma y "dice" a la vez que suena, o sea, que crea un sentido en su misma emisión.
  ¿No es ésta la lengua de la poesía, a la que todo poeta que se precie trata de seguir. (Rilke, Machado, Aleixandre, Valente: valgan solo estas cuatro menciones. No por casualidad, estos cuatro poetas citados presiden -creemos- las respectivas direcciones espaciales que ensaya Maximiliano Hernández en su obra).

   2. La lengua de los dioses es, desde su proyecto, la sacralización de un espacio -compartido, el de la naturaleza y el hombre. Sacralización del espacio, que equivale a su construcción poético-fáctica. La primera parte del libro se intitula "Magistral", aludiendo al magisterium del sacer, de lo sagrado y, por metonimia, de su vaso comunicante, el sacerdote: aquí, el poeta o registro vivo de la lengua primaveral, iniciática, de los dioses.
  Tan flamígero comienzo, prometido en el libro, vendría, por tanto, a ocuparse con su discurso de aquella tarea poético-fáctica (no olvidemos que el poeta habla siempre en serio, o sea, dice para que pase algo en el mundo). Pero... ¡decepción!, el discurso toma un curso irónico, en sordina crítico, incluso a veces agudamente crítico, como un bocinazo repentino en mitad de la siesta. Irónicamente la "lección" comienza a las nueve en punto. La precisión horaria y su nula o bien limitada atención de escucha, triturado su misterio en pequeñas dosis, la vuelve fantasmal: la lección "pontifica", entonces; se oye a sí misma, se consuela con su eco, con su permanencia -hasta la "próxima lección", después que suenen "los timbres"- sin haber dado lugar a un estremecimiento en su audiencia: a tener efecto de voz en el mundo.
   Comienza, por tanto, aquí un doble reflejo crítico que este poemario asume como pocos libros de poesía actuales, que caminan como auténticos autómatas. Ese doble reflejo abarca un lado, el más externo y aparente, de crítica al mundo trivial que condena a la esterilidad el esfuerzo del lenguaje y con ello la tarea del poeta; y otro, más punzante y metafísico, que señala a la propia sospecha de oquedad del mismo lenguaje, a su despedida total de su antigua fuerza y poder, y por tanto a su pervivencia o supervivencia fantasmal y, lo que es peor, vestida de alharaca y fantoche. La duda de sí del propio poeta, al fondo.
   Recuerden que la poesía no solo trató de describirnos las cosas sino de hacerlas. No fue solo evocación o nostalgia de conocimiento, sino primer conocimiento y realidad de algo. El poeta construyó la cabaña del ser. Del mismo modo el filósofo fue, un día, el legislador del ser.
  ¿Acaso nos hemos acostumbrado ya a vivir en la intemperie? ¿O, acaso, estamos condenados a la intemperie desde ahora hasta quién sabe cuándo?
  Poeta en tiempo de miseria: Rilke, y más atrás, Hölderlin, tuvieron esta premonición de la intempestividad del poeta y de la abundancia espectral de las realidades vacías del canto sagrado; Maximiliano Hernandez "deconstruye" ese tema nihilista y profundamente elegíaco, en los poemas de esta primera parte de La lengua de los dioses.
  Aporta él la figura del sermón del profesor, del erudito anticuario, del docto elocuente, para canalizar una veta sarcástica que -no hay que olvidar- se dirige al doble reflejo apuntado.
  Si esa poesía autómata que "mima" la cultura fuese toda la poesía, ¡íbamos apañados! Sería como seguir vistiendo un palo con un traje regio, que se deshilacha al rozarlo. "Mejor la destrucción, el fuego", diría Cernuda, y con él Octavio Paz, y por fin José Ángel Valente. (Con lo que tocamos otro palo del poemario: la voz irritada, crítica, desde la contención y el clasicismo sereno del poeta de mi querida escuela salmantina, como es Maximiliano; también en la línea de la mejor poesía reflexivo-crítica española, la de los más grandes Meléndez Valdés, Moratín (hijo) y también la del acaso no menor poeta que estos, Jovellanos, pese a su breve obra interesante. Una línea, por tanto, desde estos poetas neoclásicos y prerrománticos, pasa por Unamuno, el segundo Machado, Cernuda y Valente y llega a la poesía filosófica de Maximiliano Hernández. (¿Alguno hay todavía ciego que se ha perdido esa línea de poesía excelente, lo mejor de lo mejor de la poesía española?).

  "Lección de autoescuela", "La Academia de Platón" son poemas, entre otros, destacables en esa primera ruta del libro.
  En la segunda parte, "Digital", se persiguen más en su entraña el mundo vacío de la imagen: pero ahora, advertimos que se trata no de las imágenes-cosas del mundo, sino de la misma imagen-del-mundo (no diré el palabro alemán, que todo profesor diría aquí).
  En efecto, la crítica se supera, se levanta a una "profecía terrible": se ha decantado y vacíado la cosmovisión, la imagen del mundo en que vivimos actuales. Es tanto, como anunciar que vivimos sin casa mental; desahuciados, o en trance de serlo, moral, psicológica, vitalmente. Quizá los desahuciados reales, que podemos ya hoy serlo todos, víctimas de la usura y del maldito gobierno de la usura, sean solo símbolos, poetas del porvenir.
  "Piratas en la mente" reescribe esa realidad fantasmal que somos. Descubrimos una poesía simbolista de la realidad social y cultural que acecha y de la que muchos ya vamos siendo conscientes. La poesía, por tanto, de La lengua de los dioses ensaya un camino nuevo, simbólico, de aproximación a los problemas del mundo real. No hemos de perder este norte.
  Otro poema de esta parte, "Los cuatro puntos digitales de la felicidad", divididos en ocho entregas con igual extensión de verso que el soneto, juega -en su sustitución y asociación fónica del adjetivo "cardinales" por "digitales") con la total ocupación del espacio sagrado y del aquí presente por la imagen. La asociación fónica produce -en el plano poético- una asimilación de significados, algo ocupa el lugar de otro, sin que se produzca ninguna ruptura de sentido, con normalidad. He ahí la trampa. La liga del lenguaje manipulado, sustraído hoy a su esencia divina. En esa normalidad enfermiza, que ni siquiera brota síntoma, insiste la ironía del poeta. Tiene el libro su asunto capital y su justificación expresiva.
  Y, por otra parte, la felicidad ¡qué gran invento! Vayan pronto a comprar su oferta al súper, acomódense en sus conciencias como en su salón de estar. Vuela a ser feliz, te lo mereces, es tu deber y tu meta. Pero, antes, lea su "horóscopo" del día; hay días en que mejor ni proponérselo, según reze la información astrológica especialmente escrita para su guía de felicidad. No se acompleje, ni se perpleje, si no es hoy feliz: no se puede ir contra el destino. Espere. Mañana, con mejores astros.... Siempre me acuerdo en este punto de aquella frase leída en Umberto Eco: "Nacemos todos con el signo fatal equivocado, y vivir con dignidad consiste en rectificar cada día el propio horóscopo".
  Maximiliano Hernández no sólo hace ironía de la "teomaquia" supersticiosa, esa "teogonía" de papel que hace cada vez más arrastrarnos a la inseguridad; conecta, en su libro, con una situación humana actual: de vacío de certezas, de refugio en el juego de azar y la manipulación económica del miedo.
   Hemos de leer su poemario a esa doble luz, simbólica y crítica, para que cobre su pleno sentido.
  "Crédito y consumo": ese solo titulo anuncia la novedad del lenguaje poético que introduce La lengua de los dioses. ¿No nos iba a hablar el poeta de la belleza de la amistad, o de los bucles del cabello de su novia?
   "Egometraje del poder en cuatro figuras", socava la erótica verminal del poder, denuncia con cuatro lanzas ese cuadro tan bonito que nos pintan, tiranos lo mismo que sedicentes demócratas; en el fondo, señores prepotentes de la grey, políticos que se reúnen detrás de sus máscaras con los secuaces del "afán perverso de la usura" y, juntos, rezan y se reparten las ganancias.
  ¿Qué quedó de la justicia? Reparemos en esto: justicia es el verdadero nombre de poesía. ¡Cuántos escribidores hoy van del ala sin haber siquiera sospechado esto!
   La lengua de los dioses no inventa, pues, un nuevo tema: nos avisa de un olvido, de una minorización y pequeñez de la poesía que olvidó los grandes temas poéticos originarios. (¡Si, al menos, se mantuviera la nostalgia de la armonía, como en la poesía de Vicente Aleixandre: otro de los puntales de este libro, leído desde el recuerdo de la bondad!).
   ¿Qué sentido tiene, pues, hablar de poesía cívica refiriéndonos a La lengua de los dioses?
   Quizá, por un lado, sea una redundancia o pleonasmo llamarla así: poesía cívica. Es poesía a secas, tout court. Si le llamásemos poesía cívica, por otro lado, sería poner un toque de atención; una flecha llamativa hacia el lugar originario (y de paso, un señuelo al distraído visitador de librerías). No, pensado así, no está mal. Por tanto, La lengua de los dioses "tiene lugar" como poesía cívica.
   Una vez atraído el lector a la red, no lo soltaremos hasta que encuentre algo más en el libro.

lunes, 7 de enero de 2013

Un oficio peligroso


UN OFICIO PELIGROSO


                                          Homenaje a Hölderlin

El poeta es un artesano 
que practica el noble oficio
de dar luz a las palabras.

Un oficio muy antiguo
y, en días como hoy, peligroso.

"Por salud pública,
debían detenerlo"
                               - dijeron
los oscuros,
                     los instalados
en sus cálculos rutinarios,
los acostumbrados al frío
y a la mentira.




                                                    Fulgencio Martínez

Poeta, escritor y profesor de Filosofía. Nacido en Murcia, en 1960. Fundó la revista Ágora-Papeles de Arte Gramático. Autor de los libros de poemas Trisagio, La docta ignorancia, La baraja de Andrés Acedo, Libro del esplendor, Nueve para Alfeo, Cosas que quedaron en la sombra, León busca gacela (Poemas de Séptimo Alba), El cuerpo del día, Prueba de sabor, y, del libro inédito El año de la lentitud, donde se incluye el poema "Un oficio peligroso".